¡La sonrisa no se me borra de la cara!

8:08 Pat Casalà 6 Comments


            ¡Buenos y felices días! Espero que disfrutéis del viernes, que os lo paséis genial y que preparéis un fin de semana lleno de alegría y de color.
            Todavía tengo una gran sonrisa en los labios cada vez que abro el blog y veo las 145 visitas de ayer. ¡Incluso tengo un pastel para llevar a la oficina! Es que le prometí a mis compañeros que si alguna vez pasaba de las cien visitas les llevaría un pastel y claro, lo prometido es deuda.
            Jamás pensé que podría encontrar tanta gente capaz de hacerme sonreír cuando me despierto tan girada como ayer. Es que lo mío es vivir en una montaña rusa de emociones. Normalmente me mantengo en la recta más alta, pero hay momentos en los que la vagoneta desciende en picado y me produce una angustiante sensación de vacío en el estómago. ¡Supongo que es una acumulación de sentimientos que eclosionan de repente!
            Lo que más me agobia es no poder escribir, cuando mi mente se queda bloqueada y las palabras no acuden a ella. ¡Mi vida son las palabras! Así que si no están me siento desnuda, como si las necesitara para armarme con la ropa y la coraza de la ilusión y salir a la calle a caminar tranquila entre la gente.
            Prometí mantenerme en la senda del optimismo, caminar siempre por el lado alegre de la vida y ver el baso medio lleno, pero hay instantes en los que flaqueo y empiezo a ver cómo se vacía. También es cierto que a veces sucumbo a la ansiedad de antes o a las ilusiones marchitas o al miedo a dejar atrás la seguridad y adentrarme en arenas movedizas. Pero son momentos puntuales que se evaporan rápidamente.
            Desde que os escribo cada día he encontrado una vía de escape a todas las emociones que conviven en mi interior. Plasmar en este rinconcito de la blogosfera mis devaneos con la vida es una terapia increíble y cuando alguna vez me planteo dejarlo todo y olvidarme de escribir para siempre me acuerdo de las 38 visitas diarias, de vuestra compañía, de vuestra presencia aquí y me digo a mí misma que bien vale el levantarme más pronto y escribir.
            Quiero lanzar un globo sonda de agradecimiento a varios lugares y a varias personas que con sus acciones y presencias me alegraron un día que ya de por sí era un tanto estresante. Vaya por delante que a Madrid mando mi gran sonrisa, ¡y mucha inspiración! En Suiza M. ya sabe que siempre la tengo en la cabeza, a José Antonio le agradezco sus mails y su presencia, a Barcelona les envío un fuerte abrazo a mis compis, con Q a la cabeza, a los amigos del FB, a mis compañeros de fatigas un abrazo enorme, a Dinamarca le envío unas gracias por volver a conectarse, a Orlando un último beso antes de que se acabe su periplo por las Américas y a Alemania, ¡que me olvidaba de mi amiga allí!!!!!. ¡A todos un fuerte abrazo!
            Todavía no se me ha borrado la sonrisa, y eso que ayer fue un día de lo más estresante. Pensad que estaba tan atacada que a las 20 horas, cuando llegué a la clase de baile, estaba tan acelerada que no sabía si podría moverme al ritmo real de la música. ¡Suerte que el profe preparó una clase increíble que consiguió rebajar mis pulsaciones! ¡Ya os dije que bailar es una de las mejores terapias!
            Hoy voy a seguir sonriendo todo el día. ¡Y encima tenemos fin de semana! El lunes retomaré la trama con Vladymir, ¿OK?
            ¡Un beso enorme para todos! ¡Os deseo un feliz día!  

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¡Ups! ¡Un mal día lo tiene cualquiera!

