Manila y bye bye Filipinas

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Hoy me despido de vosotros hasta el martes seis, día en el que me reincorporo al despacho tras volver de Brasil. Voy a dejar terminado mi viaje por Filipinas en este post y por al regresar empezaré a repasar mi vida literaria.
Ha sido maravilloso recordar, ver las fotos otra vez, elegir algunas para compartir con vosotros y revivir una aventura que estoy empezando a plasmar en una novela. No es la primera vez que utilizo una experiencia personal para dar vida a los personajes, pero esta vez hay muchísimo más de mí en ella, ya que ocupa una parte importante de la trama.


Nos quedamos en el aeropuerto de Bohol, a punto de embarcarnos para nuestro último destino: Manila.
La espera en la terminal fue surrealista. Era una sala cuadrada con sillas de plástico y un aparato de aire acondicionado a la vista. No había sitio, así que Irene y yo nos sentamos en el suelo. Cuando aparecieron unos músicos para tocar frente a la puerta que daba a la única pista me fijé en que dos de ellos eran ciegos.


¡Ya nos veis allí sentadas, escuchando versione de canciones muy conocidas!
Les dimos una propina porque nos pareció lo más justo y, tras una equivocación de cola (no entendimos que el vuelo inmediatamente anterior al nuestro era de la otra compañía aérea), conseguimos caminar por la pista hasta nuestro avión.


Manila me sorprendió. Es un lugar ruidoso, lleno de tráfico, con edificios tristes, suciedad en las calles, muchísima pobreza… Fue como si después de pasar tres semanas en el paraíso la capital me devolviera de repente a una realidad paralela donde el calor sofocante y la aglomeración me despertaran de un sueño.
Para entrar en el Hotel Manila, un establecimiento alucinante, muy cercano a Intramuros y con un hall que nos dejó sin aliento, tuvimos que pasar dos controles de seguridad: uno con perros que buscaban droga en nuestro equipaje y otro de detector de metales y abertura de bolsas y maletas.


Cenamos en el bar del hall, donde unos músicos tocaban canciones clásicas colmando el ambiente de notas serenas.
Al día siguiente habíamos quedado con mi sobrino, quien está estudiando unos meses en la ciudad, y nos fuimos con él a visitar Intramuros, que era el emplazamiento de los españoles durante la época colonial. Visitamos la catedral y el Fuerte de Santiago.
Hacía muchísimo calor, el cielo estaba muy encapotado y la pobreza de las calles de camino a Intramuros me sobrecogió. Niños desnudos pidiendo, cajas reconvertidas en casas en medio de la acera con hornillos donde cocinaban…


Pasamos el resto de la tarde en la piscina y leyendo en la habitación, hasta el momento de coger un taxi al aeropuerto para volver a Barcelona. Fue una despedida agridulce…
Acabo de encontrarme con esta reseña de Dúo (enlace). La historia entre Iris y André se basa en una historia real de una pareja que a día de hoy está casada. A mi parecer era necesaria para introducir a Margaret. Y sí, creo que su parte es la más desarrollada porque la acompañamos durante toda su vida, descubrimos su despertar al mundo, sus amores y desamores, cómo termina convirtiéndose en alguien tan opuesta a su yo de juventud…

¡Feliz día! J

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Traiser y Chocolats hills (Bohol)

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Cada día me queda menos para coger un avión rumbo a Sao Pablo. Tengo deseos de volar, pero también me gustaría quedarme… Sin embargo está clarísimo que el lunes embarcaré.
Ayer nos quedamos en nuestra segunda noche en Bohol. Cenamos en un restaurante de la playa cercano al hotel y nos fuimos a dormir pronto.
El buffet de desayuno del Hennan era alucinante. Al día siguiente nos ocupamos de probar mil exquisiteces, como los huevos Benedict. ¡Estaban deliciosos! Preparamos las maletas e hicimos el check out.


El coche nos recogió puntual a las ocho y media, pero el señor que nos contrató los tours nos dio un disgusto. Está claro que algunos filipinos faltan a su palabra. El día anterior le habíamos dejado una bolsa llena de ropa para lavar y nos aseguró que la tendríamos limpia en el coche, pero apareció sucia…
En fin… Dejemos de lado el cabreo y vayámonos a la excursión del día. Empezamos visitando los Trasiers, unos monos pequeñísimos con ojos saltones. Caminamos por el sendero marcado guardando silencio para no perturbar el descanso de loa animales y nos paramos a hacerles fotos. Parecían estatuas agarradas a las ramas. Apenas se movían o interactuaban.


