Fin de ciclo

8:48 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Hoy termina un ciclo de mi vida, uno que me ha reportado buenos y malos momentos, que ha conseguido emocionarme, estresarme, traerme amigas entrañables a mi vida, aprender, darlo todo de mí y avanzar hacia un futuro diferente al que imaginaba.


Me siento un poco desencajada, con una mezcla de emociones. Hay mucho por lo que dar las gracias, por lo que sonreír, por lo que sentirse orgullosa. Y como siempre quiero quedarme con esa parte, la bonita, la maravillosa, eso es lo que va a permanecer para siempre en mi memoria. Porque es absurdo recrearse en las pocas curvas pronunciadas del camino en vez de mirar el ancho paisaje que se presenta a nuestras espaldas.
A veces llegas a un lugar por casualidad, lo haces tuyo y disfrutas muchísimo de la travesía, sin pensar más allá ni imaginar cómo será el final. Porque eso sí es algo inherente a nuestras vidas: todo tiene un final. Aunque está claro que muchas veces lo desconocemos.


Es una sensación agridulce. Triste por dejar algo que me ha llenado mucho y a la vez alegre por empezar un nuevo rumbo que todavía no sé cuál será, pero en el que voy a imprimir todas mis energías, ganas e ilusiones. Porque así soy yo y nada me hará cambiar.
A veces hay que dar el paso, dejarse llevar y cerrar los ojos confiando en que una red te recogerá bajo la caída al vacío. Porque siempre hay futuro, aunque no sepamos cuál es.
Toca descansar, desconectar, asumir y luchar por un mañana diferente. 


Siempre hay proyectos postergados que en un instante como este son susceptibles de ser contemplados, y seguro que van a ser geniales. 
Debo empezar a plantearme si quiero volver a publicar, qué camino escoger ahora, si sigo escribiendo o relajo mi afición, definir mis metas laborales y ocupar las horas en mí, porque también soy importante. 
Quizás en un tiempo no muy largo encuentre un nuevo y excitante rumbo. 
¡Feliz día! J

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Luchar por los retos

8:08 Pat Casalà 1 Comments

¡Buenos días! Proponerse cambios, mejoras y proyectos es fácil, lo que cuesta es encontrar el camino, la fuerza, la voluntad para seguir luchando cada día y conseguirlo. Porque las palabras y las decisiones muchas veces se las lleva el viento y lo que quedan son simplemente tus agallas para cambiar las cosas.
Recuerdo con una nostalgia muy positiva cuando empecé a escribir, esas maravillosas ensoñaciones donde todo era fácil, donde solo se necesitaba poner toda la creatividad y el esfuerzo en las palabras, en los párrafos, en lo que mis dedos tecleaban en el ordenador mientras mi mente construía un mundo de tramas que iban sucediéndose en el Word.


Ese subidón creativo fue mi motor entonces porque es una fuerte energía que pronto se convierte en una necesidad de dejar escapar las ideas, esos mundos paralelos que viven en mí.
Pero una vez terminadas las tres primeras novelas, con mis ilusiones cargadas hasta el tope tras haberlo dado todo en la escritura, me enfrenté a la cruda realidad y descubrí a base de golpes que publicar no era tan sencillo.  
Hubo una frase que me ha acompañado desde entonces: «no puedes estresarte o frustrarte por cosas que no dependen de ti». En otras palabras, podía dedicar todo el esfuerzo posible a escribir, mejorar, reescribir, pulir y crear, pero si una editorial no creía en mí, no podía publicar.


El tiempo me ha concedido mis deseos, he logrado tener diecinueve libros editados, lectores y maravillosas experiencias. Pero me costó muchísimo llegar hasta aquí. Mucho esfuerzo.
Ahora, cuando el mundo laboral por el que he luchado con uñas y dientes durante nueve años se desploma, siento lo mismo que cuando quería publicar por primera vez. Porque de nada sirve tu esfuerzo pasado ni las ganas y los deseos que le pongas a encontrar un nuevo reto profesional si una empresa no cree en ti…


Cada mañana me levanto con la energía al cien por cien, sin desfallecer, con las ideas claras y deseos de comerme el mundo. Y por la noche me voy a la cama sin perder esa fuerza porque algún día me pasará como con las novelas, habrá alguien dispuesto a darme una oportunidad y entonces daré lo mejor de mí. Porque siempre lo doy todo cuando me implico en un nuevo proyecto. No sé hacer las cosas a medias.
Y por eso no solo me propongo retos, los llevo a cabo, los desarrollo, lo doy todo por lograrlo. Y con el tiempo he aprendido a hacerlo sin sentir el peso de las decisiones ajenas.
Por eso sé que lo lograré.
¡Feliz día! J

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Un nuevo comienzo

8:38 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Dejamos atrás el viaje a Vietnam para adentrarnos en la vida actual, en los cambios, en la necesidad de asumir, adaptarse y encontrar una forma de mirar hacia delante con el optimismo necesario para encarar los días con la ilusión que se merecen, porque como siempre afirmo, sé que la felicidad solo se consigue cuando cada uno de nosotros la busca en su interior.


