Virgin Island y Bantayan Island Nature Park & Resort

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Ayer me llegó el primer libro viajero que salió de mi casa en julio de 2016 para pasar por las manos de seis blogs diferentes. Rumbo a ninguna parte… Cuando termine mi periplo por Filipinas dedicaré una entrada a relatar lo que ha significado para mí esta primera organización de un book tour.
Ayer nos quedamos en Virgin Island, bañándonos en el agua transparente del mar, saltando de un acantilado y disfrutando de la serenidad de ese reducto apartado del trópico.


Al regresar a la barca teníamos la comida preparada. Pescado, sepia y gambas a la barbacoa, arroz y una ensalada. Comimos sentados bajo el toldo y no me gustó la idea, hubiera preferido un restaurante porque la comida estaba demasiado pasada, como si hiciera rato que la habían sacado de la barbacoa.
Al terminar pusimos rumbo al BantayanIsland Nature Park & Resort, donde al llegar nos pidieron una tasa de 200PHP por persona. No me gustó demasiado ni me pareció un precio justo por lo que ofrecían. Un pequeño zoo, una piscina de agua dulce con una cantidad ingente de cloro y una cueva donde te puedes bañar en las aguas iluminadas y cristalinas.


Lo mejor fue la cueva, sin duda. Bajamos las escaleras con emoción, estábamos solos para disfrutar del baño. La cueva tenía una iluminación perfecta, el agua aparecía traslúcida ante nuestra mirada y su temperatura era un poco más fría que en el exterior.
Tras bañarnos durante un rato largo nos fuimos a la piscina, donde había unos obreros trabajando. También estuvimos solos, eso es algo maravilloso en Filipinas, la poca cantidad de turismo que encuentras.
No me gustó la piscina. El enlosado a su alrededor quemaba la planta de los pies con demasiada fiereza, necesité caminar casi de puntillas para meterme en el agua, soltando pequeños gruñidos de resignación al notar el ardiente suelo en cada paso.


Y regresamos a la barca tras sacar unas cuantas fotos al paisaje. Una de las cosas más extrañas de Filipinas es la poca fauna que encuentras fuera del agua. No hay monos como en Malasia o Tailandia ni demasiados pájaros.
La última parada fue en una zona de snorkel donde había unos corales preciosos, aunque no pudimos disfrutar mucho de ellos porque las gafas de buceo que nos dieron en el hotel estaban rotas y dejaban pasar el agua.
De regreso al hotel estábamos famélicos. Eran las cuatro de la tarde y la frugal comida nos había dejado un hueco en el estómago, así que nos decidimos a comer algo en las mesas de madera mientas disfrutábamos de la tranquilidad de la zona.


Pasar un par de horas después descansando con mi Kindle en la hamaca frente al mar no tiene precio… Es increíble tener esos instantes de relax mientras viajas.
Por la noche fuimos a cenar a un restaurante súper recomendado: el Bantayan Burrito Company. Mmmmm, ¡buenísimo! Y encima con un dueño simpatiquísimo, había vivido en Marbella y estuvo hablándonos durante un rato, recomendándonos playas y sitios en la isla. También nos encontramos a tres madrileños que venían de Malapascua y nos estuvieron contando su experiencia.

¡Feliz día! J

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Despertar en Bantayan y Virgin Island

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Ayer nos quedamos en las primeras horas en Bantayan, tras cenar en un restaurante cercano al hotel…
Es importante remarcar que los horarios en Filipinas difieren mucho de España, ya que el sol empieza a salir alrededor de las cinco y cuarto de la mañana y se pone sobre las seis de la tarde.
Nos fuimos a la cama a las ocho en punto. Habíamos cenado a las siete y estábamos cansados del viaje, aunque nuestra intención era pasar un rato mirando la tele, leyendo o navegando por internet antes de caer en un sueño profundo.