Después nos fuimos a las Chocolate Hills, unas colinas recubiertas de naturaleza que sobresalen en una parte de Bohol y nadie sabe cómo se produjeron geológicamente. La verdad es que pagamos el pato de los turistas y nos llevaron a un sitio donde prometieron una visita de cuarenta y cinco minutos en quads por las colinas, pero resultó una ruta por una zona embarrada desde donde se ven de lejos.
Acabamos llenos de barro, el trayecto duró treinta minutos y nos quedamos con las ganas de ver más de cerca las colinas de chocolate, pero por suerte nos sirvió para ver que había una a la que se podía subir para verlas desde arriba y después convencimos al chófer para ir. No fue fácil, él quería marcharse ya…


Subimos por unas escaleras empinadas. El calor húmedo se incrementaba con las pequeñas gotas que empezaban a caer desde el cielo. Había algunos turistas hablando español o catalán y otros asiáticos.
La vista es sobrecogedora, se ven las colinas alineadas a unos metros bajo la montaña, formando una extensión amplísima de tonalidades de verde y marrón. Pasamos un buen rato tirando fotografías.
Al regresar al coche la lluvia arreció. Mientras nos dirigíamos a unas tirolinas que atravesaban un río. Solo se atrevió a subir Àlex, el resto de nosotros le miramos desde abajo, con el corazón encogido.


Terminamos en el aeropuerto de Tagbilaran. ¡Era prehistórico! De verdad, nunca había estado en uno parecido. Solo había dos mostradores, uno para cada compañía. En ellos los vuelos se anunciaban en cartón. Había una abertura debajo con una balanza plateada para pesar las maletas, que luego pasaban a la pista levantando una reja metálica… Y la terminar de salidas… ¡Buffff! Para comer necesitamos salir, coger un triciclo e ir a un sitio de comida rçapida cercano.

¡Feliz día! J

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Virgin Island (Bohol)

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! A veces mi despertar es un poco ansioso al pensar en las mil cosas que tengo por hacer. Mi viaje a Brasil por trabajo, mi marido se va a mañana a China, mis hijos van a quedarse solos con la inestabilidad política de estos momentos… En fin, las cosas vienen todas juntas. Y hay mucho que preparar… La maleta, los Excels de trabajo, la organización… ¡Suerte que contaré con el fin de semana para terminar los flecos!


Ayer nos quedamos en Balicasag y hoy nos vamos a ir a visitar la Virgin Island de Bohol. Sí, nos dimos cuenta de que había varias de ellas…
No tenía ni idea de qué me iba a encontrar. Subí a la barca acompañada de una débil llovizna que empezaba a calar. Pasados unos minutos mis ojos se perdieron en el fondo del mar, muy poco profundo. La marea estaba baja y al navegar rumbo a la isla puedes ver con nitidez las mil estrellas de mar multicolores que se distribuyen sobre la arena o las algas. Es un espectáculo increíble.


Virgin Island es una lengua de arena en medio del mar, con un manglar cercano, rodeada de agua de poca profundidad. Las barcas estaban todas alineadas a varios metros de la arena. Anclaron allí y nos ayudaron a descender por la escalera. ¡Suerte que llevaba las sandalias de agua!
Caminamos hasta tierra sin dejar de mirar embelesados ese fondo marino tal alucinante. A las estrellas e le sumaban cangrejos, conchas caminantes y otros animalillos.


No deberían permitir a los turistas caminar libremente por allí porque yo sufría por la vida marina, por el daño que mis zapatos de suela podían hacerle. Aunque me encantó avanzar hasta la arena, pararme a observar las parrillas colocadas por unos locales, donde cocinaban pescado y pollo a la plancha, caminar por esa fina arena, entrar de nuevo en el agua para acercarme al manglar…


Pasamos cerca de media hora deleitándonos con el lugar, tirando mil fotos, sin dejar de sentirnos atrapados por la magnificencia que emanaba la isla. Paz, serenidad, calma…
Regresamos a puerto y decidimos probar el macro buffet de comida del hotel para estar en una sala con aire acondicionado. Estuvo muy bien, la calidad de la oferta gastronómica era perfecta y disfrutamos llenando el estómago.
Pasamos la tarde en la piscina y en la playa, tumbados al sol, leyendo…


Ayer salió una magnífica reseña de Dúo de la mano de Lara, la administradora del blog Between us (enlace). Para mí esta novela es especial porque se nutre de varias ideas combinadas para crear un cóctel de tramas. Margaret ha sido una de esas protagonistas que más huella ha dejado en mi corazón. Me alegra haber llegado al de Lara porque sus palabras me emocionaron muchísimo. Es bonito saber que una historia consigue llegar.

¡Feliz día! J

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Alona Beach Y Belicasag Island (Bohol)

7:17 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Esta semana tengo muchísimo lío, el próximo lunes me voy a Brasil por trabajo durante una semana y hay mil preparativos. Será una experiencia agotadora, pero muy productiva.
Durante esos días no habrá entrada en el blog, ya que aparte de la diferencia de horarios, la jornada laboral se alargará durante muchas horas y me va a ser imposible escribir.
Ayer nos quedamos en nuestra llegada al Hennan Hotel de Bohol.