8:08 Pat Casalà 7 Comments


            ¡Quizás necesite ese globo sonda de optimismo para mí! Ayer pasé un mal día, la verdad, uno de aquellos en los que me planteo si no debería tirar la toalla y abandonar la escritura para siempre. Incluso pensé que tenía una buena historia para aquella famosa Web que pedí; “soyidiota.com”. ¡Es que a quién se le ocurre dejarlo casi todo para seguir un sueño imposible! ¿Por qué no seguí estudiando sobre mi trabajo remunerado y sucumbí al deseo irrefrenable de perseguir un espejismo?
            Como no soy una mujer de grises, se me da muy mal eso de hacer las cosas a medias, me cuesta un mundo encajar las horas para escribir en mi horario y cuando tengo un día como el de ayer, en el que las palabras se me atragantan y por mucho que me enfrente al folio se queda en blanco, me da un pálpito de que estoy agotada de esperar y de ilusionarme.
            Y claro, a mi cabecita le da por darle vueltas a todas las situaciones y por darse cuenta de que hay unas altas posibilidades de que todo el esfuerzo se quede en el limbo del olvido. Tras tantos años de intenso aprendizaje se me han desgastado las fuerzas para conservar las esperanzas, y eso me hace estar preparada para acatar las palabras que seguro se me dirán pronto.
            ¡Pero basta de lamentaciones! Si se cumplen las perspectivas y tengo una respuesta el día que toca, si esa respuesta no es la que espero y eso acaba por desgastar del todo la situación, voy a buscar la manera de empezar de cero otra vez y prometo vencer esa desidia que me atrapa cuando intento recuperar la inspiración perdida y retomar Oros.
            Muchas veces sucumbo a la visión romántica que tenía de pequeña de este mundo. Recuerdo que vestía la publicación con toques de imaginación, sentía la fuerza arrolladora de los libros colocados en las estanterías, como si me llamaran a gritos para formar parte de ellos, como si el hecho de verlos allí quietos después de leerlos, surcando los días con su porte altivo y regio, encarando el paso de los años con su inalterable contenido me indicaran a gritos que los míos debían acabar de llenar los huecos y despertar las ilusiones de los demás.
            Claro que llega el día en el que se te cae la venda de los ojos y descubres el largo periplo que esconde tu sueño. Y al principio lo recorrí con ilusión y angustia, pegada al teléfono todos los minutos de mi vida, enganchada al Outlook, asida a la esperanza de que las palabras mágicas serían pronunciadas. Y de ahí a una obsesión que eclipsó mi capacidad de ser feliz.
            Ahora que he entendido que nada es como yo lo esperaba y que, a pesar de haberme relajado y decidido a no agobiarme más, lo único que he hecho todos estos años es seguir la estala de mis deseos, luchar con uñas y dientes y encarar todos los retos del camino con fuerza e ilusión, sólo me queda volver a encontrar la luz que guiaba mis dedos en el teclado y vencer la apatía que me envuelve cuando abro el ordenador para seguir con Oros. ¡Quizá lo consiga!
            ¡Escribirlo aquí es una terapia genial! ¡Ya se me ha pasado el mal rollo! Es que darle sentido a mis emociones a través de las palabras es una manera de quitarme un peso de encima y de rebajar su intensidad. ¡Así que pilas recargadas! ¡Y muchos ánimos para mí! ¡A ver si cuando hoy enciendo el ordenador me sale alguna frase digna de ser escrita!
            ¡Pasad un buen día!

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¡Globo sonda de optimismo!