Cuesta aceptar que tu vida ha dado un giro, que en poco tiempo vas a dejar atrás para siempre una parte de ti misma, que la rutina adquirida se va a fundir en la nada para adoptar una nueva y que vas a necesitar mucha energía para construir un nuevo mundo a tu alrededor.
Pero lo más importante es encontrar la motivación para seguir sonriendo. Porque cuando una puerta se cierra, alguna ventana se abre en otro lugar. Y no voy a parar de buscarla, siempre con la emoción de encarar un nuevo día.


A veces nos cuesta ver la luz en medio de tanto bosque. Y sí, da pánico saltar al vacío y dejar atrás nueve años de tu vida. 
Pero en todo cambio hay que valorar la parte positiva y la negativa, y darse cuenta de hasta dónde estás dispuesta a ceder de tus sentimientos para aceptar lo inevitable y sumergirte con emoción en una nueva y excitante aventura.
Porque en la vida solo nosotros tenemos la llave para encarar cada paso, cada giro inesperado, cada curva sinuosa y cada caída al vacío.


Creí, soñé, me ilusioné, me impliqué y lo di todo. Y no me arrepiento. Nunca lo haré porque mientras estaba ahí, sintiendo ese crecimiento como mío, dando el cien por cien de mí, luchando por tirar adelante los proyectos, fui feliz. Me gustaba tanto mi trabajo, estaba tan involucrada en todos los ámbitos, tenía tanta admiración por los médicos que lo hacen posible, que nunca diré que no valió la pena. Aunque ahora debo rebajar paulatinamente mis pensamientos acerca de algo que muy pronto dejará de ser mío para convertirse en propiedad de otros.
¿Y qué me depara la vida?


De momento he decidido perseguir algunos proyectos personales mientras busco un nuevo trabajo donde dedicar todas las energías necesarias para tirar adelante los retos propuestos. Y mientras llega esa maravillosa oportunidad, buscaré llenar las horas con mil planes postergados, ideas, sensaciones, salidas con amigas y descanso. Porque a veces, en la vida, descansar también es importante.
Quién sabe qué me traerá el futuro incierto… 
Sea lo que sea seguro que me hará feliz, llenará mis horas y me ofrecerá una nueva perspectiva de la vida. Y lo espero con ansia.
¡Feliz día! J

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Islas Cham (Hoi An II)

10:01 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Estamos llegando al final de mi viaje a Vietnam… ¡Qué pena!
En Hoi An estuvimos tres maravillosos días. Tras el primero de playa, el segundo nos decidimos por un tour mañanero que resultó un fiasco. Fuimos con unas barcas de bambú por el río. Y al volver probamos la magnífica gastronomía de nuestro hotel. 


La tarde la dedicamos a descansar, a pasear por el pueblo, a descubrir tiendecitas, a tumbarnos en la piscina… Y cenamos en un súper restaurante que me encantó: Good Morning Vietnam (enlace).
Ese día fue de descanso y la verdad es que estuvo genial porque a veces es necesario parar un poco de la actividad febril.


Nuestro último día en Vietnam lo dedicamos a las islas Cham, una zona de playa impresionante cerca de Hoi An. La verdad es que vale la pena, aunque la única manera de ir es con un tour preparado al que a mi gusto le sobran muchas actividades. Intentamos buscar la alternativa de ir por libre, pero si no quieres quedarte a dormir en la isla, en casa de un pescador, no hay forma de hacerlo.
Nos recogieron pronto por la mañana para llevarnos a un muelle atestado de chinos. 

A mí en principio no me molesta la gente, pero los chinos siempre me demuestran ser muy maleducados. No respetan las colas, chillan constantemente, escupen en el suelo…
Por fin nos subimos a la barca y fuimos a visitar la isla más grande, donde me encantó el mercado de pescado. Lo que me pareció muy flojo fue el snorkel de después. Nos llevaron a una zona con poco coral vivo y unos fondos que no acabaron de gustarme para nada.