Tras el desafortunado incidente de recepción dejamos las cosas en la habitación, deshicimos la maleta y nos vestimos con ropa de baño para ir a dar una vuelta y pasarnos un rato largo en las piscinas. Necesitábamos planear los días siguientes. Teníamos claro qué queríamos hacer: una inmersión en Balicasag Island, visitar Virgin Island, ir a ver las Chocolate Hills y conocer a los Trasiers (unos monos pequeñitos con ojos enromes).


Paseamos por Alona Beach observando los restaurantes y la vivacidad de la playa, estudiamos las ofertas de los centros turísticos y acabamos contratando un pack de varias cosas con un señor local. Al día siguiente iríamos con una barca a hacer excursiones y a bucear y al siguiente tendríamos conductor privado para salir pronto del hotel, visitar varios puntos y terminar en el aeropuerto donde teníamos previsto un vuelo hasta Manila.
Cenamos en un restaurante bastante agradable frente al mar y terminamos la velada bañándonos en las piscinas iluminadas del hotel. Estaban repletas de grupos familiares chinos, que suelen ser muy escandalosos.


Había música en directo, como no, una cantante con una voz prodigiosa entonó el Despacito sin pronunciar las palabras de una forma coherente.
Por la mañana empezamos la excursión. Me había pasado la noche con un dolor agudo de oído, necesité varias gotas antibióticas y decidí no hacer la inmersión, ya que es peligroso, así que me armé con mi Kindle y me subí a la barca para esperarlos mientras ellos se sumergían por última vez en el mundo submarino.


Teníamos dos marineros en la barca para nosotros cuatro.
Cuando avistamos Balicasag Island me pareció una isla menos paradisíaca que otras, pero era auténtica porque nos dejaron en una aldea asentada cerca de la playa donde prepararon a mi familia para la inmersión. Una con mucha seguridad, pero no oficial.
Mientras ellos estaban bajo el agua yo me estiré en la arena con mi libro. Empezaba a chispear, pero el calor húmedo de esta parte del trópico me acompañó y no me molestaba la fina llovizna que me mojaba. Había unos niños bañándose en la cercanía, al lado de una barca, y me pasé un rato viéndolos hasta que decidí seguir su ejemplo.


Mi familia regresó feliz de su experiencia. Unas cuantas mujeres se acercaron mientras se vestían para ofrecer varios objetos realizados con conchas. Decidimos comprar unos pisapapeles chulísimos y muy artesanales para regalar.
¡Feliz día! J 

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Llegad a Bohol

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Este mes de octubre estoy ofreciendo Dúo a los blogs para reseñar, ya que esta historia merece ser leída. Margaret me parece una mujer con muchas cosas que contar e Iris y André tienen su momentito de gloria, esa relación que se forja con una rapidez increíble, salpicada de música. A veces hay novelas que se quedan enganchadas a mi piel y esta es una de ellas.
Os animo a descubrir las peripecias de los personajes…


Pero volvamos a nuestro viaje por Filipinas, del que me queda poco por contar. Nos fuimos de Siquijor enfadados, pero con muchas ganas de llegar a Bohol para pasar un par de noches en un resort que decidimos permitirnos. Sobre el papel tenía muy buena pinta. Varias piscinas frente a la playa, con prestaciones increíbles, hamacas perfectas delante del mar…
El ferry nos dejó en el puerto, donde tardamos bastante en recuperar el equipaje. Decidimos subirnos a uno de los divertidos triciclos que pueblan el paisaje de Filipinas y fue un trayecto bastante incómodo. Además, el conductor no paraba de flipar con lo caro que era el hotel donde nos alojaríamos, el Henann Resort AlonaBeach. La verdad es que para ser Asia era carito, pero en Europa ese alojamiento valdría como mínimo cinco veces más, así que darnos el capricho un día tampoco es tan horrible, ¿no?


La media de precio de una habitación con desayuno en Filipinas en un hotel de una buena categoría es de unos setenta euros la noche y este nos constó ciento diez…
Llegamos cansados, con ganas de un baño en las piscinas, pero estaba claro que ese día era el de mal fario con los hoteles. Nos pidieron la tarjeta de crédito con la que hicimos la reserva y resulta que nos la habían robado en Barcelona hacía un par de meses, por la que no la teníamos. La respuesta fue surrealista porque no querían dejarnos quedar a dormir si no volvíamos a pagar. Flipante si tenemos en cuenta que la teníamos íntegramente abonada desde marzo.