8:13 Pat Casalà 3 Comments


          ¡Hola!!!! La vida nos da muchísimas sorpresas inesperadas, de esas que nunca te habías imaginado que tendrías y esta dichosa crisis está regalando malas experiencias a personas que han luchado por levantar algún negocio o por mantenerlo. ¡Y las expectativas no son nada halagüeñas!
            Cada día os escribo con optimismo, así soy yo, siempre busco la parte positiva de las cosas, aunque algunas veces me ofusque con obsesiones absurdas. Pero hay momentos en los que debemos pararnos a pensar cómo encarar los retos y ayudar a quienes lo están pasando mal e intentar encontrar la manera de contagiarles el entusiasmo por la vida y por continuar adelante.
            El consumo está por los suelos, los bancos ahogan y los pequeños negocios de toda la vida van cerrando como moscas. Es como si estuviéramos frente a un derrumbe progresivo de los pilares que antes sostenían nuestra economía y nos adentráramos en un desierto donde los únicos Oasis fueran las grandes superficies, las grandes marcas y los grandes de todo.
            El sábado fuimos al Gran Vía 2. ¡Es espectacular el nuevo Carrefour! Las obras les han quedado geniales, han convertido el supermercado en una superficie cómoda, ágil y con muchísima oferta de calidad. Vimos la nueva sección de vinos, ¡impresionante! Tienen desde una botella de mesa hasta algunas Gran Reserva.
            Cuando salimos del súper y vimos la tienda de vinos que hay delante, una donde algunas veces hemos comprado botellas para regalar o para tomar en una cena, nos hicimos una pregunta: ¿Cuánto daño le va a hacer la remodelación del Carrefour?
            Es constante encontrarnos con este panorama, los peces grandes que devoran a los pequeños con un único mordisco y destrozan de un plumazo esperanzas, empleos e ilusiones. En todos los ámbitos nos encontramos frente a cosas similares. El gran supermercado no sólo hace daño a los vinos, también afecta directamente a los colmados, los mercados,…
            ¡Y si nos pasamos al mundo de la moda nos estiraríamos el pelo! Hace unos años cuando iba a alguna fiesta o a alguna boda o a algún acto un poco importante los vestidos que lucíamos siempre eran tema de comentario. Era importante gastarse un poco de dinertito para encontrar una pieza que sentara bien y de calidad.
            ¡Ahora es tan diferente! Las chicas sólo comentan el chollo que han encontrado en una tienda low-cost, lo bien que les sienta y lo increíble que es haberse gastado tan poco dinero en algo tan perfecto. ¡Y así las tiendas de antes van desapareciendo! Se funden en la nada y se van consumiendo entre días vacíos e ilusiones marchitas.
            ¡La gente ahora gasta en otras cosas! Porque a pesar del paro, de la bajada del consumo, de la falta de dinero y de la crisis si nos paráramos a contar la cantidad de teléfonos impresionantes que lleva todo el mundo, de lo caro que es el mantenimiento de la línea, de los cochazos que inundan la calzada, de las salidas nocturnas,… ¡Es increíble lo que llegan a gastar en eso!
            Y no sé cómo va a acabar esto ni cómo vamos a salir adelante, lo único que tengo claro es que nunca deberíamos parar de luchar por conseguir superar los malos momentos y alcanzar nuestros sueños, porque lo único que nos mantiene a flote cuando todo se derrumba es la capacidad para soñar, desear y superarse.
            Así que hoy, desde este rinconcito donde algunas personas se dejan caer diariamente, quiero lanzar una sonda de ilusiones, esperanza y mucha fuerza para todas las personas que lo están pasando mal. ¡Me encantaría contagiarles con un poquito de optimismo y transmitirles todo mi apoyo!
            ¡Pasad un día genial!

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Dándole vueltas a los pensamientos