Mi marido puso la televisión y se encontró con mil programas interesantes en tagalo… Así que me decidí a encender mi Kindle y empezar a leer la segunda novela del viaje. La primera la terminé en las doce horas de vuelo.
A la mañana siguiente el canto de los gallos a las cinco de la mañana se hizo eco en nuestros sueños. Es parte del sonido recurrente que me viene a la mente al pensar en Filipinas, el despertar de madrugada arropada por ese sonido, con la melódica sucesión de cantos.
Me desperté, me vestí con un bikini, un short y una camiseta y caminé con mi ordenador hasta el bar para teclear mientras el sol alcanzaba su cénit. Eran cinco mesas de madera colocadas sobre la arena, con una barra de juncos que todavía estaba vacía.


Un par de horas después mi familia apareció para tomar un auténtico desayuno americano: huevos, beicon, mango, zumo de fruta, tostadas, mermelada, mantequilla y café, aunque era instantáneo.
Cuando nos subimos a la barca para la excursión estábamos rebosantes de energía positiva. Nuestra primera parada fue Virgin island, tras unos cuarenta minutos de travesía. Hay que pagar tasas para pasar un rato allí, en Filipinas hay tasas para todo… En este caso eran 700PHP por los cuatro… Unos doce euros al cambio de ese instante.


El lugar me pareció precioso. Nos dedicamos a hacer snorkel en una zona cercana a la playa principal, una larga extensión de arena blanca frente a una orilla turquesa, con hamacas incluidas en la tasa y la soledad casi absoluta.
Pasamos una hora en esa parte de la isla, hasta que decidimos explorar la zona de dive. Íbamos descalzos, no nos imaginábamos que para llegar pasaríamos por un camino alfombrado de corales. Me corté el pie, varias heridas que todavía no han acabado de curar, y nos sentimos como faquires. Suerte que mis hijos iban calzados y fueron en busca de nuestras bambas…


La zona de dive resultó un salto de unos cinco metros al mar desde un precioso acantilado. Mis hijos no pararon de tirarse al agua ante la atenta mirada de un vigilante mientras yo conversaba con una filipina afincada en Alemania que estaba de visita a su tierra.

¡Feliz día! J

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Primeras horas en Bantayan

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Ayer fue un día cargado de emociones y, a pesar de que en un momento voy a seguir relatando mi maravilloso periplo por Filipinas durante veinte días, quiero compartir con vosotros los instantes fascinantes y la sensación de tocar el cielo con mis manos. Os dejo un collage de los puestos alcanzados en las listas, con la ilusión de haber logrado lo imposible. Ahora queda sonreír y disfrutar de estos recuerdos.


Nos quedamos en Bantayan… Es la isla más tranquila de todas a las que fuimos, una donde la serenidad te envuelve hasta dejarte yermo del estrés, los nervios del interminable viaje, los problemas cotidianos.
Llegamos tras un trayecto de un par de horas en coche desde el hotel Harold’s en Cebú, otro de media hora en un barco de metal muy grande, un ferry donde se transportaban también coches y camiones llenos de mercancía, y un último en triciclo. Contratamos el transfer directamente al hotel desde Barcelona para evitar retrasos innecesarios.


En el ferry nos sentamos en la parte de arriba. Éramos un grupo de europeos muy reducido entre las mil caras asiáticas. Enfrente teníamos a un australiano llamado Daniel, quien entabló conversación con una pareja de holandeses jóvenes. El australiano trabaja en una asociación humanitaria en Bantayan y estuvo contándoles anécdotas y datos de las islas a los holandeses. Y allí fue donde germinó mi idea para CEDNE, escuchando a ese Daniel, transformándolo en mi Daniel Tate, dándome cuenta de qué quería escribir.
Una vez aterrizamos en el AmihanBeach Cabanas, un hotel compuesto por siete cabañas plantadas en la arena, respiramos el aire del trópico, nos pusimos el bañador y tocamos el agua del mar por primera vez en el viaje. Fue un baño lleno de emoción, con la sensación de que por fin teníamos el mundo en nuestras manos.