Tras discutir un rato con la recepcionista, una mujer bastante antipática, entendimos que querían que pagáramos de nuevo y que si en tres meses nadie reclamaba la reserva nos devolverían el dinero. No lo aceptamos porque era un abuso. ¿Tres meses más con nuestro dinero? ¿Quién va a reclamar la reserva pasado el día?
Los siguientes minutos fueron muy tensos. Abrí mi cuenta bancaria en el móvil, busqué los extractos de marzo, les mostré el pago y la recepcionista se llevó mi móvil con la cuenta bancaria logeada sin pedir permiso, desapareciendo durante cinco largos minutos para volver diciéndome que no servía. He de admitir mi estado de histeria en ese instante porque, ¿qué se había creído llevándose así el móvil? ¿Quién me aseguraba que no haría nada con mis cuentas?


Entonces mi marido explotó, poniéndose nervioso y finalmente salió la encargada en tono más conciliador. Terminamos frente a un PC del hotel, demostrándole cómo solo yo conocía las claves. Y después del mal rato, por fin llegamos a una habitación.

¡Feliz día! J

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Bye bye Siquijor

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Ayer las tormentas se ensañaron con Barcelona y llenaron las calles de tráfico. A mí los días grises me apagan porque solo consiguen hacerme sentir tristeza. Es como si las nubes postradas en el cielo bajaran hasta mi mente y mi corazón para llevarlos a ese lugar frío y cavernoso.
La paciencia no es una de mis virtudes, pero en las últimas semanas he empezado a ver que soy capaz de serenarme lo suficiente para no ponerme nerviosa y aceptar cuando las cosas necesitan su tiempo.


En Filipinas el tiempo era muy distinto, en ningún momento tuvimos esta oscuridad grisácea del día de ayer y las lluvias fueron pequeñas, sin una duración demasiado larga.
La última noche en Siquijor comimos en el Dagsa ResoBar, un local muy bien ambientado con una oferta culinaria muy interesante. Pedimos uno de los combinados para cuatro personas que ofrecían y nos trajeron una súper bandeja llena de exquisiteces.
Regresamos al hotel los cuatro y mi marido y Àlex se fueron a devolver las motos. Los trajeron de vuelta en una sola moto, los dos montados detrás del conductor, atravesando los caminos llenos de baches, las subidas, las bajadas…


Estaba muy cansada, así que no tardé en caer en un sueño profundo para despertarme pasadas las cinco, cuando los gallos empezaron su serenata. Salí con mi ordenador al bar para aporrear las teclas y seguir avanzando con ECDA, una novela que ahora estoy volviendo a revisar a ratos.
Desayunamos, nos duchamos, terminamos de cerrar las maletas y tuvimos ese momento tan tenso con el dueño del hotel. Uffff, sacaba humo por los dientes ante semejante personaje y su forma autoritaria e intolerante de tratar a sus clientes. Salí muy ofuscada porque a las personas que te pagan un servicio las has de convencer con palabras suaves no con despotismo. Desde luego el Kawayan Holiday Resort de Siquijor no se lo voy a recomendar a nadie porque para mí el trato al cliente es básico.


Contratamos una van en el hotel para llegar al puerto de Larena, donde compramos los billetes para el barco hasta Bohol. Nos quedaban un par de horas para comer algo. Fuimos a la terminal, donde te obligan a facturar el equipaje y pagar. La verdad es que el ferry es carísimo porque aparte del precio del billete hay que sumarle las tasas portuarias y las maletas…
Como por fuera no encontramos ningún sitio para comer acabamos en un supermercado comprando patatas fritas, galletas saladas, bollitos… ¡Una comida de lujo, vamos! Nos la tomamos en la terminal, donde coincidimos con varios españoles en tránsito como nosotros.
 Os quiero dejar el link a una entrevista que me hicieron hace un tiempo y hoy ha salido publicada en el blog Lectura Adictiva (enlace).

¡Feliz día! J

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Con la rueda pinchada (Siquijor)

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! La tormenta descarga su fiereza en las calles, llenándolas de oscuridad. Escucho el repiqueteo del agua en el suelo desde la ventana, empañando el silencio de la casa dormida, y con una fuerza colosal que parece capaz de romper la serenidad con el estallido.
Últimamente me despierto muy pronto por culpa de mi cabeza, que no deja de darle vueltas a mil cosas y después de desayunar, escribir en el blog y ducharme me adentro en alguna lectura estirada en el sofá a oscuras, solo iluminada con la luz de la pantalla del Kindle, esperando la hora de salir hacia el despacho.