La verdad es que la playa donde nos dejaron pasar tres horas era preciosa, virgen, con agua clara y casi sin gente. Esa parte fue la mejor. Nos tumbamos en la arena para disfrutar de ese paraje, usamos el dron para hacer algunas fotos aéreas y nos bañamos en un mar precioso.
La comida fue pésima, como en general las de este tipo de tours, pero nos amenizó un mono que nos vino a robar un poco del plato. En esta isla había monos, ¡y se dejaban ver! 


Regresar a puerto fue triste porque nuestro viaje estaba tocando a su fin. Las islas Cham nos gustaron y Vietnam había sido un país con mucho sabor y un sinfín de experiencias nuevas y excitantes.
Como habíamos pagado la habitación todo el día, nuestro vuelo no salía hasta la una de la noche, usamos el tiempo para preparar las maletas, disfrutar de la piscina, descansar en la habitación y cenar otra vez en el Good morning Vietnam para despedirnos del lugar.
Y a las ocho en punto pusimos rumbo al aeropuerto para embarcar en nuestro larguísimo vuelo destino a Barcelona, despidiéndonos de un magnífico viaje de verano que quizás sea el último en un tiempo y que nos deja un buen recuerdo en forma de álbum, tanto de fotos como en la memoria.
¡Feliz día! J

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Primaeras horas en Hoi An

13:31 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Estoy un poco despistada últimamente, pero me he propuesto retomar el blog y otras actividades desplazadas…
Nos quedamos rumbo a Hoi An, uno de los lugares más mágicos de Vietnam, aunque para mí el diez se lo llevó Ninh Binh.
Llegamos al aeropuerto de Da Nang de noche, un poco tarde, y nos esperaba el conductor enviado por el hotel para llevarnos al maravilloso hotel Little Riverside Hoy An (enlace), una grandiosa elección porque era un lugar precioso, con unas habitaciones alucinantes y un servicio de doce sobre diez. ¡Altamente recomendable!


A esa hora casi no había establecimientos abiertos, pero por suerte encontramos una hamburguesería cerca del hotel donde saciar nuestra hambre antes de irnos a descansar.
La mañana siguiente todos teníamos sed de playa, así que alquilamos un par de motos y nos fuimos al Deck House, un restaurante en la palaya, con tumbonas y vestuarios gratis para los huéspedes de algunos hoteles, entre ellos el nuestro. 
El sitio era muy bonito, el sol impresionante y bañarnos en el mar fue una experiencia mágica tras tantos días pasando un calor extremo. Àlex se subió a uno de esos paracaídas que van enganchados a una moto de agua mientras nosotros disfrutábamos del mar. 


Comimos allí y la verdad es que la comida estaba buena, aunque a un precio excesivo teniendo en cuenta dónde estábamos. Pero valió la pena.
Por la tarde, ya de regreso al hotel, decidimos perdernos con las motos por los alrededores para descubrir un poco la naturaleza de esa zona. Nos metimos por unos caminos estrechísimos, entre campos de arroz. 
Tras un par de horas de exploración utilizamos San Google Maps para regresar al hotel. La verdad es que en todos nuestros viajes compramos una tarjeta de datos solo llegar y es una maravilla poder usarlo para encontrar el camino d vuelta cuando estás perdido en medio de un país lejano y desconocido. 


Descansamos un rato, subimos a la azotea a darnos un baño en la piscina con unas vistas alucinantes del río y nos vestimos para ir a descubrir la joya de la corona, Hoy An, un pueblecito iluminado con miles de fanalillos distribuidos por las calles. 
Es un pueblo de cuento de hadas, aunque hay demasiada gente y eso para mí lo convierte en un parque de atracciones. Además, os digo desde ya que si sois compradores compulsivos allí os arruináis. Está lleno hasta los topes de tiendas de todo tipo, con una gran variedad de sastrerías a medida donde te hacen un traje o un vestido o unos zapatos o lo que quieras en menos de veinticuatro horas y a un precio de risa. Nosotros no compramos ninguna pieza de ropa porque temíamos la hora de charla con los vendedores, pero tenían muy buena pinta.