Comimos tarde, casi tocaban las cuatro cuando al fin decidimos sentarnos a la mesa del restaurante del hotel a pedir un plato para llenar nuestros estómagos vacíos.
Después nos dedicamos a deshacer las maletas, a tomar el sol en las tumbones de cañas de bambú frente a la orilla y a preparar una excursión para el día siguiente. Contratamos en el mismo hotel una barca privada para hacer un tour. No era muy caro y podíamos tener el bote para nosotros solos durante un día, lo que nos decidió a contratarlo.


Esa noche cenamos en un food court cercano al hotel, en un restaurante con mucha comida local. Lo más curioso es que en general tienen una carta muy extensa, pero cuando empiezas a pedir te das cuenta de que la mitad de cosas no están disponibles, así que acabas preguntándoles qué tienen para servir. Estuvo bien, fue una cena agradable, aunque el calor pegaba fuerte.

¡Feliz día! J

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Rumbo a ninguna parte a 0,99€ ¡Solo hoy!

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Hoy me vais a perdonar un inciso en el viaje porque llegó el día D. Durante las veinticuatro horas que dura el 28 de agosto Rumbo aninguna parte va a estar en oferta en el Kindle flash y estoy deseando que le deis una oportunidad si todavía no lo habéis leído.
Para mí esta historia significó un principio, un cambio, una forma de llegar al público y una puerta abierta a soñar.


Aurora es una protagonista rota, llena de ansiedades, un poco paranoica y con un pasado que muestra con claridad por qué su carácter se ha moldeado así, pero el lector no puede ver el conjunto hasta casi el final del libro. La historia muestra la realidad poco a poco, sin desvelarla desde el principio.
Al empezar el libro las reacciones de Aurora con su madre han sorprendido a muchas personas y eso me hace darle vueltas a algunas cuestiones. Como madre de dos adolescentes reflejo una realidad, aunque un poco exagerada. Los chicos a estas edades suelen ver a sus padres como el enemigo y la forma en la que muchas veces les tratan es ruda. Todos hemos sido adolescente y hemos pasado por esa fase.


Aunque Aurora tiene un pasado y a pesar de ser una chica con deseos de conseguir una vida normal, el peso de su realidad la obliga a aislarse, a apartarse de Bruno, a negarse a sentir porque cuando se deja ir la vida le asesta una patada directa al corazón.
Bruno es un malote. Chulo, macarra, adicto a las carreras ilegales de moto, con un historial de ligues tórrido y una exnovia explosiva. Uno de tantos que pueblan las calles. Pero en realidad esconde un corazón tierno, cuando se rinde a los encantos de Aurora descubre que guarda un filón romántico escondido en su corazón y lo explora dándose cuenta de que vale la pena luchar por el amor de tu vida.


Nunca quise escribir la típica historia New adult donde hay dos personas rotas que acaban encontrándose y juntas remiendan los corazones rotos. Quería un toque de drama, una dosis de misterio, vivir parte de esa rotura y recomponerla poco a poco, casi al final.
Tras más de un año y cuatro meses desde su publicación he escrito muchísimas nuevas historias, he creado protagonistas de otras formas y caracteres, he avanzado en mi forma de escribir y he descubierto que nunca hay dos gustos iguales. Mientras hay lectores entusiasmados con Aurora o Julia o Lúa, esos mismos lectores pueden odiar a las mismas con la misma facilidad. Así que me quedo con mi impresión de cada uno de estos personajes.


Con Rumbo a ninguna parte mi intención fue crear una situación límite para una adolescente, darle la posibilidad de enamorarse y de vencer sus miedos, de recomponer los lazos con su madre, de recuperar la confianza en la vida y encontrar la esperanza para poner rumbo a ninguna parte.