La negrura de hoy en el exterior es más densa de lo habitual y la tormenta suena como si mil cañones estuvieran dinamitando el cielo. A ver si amaina a tiempo para subirme a la moto sin problemas.
Ayer nos quedamos en nuestro día de buceo en Siquijor. Nos dejaron pronto de vuelta en el hotel, donde nos duchamos, nos vestimos y nos preparamos para ir con la moto a mirar los billetes de barco para el día siguiente a Bohol. Debíamos ir hasta el puerto de Larena.
Al salir del hotel Àlex nos avisó de que algo le pasaba a su moto y no tardamos en descubrir la rueda pinchada. Estábamos en medio de la nada, rodeados de campos. No teníamos muy claro cómo solucionarlo. Por suerte mi marido recordaba que al final del camino había un mecánico.


Irene y yo nos bajamos para dejar que los hombres condujeran hacia allí mientras nosotras recorríamos el trayecto andando. Los nativos nos silbaron en varios tramos del sendero, nos miraban con demasiada curiosidad, sin ocultar su fascinación por personas diferentes.
Por fin llegamos a un mini pueblo consistente en pocas construcciones desiguales, un pequeño puente sobre un río, una tienda de todo, un lugar con gasolina (que no son más que botellas de litro de Coca-Cola rellenas de líquido de dos colores, uno por cada tipo de gasolina. El nuestro era el rojo) y una charca donde se lavan.       


El mecánico no estaba y no sabíamos qué hacer porque la carretera estaba lejos. Mi marido decidió ir en busca del hombre que nos alquiló las motos, quien vino dispuesto a ayudar. Pero como todo era manual tardaron más de dos horas en cambiar la rueda. Pagamos una cantidad por el recambio y la ayuda de la gente del pueblo y por fin pudimos ir hasta Larena, donde nos encontramos con la taquilla de los barcos cerrada.


Estábamos famélicos, así que buscamos un lugar para comer. Tras dar varias vueltas por el lugar encontramos a un chico muy amable que nos indicó un local agradable donde comimos muy bien. Pinchos de pollo, arroz (¡cómo no!), un poco de pescado…
Pasamos lo que quedaba de tarde en la piscina del hotel, preparándonos para viajar al día siguiente rumbo a Bohol.

¡Feliz día! J

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Inmersiones en Siquijor

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! A veces hay instantes en los que me paro a pensar en cómo resumir mi vida y darle una vuelta, en qué es lo que me impulsa a seguir adelante y en si vale la pena continuar. En general soy optimista, pero en algunos aspectos de mi vida tiendo a mirar la parte menos agradecida. Entonces aparece una reseña como esta (enlace) y me hace recuperar la ilusión.
La administradora del blog Viajera entre páginas ha mostrado su entusiasmo a la hora de expresar las opiniones, tanto de la Serie Sin ti como de Rumbo a ninguna parte, y me siento feliz, agradecida, entusiasmada.



Volvamos a Filipinas…
Nos despertamos al día siguiente y la tormenta seguía descargando su furia sobre Siquijor. Habíamos quedado en ir al centro de buceo en moto, pero era imposible montarnos en la moto sin acabar empapados. Así que les llamamos para anularlo. Sin embargo nos ofrecieron recogernos en su jeep y llevarnos igualmente a bucear.
No tenía muchas ganas, lo admito. Después de mi mala experiencia en Malapascua era un poco reacia a bucear, aunque ya me había quitado la espinita en Malboal y sabía que es maravilloso.


Una vez llegamos al Sea Pearl Divers no pensé demasiado en lo que venía después, simplemente me coloqué el neopreno, charlé un poco con Valerie, la Dive Master que nos acompañó y les seguí a la barca. Fue una de las mejores experiencias del viaje, ya que teníamos a un barco pequeñito para los cuatro y dos personas a parte de Valerie para ayudarnos en todo. ¡Ni siquiera cargamos los equipos!
Dejó de llover al cabo de unos instantes y salió un amago de sol que consiguió alegrarme porque la luz bajo el agua sería más viva.
Cuando me tocaba tirarme me preparé sentada en un banco, cerca de la plataforma preparada para mi salto. No pensé en el mal rollo pasado ni en otra cosa que en pasarlo bien. Al levantarme no podía moverme, ¡suerte de la colaboración de uno de los chicos! Gracias a él pude ponerme en pie, dar un paso de gigante y meterme en el agua.


Esta vez, sin ejercicios ni obligaciones para conseguir un título, conseguí disfrutar muchísimo. Vimos tortugas libres, peces multicolores, coral… Iba todo el rato con los ojos muy abiertos, sin dejar de descubrir la viveza del fondo marino, en paz, como si esa soledad que proporciona nadar bajo el agua acompañada de mi traje, del equipo, de esas gafas que consiguen mostrarme la magnificencia de la vida submarina.
Hicimos dos inmersiones increíbles y al regresar estaba pletórica por haber bajado y superado mis miedos hasta el punto de ser capaz de disfrutar tanto de la experiencia.