Como era el festival de la luna llena, el río se llenó de barcos con farolillos. La tradición dice que se ha de dejar uno con una vela encendida en el agua. Y claro, como manda la guía del turista, nos subimos a una de esas barcas con nuestro farolillo para navegar por las aguas y dejarlo viajar por el río. La única pega para mí fue la masificación…
¡Feliz día! J

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El Templo de la Literatura y un taxi estafador (Hanoi III)

12:21 Pat Casalà 1 Comments

¡Buenos días! Tras una noche de descanso enfilamos el último día en Hanoi. Decidimos ir a visitar el Templo de la Literatura y después el Museo de la Guerra, pero el último estaba cerrado y nos quedamos con las ganas.
El templo me pareció alucinante. Está lleno de historia, de cultura, de uno de esos silencios sacros que suelen acompañar a los santuarios. ¡Lástima del calor!
Paseamos por el recinto, miramos las tiendas de souvenirs, compramos cuatro cosas, hicimos un montón de fotos de esas que me sacan una sonrisa cuando las miro después.


Al salir cometimos el peor de los errores, uno que ya nos habían advertido, pero como estábamos cansados y acalorados, dejamos pasar. Nos subimos a un taxi rojo. ¡Menudo error! Teníamos la aplicación Grab, una con la que llamar a taxis de verdad, donde se pacta un precio y pueden venir a recogerte en coche o en moto, pero se nos acercó un señor a ofrecernos su vehículo y entramos.


¡Nos timó! El taxímetro corría a una velocidad mucho más rápida de lo normal y nos costó cuatro veces lo normal la carrera hasta un sitio extraño. Y digo extraño porque se nos había roto una hélice del DJI Spark, nuestro pequeño dron, y buscamos en internet un establecimiento donde comprar el recambio. No estaba demasiado lejos del Templo de la Literatura, pero resultó ser un edificio sin distintivos donde Irene y Chiqui se adentraron con un poco de ansiedad.
Resultó ser un estudio de unos universitarios frikies que vendían todo lo relacionado con el DJI mientras realizaban sus proyectos.


Y de ahí nos fuimos al museo usando Grab, para descubrir que estaba cerrado por un evento.
Terminamos comiendo en el Pizza 4p (enlace), restaurante que encontramos gracias a TripAdvisor y donde reservamos el día anterior para darnos un homenaje. Y valió la pena porque la comida estaba espectacular.
Al salir fuimos dando un paseo al hotel, despidiéndonos de las últimas horas en Hanoi y parándonos  en algunas tiendas. La verdad es que las copias son impresionantes y más cuando miras el precio. 


A las cinco y media en punto nos montamos en una van destino al aeropuerto tras pasar un rato en la recepción del hotel para descansar. 
Me llevé un buen regusto de la visita a Hanoi, y no me disgustó haber pasado dos días recorriéndola, sobre todo el Old Quarter.
Es una ciudad ruidosa, llena de vehículos, peligrosa a la hora de cruzar las calles, pero también colorida, llena de vida y muy interesante.
¡Feliz día! J


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elVietnamita (Hanoi II)

8:28 Pat Casalà 1 Comments

¡Buenos días! El tiempo de Vietnam fue espectacular. Cuando preparábamos el viaje fueron muchos los que nos advirtieron de las lluvias constantes y de la necesidad de llevar encima un chubasquero, pero en los quince días de estancia solo tuvimos un par de tardes lluviosas y ninguna de ellas estropeó las visitas.
Para visitar Hanoi optamos por un free tour y, tras buscar mucho en la red, nos decidimos por elVietnamita (enlace). 
Resultó ser un catalán llamado Marc que se ha casado con una vietnamita y, aparte de las visitas guiadas y tours, también regenta un hostel. Y la verdad, fue un auténtico placer descubrir las calles de Hanoi de su mano.


Nos reunimos en la recepción del hostel para iniciar el recorrido. Éramos unos treinta españoles dispuestos a descubrir la ciudad en grupo y no tardamos en salir rumbo a nuestra primera parada.
Una de las primeras cosas que nos contó Marc, y que me pareció súper interesante, es que no debíamos comprar botellas de agua con el tapón verde, ya que es agua filtrada, sin minerales, y no ayuda a rehidratarse. Os parecerá una tontería, pero con el calor de allí toda precaución para no deshidratarse es poca.
Empezamos el recorrido descubriendo algunas callejuelas interesantes del Old Quarter, escuchando las anécdotas que Marc iba contando para internarnos en la cultura vietnamita, sin dejar de observar todo cuanto nos rodeaba.