¡Feliz día! J

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De Manila a Cebú

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! El primer viernes de trabajo es el más reconfortante de todos porque por fin habrá tiempo de volver a sumergirme en la serenidad de dos días sosegados, con tiempo para volver a leer, a escribir, a sentir…
Recuerdo con una sonrisa torcida mi llegada a Manila, esos treinta tensos minutos dando vueltas en el aire a la espera de que nos dieran pista para aterrizar tras más de trece horas encerrados en el avión, la sensación de que íbamos a perder el último vuelo…


Al fin nos dieron luz verde y aterrizamos. Teníamos el check in del siguiente avión, pero nos quedaba facturar las maletas. No faltaban más de cuarenta minutos para cerrar el mostrador y debíamos pasar el control de inmigración, recoger el equipaje y cambiar de terminal. Estaba al borde de un ataque de nervios, si perdíamos ese vuelo nos costaría más llegar a destino…
La parte del pasaporte fue mucho más ágil de lo que nos pensábamos. El policía nos hizo muchas preguntas a Irene y a mí, entre ellas qué tipo de relación teníamos y cuál era nuestra ruta turística por Filipinas.
Y llegamos a la cinta de las maletas con el recuerdo de la última vez en Singapur. Con el corazón en un puño vimos pasar un montón de equipajes, siempre con la sensación de que nos lo habrían perdido otra vez y el paso de los minutos acosándonos. Cuando vi salir las tres seguiditas me puse a dar saltitos de alegría, como Steff.


Mientras las esperábamos mi marido fue a cambiar una parte del dinero en efectivo para pagar el taxi.
Nos quedaban quince minutos para llegar a la Terminal 3, a diez minutos en coche si había suerte con el tráfico. No nos lo pensamos demasiado, nos subimos a un taxi y cuando nos preguntó por dónde queríamos ir le dijimos que por el sitio más rápido, que se trataba de una autopista de pago. La tarifa era elevadísima por tratarse de Manila, pero al final solo pagamos ocho euros y nos solucionó el problema porque llegamos a tiempo.


Hacía veintisiete horas que habíamos salido de casa, estábamos muertos de sueño, cansados y exhaustos, pero todavía nos faltaba un vuelo de una hora y media para llegar a Cebú. Como íbamos justos de tiempo esa parte del viaje fue rodada y conseguimos sortear los minutos con la emoción propia de estar a punto de iniciar el viaje.
El taxi hasta el Harold’s Hotel fue rápido y baratísimo, las habitaciones un oasis donde descansar y el aire acondicionado una bendición. Esa noche dormí con la sonrisa puesta, al día siguiente a las 9:30 nos venían a buscar para desplazarnos a Bantayan. Todavía nos quedaban unas dos horas hasta el muelle y cuarenta minutos en barca…
El lunes os cuento la llegada al paraíso.

¡Feliz día! J

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Barcelona-Manila

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Viajar es una experiencia apasionante, no solo por el momento en el que descubro una parte del mundo desconocida, sino porque también se llena de instantes álgidos mientras preparo la ruta junto a mi marido, miramos webs de reserva de hoteles para encontrar la mejor opción al mejor precio, pensamos las actividades que nos apetece realizar en el destino e investigamos acerca de los datos útiles del país.
Filipinas consta de más de siete mil islas, hay demasiados lugares paradisíacos para visitar, un sinfín de playas llenas de coral donde nadar y una naturaleza para explorar que complica la elección.
Nosotros solemos comprar los billetes con mucho tiempo. Es el primer paso para un viaje tan largo y lejano, decidir destino y encontrar las mejores opciones de precio para volar.


Asia suele ser un continente con billetes económicos, tanto en el trayecto internacional como en el nacional. Nosotros usamos Skyscanner para encontrar los mejores precios. No solo miramos Barcelona-Manila, también valoramos aterrizar en cualquier país asiático cercano y valernos de una compañía low cost para enlazar ciudades.
Esta vez encontramos que Emirates tenía unos precios disparados respecto a otros años, así que lo descartamos. Seguimos mirando opciones, todavía era diciembre, así que íbamos bien de tiempo. Tras valorar varias opciones acabamos comprando un vuelo de Turkish a Manila vía Estambul con escalas cortas. Solo quedaba decidir si al llegar dormiríamos en Manila o volaríamos a otro lugar para aprovechar mejor el tiempo.