¡Feliz día! J

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Appo Island II (Siquijor)

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! El fin de semana ha sido tranquilo y perfecto, de aquellos donde la lectura, la escritura y ver series se convierte en mi rutina y lo combino con paseos, tomar algo sentada en una terraza, hacer algunos recados, preparar una comida familiar para celebrar el cumpleaños de mi hija…
Voy a seguir con mi precioso recorrido por Filipinas, escenario interesante para la novela que estoy escribiendo y que resulta un reto por la mezcla de estilos, el uso de cuatro primeras personas, la historia en sí. La mejor parte de la escritura es crear ese laberinto de situaciones donde soy la única titiritera que lleva los hilos de los personajes.


Nos quedamos viendo tortugas en Apo Island.
Al regresar a la arena nos secamos con las toallas y nos cubrimos con las camisetas para caminar hacia el otro lado de la isla, donde había una preciosa playa de arena blanca y aguas calmadas frente a la terraza de un hotel donde nos dieron de comer. Era un buffet bastante generoso.
No tenía demasiada hambre, el calor no ayuda a la hora de conseguir apetito. Aunque mejor así, ya que estaba aterrorizada por recuperar los kilos perdidos durante la dieta que llevaba haciendo desde abril. Terminé con rapidez y me tumbé en una de las hamacas blancas de madera frente al mar, con el Kindle llevándome a otro lugar.


El calor sofocante me llevó a bañarme pasados unos minutos. El agua nunca está tan fría como en la Costa Brava, pero me refrescó lo suficiente para sumergirme en la historia una vez más.
Cuando nos llamaron para regresar a la barca estaba un poco amodorrada. Teníamos otra salida a bucear un poco alejados de la costa, pero Irene y yo decidimos quedarnos porque ambas estábamos muy cansadas. Mi marido y Àlex vieron un sinfín de nuevas tortugas haciendo snorkel.
El regreso lo pasé leyendo hasta terminar el libro.


Y una vez en el muelle vimos que nos había venido a buscar un jeepney turístico de color amarillo muy chulo. Irene ya se había metido en la van, así que la seguí, pero mi marido y mi hijo decidieron pasar calor en el divertido transporte sin aire acondicionado.
Pasamos la tarde en la piscina del hotel hasta que se desató la lluvia. Fue una tormenta bastante fuerte y se alargó tanto que decidimos probar la cocina del establecimiento. Resultó que no estaba mal, pero costó más del doble que en cualquier otro lugar.


El sábado salió publicada una reseña preciosa de Un último día conmigo en el blog Vive experiencias de ensueño (enlace). Es cierto que se habla de una ruptura sentimental y de la forma en la que una persona muy reprimida sentimentalmente puede cambiar al descubrir la verdadera esencia del amor. En esta novela intenté darle una visión a ambas partes, darle voz a Cesc para que explicara porque engañó a su mujer y no centrarme solo en Lúa.

¡Feliz día! J

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Apo Island (Siquijor)

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Hoy me levanto con muchísima energía, deseos de vivir a tope este extraño viernes que parece un lunes y unas ganas locas de seguir adelante con el reto que supone mi novela actual.
Como me he despertado con Hombre G en la cabeza, como si volviera a la adolescencia alocada en la que las hormonas andaban disparadas y estas canciones me acompañaban en cada segundo de mi existencia, ya me veis buscando una lista en Spotify y escuchándoles con una sonrisa. Porque volver a sentirme con esa edad por unas horitas es maravilloso.


Volvamos a Siquijor, cuando mi marido y yo llegamos chorreando al centro de buceo para encargar las dos inmersiones para dos días después. A la mañana siguiente teníamos previsto ir a Apo Island y estábamos muy ilusionados con la idea de ver las tortugas. Nos alquilaron unas máscaras para hacer snorkel y nos parecieron una pareja encantadora.
Mientras nos íbamos hacia el hotel la lluvia remitió, pero esto no nos libró de llegar empapados. Era tarde, estábamos famélicos y decidimos quedarnos a comer en allí, aunque fue caro y justillo.


Pasamos la tarde descansando, bañándonos en la piscina, leyendo, charlando con una pareja de catalanes que estaban alojados en una de las cabañas de nuestro hotel. Él quería visitar la antigua plantación de azúcar de su familia en la isla de Negros y me abrió los ojos a lo que iba a escribir en mi nueva novela.
Por la noche fuimos a cenar a un restaurante alucinante, pero no recuerdo el nombre… Era un puestecito en la carretera con pinchos de todo tipo que te cocinaban bastante rápido por ser Filipinas.
Y por la mañana nos despertamos muy pronto para irnos al Coco Grove a embarcarnos rumbo a Apo Island, la isla de las tortugas. A pesar de llegar a la hora, las furgonetas directas al muelle tardaron casi una hora en salir. Entablamos conversación con unos vascos simpatiquísimos e iniciamos la aventura.


