Clark y Holly

12:21 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Seguimos con mis chicos, Clark y Holly, mis últimos protagonistas, quienes tienen mil cosas que contar en eta historia de superación, amor, sentimientos y un choque entre polos com’pletamente opuestos.



Ellos son Holly y Clark…
Él es la antítesis de Holly y se resiste muchísimo a aceptar lo que siente, ya que tiene miedo de dejarse llevar y acabar estrellándose. Porque Holly algún día regresará a su vida en Yale, conseguirá que su padre vuelva a darle dinero y lo dejará atrás, como ya hizo su novia de toda la vida, de quien, se dará cuenta con el tiempo, no estaba enamorado.
Ella es más de actuar por impulso, de dejarse llevar, de tomar aquello que quiere, pero nunca ha tenido una relación seria y le cuesta aceptar que eso es lo que quiere con Clark.
Él es su jefe en el rancho durante las mañanas, y es muy exigente. Holly está bastante fuera de lugar en ese puesto, es patosa, no le gustan los animales y suele pasarse más horas de lo normal mirando las redes sociales. Y Clark la trata con bastante dureza, siempre regañándola y enfadándose por su falta de atención.
Ella suele observarle en silencio en su taller, encorvado sobre sus arreglos, concentrado…
¡Feliz día! J

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Personajes de Caramel macchiato

12:21 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! He decidido hablaros un poquito por aquí de mi nueva novela, ya que estreno editorial, estreno serie y estreno emociones —bueno, esas las tengo de serie, pero me hace tantísima ilusión…—. Y voy a empezar con los protagonistas, dándoos unas pinceladas sobre ellos. 


Ella es Holly Gibbons...
Es una chica de casi veintiún años, rubia, de ojos verdes, musculada, un poco alocada, vestida siempre con mucha clase, con ropa de marca y poco adaptada al principio a un pueblo de Arkansas como Little Falls, quien poco a poco se va poniendo a tono con el lugar, pero sin perder nunca su estilo.
Es la hija del multimillonario dueño de una compañía aérea y le cuesta bastante adaptarse a trabajar en un rancho, a despertarse pronto, a realizar las tareas de la casa… Pero su padre no le da opción, la manda a Little Falls y le corta el suministro de dinero, obligándola a trabajar en el rancho familiar. 
Adora el café de Starbucks y los tés. Es de esas chicas que siempre condimentan el café con mil cosas dulces. Su preferido es el caramel macchiato, pero le gusta la variedad porque para ella encasillarse es lo peor. Por eso le gusta probar nuevos sabores, experimentar con otros cafés y con tés de lo más especiados.
Su carácter es explosivo. Durante sus tres años en Yale apenas ha aparecido por clase, se ha dedicado a ir de fiesta en fiesta, a salir con mil chicos, a pesar de mantener una relación de no exclusividad con uno de ellos. Y tiene tendencia a cometer locuras, como allanar una casa para mirar las estrellas por la noche, bañarse en un lago desnuda bajo la luz de la luna, bailar sobre las mesas…
Caprichosa, sobre todo al principio, acostumbrada a no tener que esforzarse para conseguir nada y a un padre ausente...
 

Él es Clark Barrett...
Es un chico de veinticinco años con el pelo moreno y rizado, barba de dos días, ojos claros, cuerpo de infarto, con abdominales marcados tras las camisetas estrechas que suele llevar debajo de camisas a cuadros abiertas y cejas pobladas. Suele vestir el atuendo vaquero, con gorro, botas, la hebilla brillante…
Vive en una caravana en Little Falls, junto a sus tres hermanos y su padre alcohólico y se convirtió en el cabeza de familia a los 14, cuando empezó a trabajar en el rancho de los tíos de Holly para pagar las facturas y las deudas. La vida le obligó a aprender a valerse por sí mismo muy pronto. Es un lector empedernido, sobre todo de manuales de mecánica. Y suele llevar el eReader a todas partes, incluso camina leyendo, así conoce a Holly, chocando con ella. 
Es muy prudente, lógico, sensato, controlador, de esas personas a las que les gusta planificarlo todo. Trabaja por las mañanas en el rancho y, gracias a su gran habilidad, por las tardes ha abierto un taller ahí mismo para arreglar todo tipo de vehículos y aparatos electrónicos que le traen sus vecinos. Ha tenido la misma novia desde siempre...
¡Feliz día! J

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Os siento a mi lado

6:46 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Vacaciones… por fin estoy en la montaña, en mi casa, frente a la chimenea, con el día despuntando en la ventana, el silencio solo empañado por la música y mi corazón repiqueteando en el pecho un poco inquieto, esperando esas reacciones tan llenas de mensajes de las lectoras. Porque Caramel macchiato está ahí, a vuestro alcance, y ahora solo puedo esperar con el alma en vilo a que os guste. Y de momento no paro de recibir palabras preciosas en mis bandejas de entrada, y vuestro apoyo me hace volar alto, casi hasta tocar las estrellas, esas que a Clark le gustan tanto.