Los desplazamientos a Asia suelen conllevar la pérdida de un día como mínimo ya que la diferencia horaria suma seis horas y los vuelos suelen durar un mínimo de quince horas. Salíamos de Barcelona a las 18:55 y llegábamos a Manila al día siguiente a las 18:55… Después de mucho buscar encontré una compañía que no sale ni en el Skyscanner llamada Cebú Pacífic que ofrecía un vuelo manila-Cebú a las 22:30. Y opté por comprarlo. El viaje hasta Cebú iba a durar más de veinte horas, pero así podíamos salir rumbo a Bantayan el día siguiente a primera hora y aprovechar al máximo los días de viaje.


La huelga encubierta del personal de seguridad de El Prat nos hizo ir antes de lo previsto al aeropuerto. Frente al mostrador de facturación había una cola kilométrica y la espera se hizo larga y pesada. Acabamos sentados en el suelo, mis hijos inmersos en las redes sociales, mi marido navegando por Internet y yo leyendo.
Tras un par de horas de colas, nervios y embarque llegamos al avión, donde nos anunciaron un retraso de más de una hora. En vez de pasar doce horas en el aparato fueron más de trece, llegando tardísimo a Estambul. Allí apenas contamos con tiempo de correr hasta la puerta de embarque para no perder el siguiente vuelo, pero entonces anunciaron un nuevo retraso…


Me pasé gran parte del vuelo de tres horas y media hasta Manila sufriendo por el siguiente vuelo. Cuando llegamos el comandante anunció por megafonía que debíamos sobrevolar la zona durante un mínimo de media hora. Mis nervios iban en aumento, si la cosa seguía así perderíamos el siguiente vuelo…

¡Feliz día! J

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Primeras pinceladas de Filipinas

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Mañana voy a empezar a relatar mi magnífico viaje de veintiún días por Filipinas, la magia de las islas perdidas en un lugar lleno de vida y color, la serenidad de estar en un país lejano para descubrir sus gentes, sus playas, sus secretos, los sonidos diferentes que llenan las horas.
Si quisiera definir de una forma Filipinas me quedaría con el colorido de sus selvas, la naturaleza en pleno apogeo en cada rincón de las islas, las playas de arena blanca con las palmeras acariciando la orilla, los colores azulados de la orilla, los contrastes entre las edificaciones, la audiencia total de consonancia en las casas, la gente de las zonas rurales, el maíz secándose en los caminos de arena, los atardeceres con el cielo teñido de tonos anaranjados y rojizos…


Es curioso que al pensar en el sonido me venga a la cabeza la serenata de los gallos a partir de las cinco de la mañana, la canción de Luis Fonsi, Despacito, sonando en cada rincón, como si fuera un hit en esas tierras donde el tiempo transcurre a otro ritmo, algunas notas de aire revoloteando en mis cabellos, el rumor del mar rompiendo en la orilla…
Al cerrar los ojos recuerdo mis despertares con el canto de los gallos, cada una de las mañanas donde abría los ojos y caminaba con mi ordenador hasta el bar del hotel para escribir con los primeros albores del día. Aladi e Isabelle me han acompañado en este viaje, han sufrido, han avanzado en su historia y han llegado a un lugar donde les falta poco para decir la última palabra.


Durante el resto del día me acompañaba mi Kindle lleno de apasionantes historias contadas por otros autores.
El tiempo corre de una forma diferente en Filipinas. En las islas se impone la tranquilidad, el despacito a la hora de servirte, de llevarte de un lado a otro, de hacer cualquier cosa. Pensaba que me agobiaría y sin embargo ha sido una grata experiencia porque me ha dado espacio para disfrutar de cada instante.
Es un país mucho más barato de lo que pensaba. La media de comida por persona y día no supera los diez euros, alquilar un barco privado para los cuatro con patrón y marinero todo un día treinta y cinco euros, un triciclo para media hora cinco euros, alquilar una moto un día entero vale solo cinco euros y medio… ¡Los precios son realmente económicos!