Nos llevaron con un barco bastante cómodo hasta la isla en un trayecto de casi una hora. Una vez anclados, bajamos a las rocas y caminamos un poquito hasta llegar al lugar donde un guía nos llevó a dar una vuelta nadando por la cercanía. Vimos un montón de tortugas en el fondo, coral, pececitos, hasta una serpiente de agua que estuvo a punto de lanzarse sobre mí, pero gracias a la intervención del guía no pasó nada…


El lunes seguimos con la crónica, ahora me gustaría dejaros una reseña preciosa de No puedo vivir sin ti en el blog Betwwe us (enlace), la primera de esta novela, mi preferida de la serie. A Lara le ha gustado y eso me hace feliz porque cuando termino una historia siempre me queda la inquietud de saber si va a gustar… Yo también echo mucho de menos a Julia y a Zack, fueron mis niños durante mucho tiempo y escribir su aventura fue muy intenso.

¡Feliz día! J  

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Butterfly Santuary (Siquijor)

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Hoy mi hija cumple diecisiete años y a mí me invade una extraña nostalgia porque me doy cuenta de cómo pasa el tiempo, de lo mucho que ha cambiado mi vida desde cuando la llevaba en la barriga, de la maravillosa familia que hemos construido entre los cuatro y de cada una de las decisión tomadas en las curvas de un camino empinado.
Hay instantes en los que un hecho significativo me hace detenerme para echar la vista atrás y descubrir la felicidad de cada instante, dándome cuenta de mi suerte sin dejar de sonreír.


Voy a volver a Filipinas, a cuando nos subimos a las motos para recorrer la isla hacia las montañas. Era una carretera solitaria, casi ausente de personas. Se enfilaba hacia la cima con curvas largas. El calor era tan sofocante que apenas me confortaba la brisa de la marcha. Y el rugido de la naturaleza se empeñaba con el motor, pero era casi silencioso, lleno de notas de vida.
Es extraño, en Filipinas se ven muy pocas aves y los monos, tan abundantes en Asia, apenas cubren las largas extensiones llenas de árboles y matorrales selváticos.
Tardamos un poco en llegar al Butterfly Sanctuary, un lugar perdido en las montañas donde hay muchísimas mariposas volando dentro de un recinto vallado para retenerlas. Es un jardín inmenso, en él nos deleitamos con otros insectos, incluso con los gusanos y las crisálidas que pronto eclosionarían en estos maravillosos insectos alados.


Pagamos para entrar y, al igual que en la carretera, disfrutamos en soledad de ese santuario.
Al regresar a la moto decidimos conducir hasta un mirador en la montaña. Llegamos tras perdernos un par de veces. Estábamos en la cima, rodeados de musgo en el suelo, con las ramas de los árboles tapando el sol, acompañados del silencio. Dejamos las motos y nos acercamos a los escalones… ¡Había ciento setenta o así! Empezamos a subir hasta llegar a lo alto, donde había que ascender a una torre de metal. La verdad es que fue un chasco porque apenas se veía nada.
Un par de rayos surcaron el cielo, anunciando tormenta. Era tarde, habíamos visto la mayoría de cosas que deseábamos y, aunque nos quedaban las cuevas, la lluvia empezó a repiquetear en el suelo para advertirnos de la necesidad de regresar.


Pusimos rumbo al hotel para darle algún antiinflamatorio a Irene, ponerle uno tópico en el pie y descansar unos instantes. A mitad de camino la llovizna arreció, convirtiéndose en un aguacero. Mis hijos decidieron seguir hacia el hotel, mi marido y yo fuimos a contratar un par de inmersiones para el día siguiente.
Llegamos completamente empapados al centro de buceo que habíamos encontrado gracias a Trip Advisor, el Sea Pearl Divers, un sitio que resultó un hallazgo increíble. Entramos chorreando, pero nos atendieron increíblemente bien. Y al salir volvimos a la tormenta, a empaparnos rumbo al Coco Grove Beachresort para reservar una excursión a Apo Island, la isla de las tortugas para dos días después…

¡Feliz día! J

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Lagan falls (Siquijor)

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Llegamos poco a poco al decimoséptimo cumpleaños de mi hija y mi corazón recibe sentimientos encontrados. Me alegra verla crecer, acompañarla en esta aventura llamada vida, pero también me doy demasiada cuenta del paso del tiempo, de cuántos años han pasado desde que la llevaba con ilusión en mi barriga y deseaba conocerla… Mañana es su cumpleaños… No quiere pasarlo con nosotros, está en esa edad en la que los amigos son lo primero…
Nos quedamos a puntito de empezar nuestra aventura motorizada por Siquijor.
Es una isla no demasiado grande y es posible hacerla entera con la moto en un día.