Foto de Richa Sharma en Pexels

Recuerdo cuando era niña, cuando me pasaba horas sumergida con la nariz en los libros, cuando los devoraba igual de rápido que ahora, pero me daban unas alas distintas con las que alzar el vuelo del conocimiento de mil cosas nuevas. Sentimientos, lugares, costumbres, personajes, mundos, formas de hablar, de comunicarse, de amarse… 
Adoraba leer. Sigo adorándolo. Era mi escape de una realidad que muchas veces me parecía demasiado ajena a mí, demasiado alejada de mi sentir y de mi pensar. Me ayudaba a abstraerme, a sentir felicidad, tristeza, alegría, angustia, amor… Era como si al estirarme para leer todo desapareciera y pudiera irrumpir dentro de las páginas para vivir en esa realidad paralela durante horas. Quizá por eso me zampaba los libros sin medida. ¡Mi padre acabó mandándome a la biblioteca del barrio porque no ganaba para libros!

Foto de Gabby K en Pexels

Una de las partes más interesantes para mí entonces era descubrir al autor, ver su foto, leer su biografía, perderme en él o en ella. Los imaginaba como personas diferentes a mí, con una imaginación enorme, aislados del mundo solo para crear los suyos, con manías, rutinas, dedicados en cuerpo y alma a la escritura. Tenía una imagen tan alejada de la realidad, tan romántica, tan especial…
Ya entonces deseaba dedicarme a escribir porque si algo me sobraba era imaginación. Me pasaba las noches recreando historias en mi cabeza, haciéndolas reales, como si esas ideas locas pudieran hacerse tangibles al abrir los ojos. 

Foto de Koshevaya_k en Pexels

Me convertía en una extraterrestre con una misión en la Tierra, adoptaba la identidad de una espía en la II Guerra Mundial, aterrizaba en la coraza de una chica de la Inglaterra Victoriana enamorada hasta la médula de un aristócrata demasiado alejado de sus posibilidades, me embarcaba en larguísimas aventuras llenas de misterio, hurgaba en los enigmas de la humanidad…
Esa niña con una imaginación desbordante se convirtió en escritora, a pesar de la negación que sufrí durante años por parte de mis profesoras, a pesar de la dislexia, a pesar de las mil veces que escuché que no lo lograría. Porque mi gran pasión es y siempre será vivir aventuras que otros han ideado y crear las mías.  
Ojalá me acompañéis en el camino porque sin vosotros no existiría. ¡Gracias por los mensajes!
¡Feliz día! J

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A veces los sueños se cumplen

6:36 Pat Casalà 0 Comments

 ¡Buenos días! A veces hay sueños que se cumplen, y es tan bonito cuando sucede… Ves pasar tu vida en color, tocas las nubes, llegas al sol, te iluminas, sonríes y sientes. Porque la lucha es larga y nunca termina, porque solo tú tienes el poder de volar sin dejarte caer, de ver siempre lo positivo y no dejarte vencer por las sombras.
Hace un año empecé a escribir Caramel macchiato. Lo hice con ilusión, con esa emoción primaria de descubrir a los personajes, de llevarlos de la mano, de hacerlos sentir, enamorarse, encontrar la forma de encontrarse en ellos mismos gracias a esa atracción de los polos opuestos, a caminar de la mano hacia una mejor versión de ellos mismos. Porque a veces hay que saltar al vacío para ver la luz.



Cuando recibí la llamada de Phoebe fue como un estallido de fuegos artificiales. Llevaba años esperando una oportunidad parecida y ahí estaba, en el otro lado de la línea de mi teléfono, una persona que quería apostar por mí, por esa novela, por Holly y Clark. 
Hay instantes para recordar el resto de tu vida, como ese. Porque luego todo ha sido precioso, hasta llegar aquí, a mi momento, a tener el libro entre mis manos, a dejarlo volar, a descubrir a quién le gusta y a quién no, a verlo a través de vuestros ojos. 
Ojalá llegue muy alto, ojalá os guste, ojalá no haya demasiadas reseñas de una estrellita —lo sé, es pedir demasiado porque de esas siempre hay—, ojalá reciba muchísimos más de esos mensajes vuestros tan alucinantes donde me contáis qué os parece, me preguntáis cosillas y me animáis el día.



A veces escribir es solitario, otras las expectativas que te creas no se alcanzan o se superan con creces. Pero todo sabe mejor con palabras de los lectores, con ese calor, esa sensación de no haber pasado meses trabajando en una historia para dejarla acumular polvo. Porque las novelas están para llegar a otros corazones, para llenar otros ojos, para emocionar, para ser leídas. Y como autores lo mejor que nos puede pasar es sentirnos acompañados.
Cuando tengo un instante de ansiedad, siempre miro los mensajes de los lectores, los disfruto, los siento y me dan una razón para continuar. Porque a veces no hace falta vender un millón de libros —aunque no le haría ascos, la verdad—, solo saber que tus historias han tocado corazoncitos, han conquistado a personas ajenas a tu mundo y a la vez cercanas porque te han conocido a través de tus palabras. Con eso tengo suficiente chute de ilusión como para sonreírle a los reveses.



Me encantaría que me acompañarais en el camino de Caramel macchiato y en todo lo que viene después. Y, sobre todo, acordaros de dejar un comentario en Goodreads, en Amazon, en Instagram, en mi correo, en mis redes, en cualquier sitio donde pueda oíros para saber si os ha llegado.
¡Feliz día! J
 
 

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