Caminamos por la Hanoi Train Street, una vía de tren tan estrecha que apenas queda espacio en los andenes y las casas tiemblan a su paso. 
El calor abrasador nos acompañó en nuestro recorrido hasta llegar al lago de Hion Kiem, el lago de la espada, donde conocimos la leyenda que lo envuelve y vimos el Puente Huc y terminamos frente al Templo de la Tortuga escuchando un poco de historia.
Marc nos contó algunas anécdotas y muchos datos acerca de la guerra de Vietnam que desconocíamos. Me pareció una disertación muy interesante a pesar del calor abrasador que me arrancaba gotas de sudor mientras escuchaba con muchísimo interés.


La verdad es que valió mucho la pena el tour porque en vez de las tres horas que prometía, se alargó en más de cinco y conocimos un montón de cosas interesantes.
Paramos en un café a tomar un café con huevo, típico de Hanoi, ¡y Marc nos invitó! El tour seguía, pero yo me mareé un montón, estaba demasiado acalorada y supongo que tuve una bajada de tensión porque no conseguía reaccionar. Así que decidimos pagarle e ir en busca de un sitio para comer, a ver si lograba rehacerme.
El calor me afectó tanto que no pude casi probar la maravillosa Hot Pot que pedimos, y terminé yéndome al hotel con Irene para estirarme en la cama con el aire acondicionado a tope y recuperarme.
Por la noche, tras deambular en busca de un lugar para cenar, terminamos en un Burger King. Estábamos cansados y necesitábamos algo rápido antes de irnos a la cama para nuestra última noche en Hanoi.
¡Feliz día! J  

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Hanoi I

8:48 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Hoy me toca hablaros de Hanoi, una ciudad muy diferente a las que conocemos en Occidente, llena de gente, de motos, de tráfico, de otra cultura y envuelta en un calor sofocante.
Llegamos desde Halong por la tarde y aprovechamos el tiempo para descansar un rato, visitar la piscina del hotel y dar un largo paseo en busca de algunas compras y de conocer un poco la ciudad.
El Rex Hanoi Hotel está situado en el Old Quarter, en medio del meollo de las callejuelas estrechas y colmadas hasta los topes de motos, coches, transeúntes y vendedores ambulantes. 


No me arrepiento de la elección del hotel, ya que su ubicación es perfecta.
En Hanoi me sorprendió descubrir edificios muy estrechos, unos al lado de los otros, apiñados sin demasiado concierto. Las casas son largas y muy estrechas.
Quizás lo peor era el tráfico y la ausencia de señales, ceda al paso o semáforos. Es una jungla con la mayor concentración de motos que he visto en mi vida. Y la única manera de cruzar la calle es el «no pares, sigue, sigue», que traducido es no mirar, avanzar y no detenerse nunca. ¡Las motos ya te esquivaran! ¡Y los coches pitarán, pero se detendrán a tiempo! 


Bueno, hay un montón de accidentes diarios, pero ahí impera la ley del más fuerte, así que desestimamos la opción de alquilar una moto para movernos por Hanoi, ya que es realmente un deporte de riesgo. 
El paseo nos llevó a descubrir las tiendas llenas de imitaciones perfectas, el mercado donde por ser occidentales no nos quisieron vender, las ofrendas que realizan en medio de la calle, encendiendo fuegos en medio del abrasador calor de la ciudad.
Después de cenar nos metimos en la habitación dispuestos a planear el día siguiente y decidimos reservar un free tour en español. Tras visitar algunas páginas nos decantamos por elVietnamita (enlace) y acertamos de pleno. 


Al día siguiente nos despertamos más tarde y mientras los chicos remoloneaban un poco mi marido y yo nos fuimos a cambiar dinero. Ya era la segunda vez que lo hacíamos en la ciudad y nos decantamos de nuevo por un banco, ya que a pesar de haber leído mucho acerca de las joyerías donde cambiaban, no encontramos ninguna dispuesta a hacerlo.
A las diez y media empezamos a caminar rumbo al Republik Backpackers’ Hostel, lugar de donde salía el tour. El calor era realmente sofocante, pero seguimos adelante y nos adentramos en las callejuelas guiados por el inestimable Google Maps.


Al llegar nos encontramos con un hostel acogedor y un chico catalán que sería nuestro guía. Marc nos preguntó por la reserva y nos instó a sentarnos a esperar al resto de los participantes en la pequeña excursión guiada por la ciudad.
Lo voy a dejar aquí, ya que prefiero extensión para hablaros de la visita en grupo. Per os diré que la elección de Marc fue un acierto total.
¡Feliz día! J

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