Al salir del hotel recorrimos los caminos de arena que serpenteaban entre la naturaleza y la gente llevándonos a la carretera principal. Para encontrar el camino de vuelta le hicimos una foto al lugar dónde salimos, ya que el día anterior nos costó un montón llegar al hotel. ¡No hay ni un cartel!
Empezamos la visita por el Old tree. Es un árbol milenario con un lago a sus pies donde tienen esos pececitos que se comen las pieles muertas. Aparcamos bajo unos árboles y caminamos hacia allí, pero enseguida nos vinieron a pedir una tasa que nos pareció un poco abusiva. El lugar estaba plagado de turistas, la mayoría chinos, y no nos apetecía internarnos en el jolgorio, así que seguimos nuestro camino rumbo a las Lagan Falls. No son tan conocidas como otras, pero como mínimo estaban solitarias. Solo había una pareja de alemanes y nosotros.


Tras una pequeña caminata por el bosque, acompañados de los guías locales, llegamos a un lago donde habían instalado una liana para tirarse al lago y vimos la enorme catarata que dejaba caer sus aguas con fuerza.
Mis hijos y mi marido se dejaron seducir por la liana e incluso Àlex saltó desde lo alto de la catarata para internarse en las aguas de la preciosa laguna.
Hacía calor, un calor sofocante, de los que se te enganchan en la piel despertando el sudor. El paisaje era precioso, salpicado con tonalidades de verde que despertaban los sentidos.


En el momento de regresar a las motos mi hija nos mostró su pie. Esa mañana se había caído en el hotel y no nos lo había dicho. Estaba hinchadísimo, morado, feo… Pero hablamos con los guías y nos sugirieron que no fuéramos al hospital de allí. Así que decidimos seguir en la moto sin andar demasiado. En Barcelona ya la llevaríamos al médico. Le dimos un ibuprofeno y proseguimos el camino.
Nuestra siguiente parada fue una iglesia, San Isidro Labrador. La visitamos ante la atenta mirada de los lugareños, quienes no se perdían un movimiento. Era un poco intimidante, parecíamos monos de feria.
Nos subimos de nuevo a la moto y pusimos rumbo a la montaña para subir a la cima…

¡Feliz día! J

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Primeras horas en Siquijor

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Llegó el lunes… Esta mañana he tenido mucha pereza para levantarme de la cama después de un maravilloso fin de semana en las montañas con mi marido. Necesitábamos desconectar, salir de la ciudad, pasar las horas a solas, serenarnos tras los acontecimientos.
En la crónica del viaje a Filipinas nos quedamos en la llegada al hotel de Siquijor…
Ese día descansamos un poquito en la piscina del hotel para resarcirnos del larguísimo viaje y luego alquilamos unas motos para ir a explorar San Juan. En nuestro camino descubrimos la vida cotidiana de las gentes del campo, acompañados de unos increíbles sunsets.


Cenamos en un restaurante frente a la playa, con la tranquilidad normal en esos parajes, sin ponernos nerviosos por la tardanza. Regresamos tarde al hotel y nos fuimos a dormir con la promesa de un día siguiente lleno de excitantes momentos.
A las cinco y media el maldito canto de los gallos tocó diana. Me vestí con unos shorts y una camiseta, cogí mi Mac y salí al exterior sin hacer ruido. Escribir a esa hora es mágico. No hay nadie, el olor, la brisa y el colorido son especiales mientras el sol va cogiendo impulso para escalar hacia su cénit. Las palabras brotaban con facilidad, llenando folios con esa fuerza característica de la inspiración.
Cuando mi familia se despertó, desayunamos. Sentí esa felicidad que solo se alcanza al estar en paz contigo mismo. Fue una sensación increíble. Casi podía saborear esa ilusoria emoción que me llenaba de placidez.


Esperé la llegada de las motos que alquilamos en el pueblo estirada en una hamaca, con el Kindle llevándome lejos, a una aventura sin paragón. Es la gran maravilla de la lectura, su capacidad para llenar los huecos de tu momento con sentimientos y devenires.
Nos subimos a las motos para seguir una ruta prefijada. Queríamos descubrir la isla, ver cómo eran las montañas, encontrar un camino lleno de nuevas y excitantes experiencias.
Al preparar un viaje mi marido y yo nos dividimos las tareas. Mientras yo preparo un Excel detallado con los presupuestos por áreas, gestiono la reserva de billetes de avión y alojamientos y diseño la ruta, él se dedica a navegar por mil blogs en busca de información para señalar los sitios imprescindibles, cuál es la mejor localización para visitar y cómo moverse por allí.


Teníamos dibujada la ruta para conducir por Siquijor, pero las carreteras no tienen indicaciones, no hay letreros, a veces te pierdes…

¡Feliz día! J

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