La gente en general es amigable, educada, dispuesta a echarte un cable. Solo hay que desconfiar de las personas que ofrecen algún servicio turístico ya que nunca dicen toda la verdad acerca de lo que contratas.
Os recomiendo Filipinas como un destino vacacional. No hay demasiado turismo, las playas son preciosas, la gente un encanto y los lugares donde hemos estado una pasada.



Quiero anunciaros que Rumbo a ninguna parte ha sido elegido para formar parte del Kindle flash del próximo lunes veintiocho. Durante veinticuatro horas podréis encontrarlo a 0,99 euros. ¡No dejéis perder la oportunidad si todavía no lo habéis leído! 

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Reapertura del blog

7:07 Pat Casalà 2 Comments

¡Buenos días! Toca regresar a la rutina, dejar atrás las vacaciones, volver a internarse en la vorágine del trabajo, la dura realidad, los mil flecos que han surgido en estos días.
Tras un viaje increíble por Filipinas el sábado a las diez de la mañana aterrizamos en el aeropuerto de El Prat cansados, emocionados y con mil experiencias guardadas en la memoria, con paisajes idílicos tatuados en mi alma y una paz especial.


Durante los veintidós días de viaje he adelantado bastante en la novela que llevaba entre manos y he leído doce libros. Si pudiera vivir así, con la capacidad de solo pensar en leer, escribir y vivir experiencias… Pero la vida sigue y hay que regresar a la realidad para planear un nuevo viaje para otro año.
La llegada a casa estuvo plagada de espinas. Estábamos muy cansados, el viaje duró veintiuna horas… Salimos de Manila en medio de una tormenta eléctrica brutal, un poco nerviosos por volar en esas condiciones meteorológicas. Teníamos un vuelo de doce horas por delante…


En las tres semanas dando vueltas por Filipinas tuvimos varios percances. Mi hija se cayó lesionándose el pie, mi marido tuvo una picada infectada de algún insecto, se le reventó una vena del ojo en una inmersión y se dio un golpe en el pie contra una barca.
Quizás fue cosa de la casualidad, pero llegar a casa también estuvo plagado de instantes tensos. Creo que ahora necesito vacaciones de las vacaciones…
Al abrir la puerta del piso la alarma comenzó a sonar de forma insistente, metí la llave para apagarla y no había manera. Estaba sola, necesitaba encontrar la llave del garaje para ver si ya podíamos dejar ahí el coche, ya que durante las primeras semanas de agosto estaba en obras. Tuve que llamar a la casa de las alarmas para que desconectaran ese pitido infernal.


Al fin aparcamos en la calle, entramos las maletas y descubrimos que había una avería que nos había dejado sin agua. Ya me veis a mí con las bolsas de ropa sucia y unas ganas increíbles de darme una ducha... Llamamos a la compañía y nos aseguró que en una hora nos daría el agua. Y cuando eso pasó vino la peor de las revelaciones… El siete de agosto hubo una avería en las tuberías de los contadores de gas de nuestra comunidad de vecinos y nos lo han cortado hasta el siete de septiembre, día en el que conseguirán la pieza que falta. Así que me toca ducharme con agua fría hasta entonces (suerte que mi cocina es eléctrica y no hace frío…).


Para rematar, ayer llegué a casa por la tarde y en mi nevera no estaba la compra que hice el domingo por Internet. Se ve que se habían olvidado de mandarla completa…
Ahora solo me queda sonreír al recordar el viaje y compartirlo con vosotros. Me ducho con agua fría, pero soy feliz.
Os dejo dos reseñas que han salido este verano. En el blog El mundo de los sueños hablan de Rumbo a ninguna parte como la última parada del book tour (enlace) y estoy deseando recibir el libro para verlo… En el blog El desván de las mil y un hay una opinión de Un día más sin ti (enlace). Falta muy poquito para publicar NPVST…

¡Feliz día! J

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