8:03 Pat Casalà 0 Comments


             ¡Buenos días!
            Acabo de leer en mi horóscopo que estoy en fase comunicativa hasta el día 11 de octubre. Jajajaja, ¡yo necesito ese don de palabras siempre! Jolín, suerte que no le hago demasiado caso a eso de los horóscopos en las revistas que si no ya estaría con un ataque de angustia.
            Y es que normalmente soy muy habladora y suelo coger el toro por los cuernos. ¡No sabéis la de veces que me he peleado con alguien por decirle lo que realmente pienso! Pero mi forma de ver la vida se asemeja a mi manera de actuar y pensar. Yo prefiero que me digan la verdad, a pesar de que esa verdad pueda dolerme. Si me dicen las cosas bien las acepto e intento cambiar aquello que molesta a una persona u a varias. ¡Por eso siempre digo que prefiero críticas constructivas! Creo que es importante saber escuchar y reaccionar ante las críticas.
            ¡Claro que esa actitud a veces me trae algún  que otro problema!
            La mayoría de las veces pienso durante semanas lo que quiero decir y al final lo suelto sin más. Pero hay ocasiones en las que mi miedo a perder algo importante me bloquea y me quedo en blanco. Entonces doy rodeos por otros lados y no consigo deshacerme de las palabras que me acosan y quieren salir.
            Así que ahora estoy haciendo un ejercicio de autoconvencimiento para que eso no vuelva a pasarme y, sobre todo, para olvidar la angustia de qué haré después. ¡Todo se andará! Y si hay que iniciar otra vez el camino, pues se busca la manera de hacerlo.
          Quizás mi tendencia a ser extremadamente cumplidora con los compromisos que adquiero me impida entender la capacidad de otra gente por asumir compromisos que no puede cumplir. Por eso cuando mando un mail o llamo a alguien o mando un SMS y no obtengo respuesta me sienta como una jarra de agua fría desparramándose por mi cabeza.
            Y es que hoy en día todos vamos a trescientos por hora, tenemos tantas cosas en la cabeza y tanto trabajo que a veces nos olvidamos sin querer de lo importante que es cumplir con nuestras palabras.
            Bueno, ya basta de daros pistas claras sobre mi forma de ser. Es que mi cabeza no para de pensar y escribir mis pensamientos es una especie de terapia genial para apartarlos de ella y empezar el día con mucha energía e ilusión. ¡Si consigues que todos tus días sean únicos es genial!
            Así que ahora mismo voy a colgar la entrada, me voy a ir a duchar, cogeré la moto, dejaré a la niña en el cole y me iré a trabajar. ¡Y pasaré un día genial!
            ¡Os deseo lo mismo!

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La carta (la trama 28)

8:12 Pat Casalà 2 Comments


            Buenos días. Hoy vamos a acabar el capítulo de Sara e Ignacio para abrir nuevos interrogantes. Espero que los que sigáis la trama lo leáis y que me aportéis ideas y sugerencias, que hace algunos días que no puedo aprovechar vuestras aportaciones y siempre van bien.
            …Durante cerca de media hora estuve allí sentada, a oscuras, muerta de frío, intentando encontrar una explicación coherente a todo lo sucedido. Desde que mi padre había muerto todo se había vuelto un tanto tétrico e inhóspito, las circunstancias   de mi vida se habían convertido en un sinfín de sucesos inexplicables que me abocaban a descubrir los misterios que rodeaban a  mi familia, a mi madrastra, a aquel hombre que había visto en las escaleras de mi casa, a la carta que mi padre me había hecho llegar en la lectura de su testamento.
            Había encontrado una manta en uno de los armarios de las habitaciones que daban al recibidor y con él había tapado el cuerpo helado de Ignacio que continuaba estirado en el suelo con una flacidez extraña en todos sus músculos. La palidez extrema de su cara y sus manos se había extenuado hasta convertirse en una piel plomiza, casi sin vida.
            La respiración se le fue recuperando con el paso de los minutos. Al principio era un procedimiento largo y difícil. Inspiraba una mínima cantidad de oxígeno a cámara lenta, como si le faltaran las fuerzas para llenar del todo sus pulmones. Luego exhalaba ese ínfimo aire por la nariz y lograba llenar un poco el dedo que le había colocado debajo para asegurarme de que seguía vivo.
            Mientras sus inspiraciones iban aumentando el ritmo y la cantidad de oxigeno con la que regar su sangre yo me iba enredando con la historia familiar, con la existencia de algunas palabras clave en aquella carta que mi padre me había legado, con el recuerdo de su caligrafía apretada y un tanto inclinada a la derecha que parecía pasada de moda, con las letras ligadas y un trazo recto.
            Sabía que en ella estaba la clave, por eso la había memorizado el día en el que la recibí y no me importó que me la robaran de la mesilla de noche ni que no volviera a aparecer. La tenía grabada en la memoria, recordaba cada una de las palabras, el color exacto de la tinta, la textura del papel. Y por los recovecos de mis recuerdos se colaban aquellas últimas palabras de mi padre justo antes de morir, unas palabras que en esos momentos cobraban una importancia vital:

            “Cuando el camino se entrecruce con antiguos amigos empezará tu aventura. Entonces ten cuidado y sigue la estela de lo que fui, la verdad está de tu lado.”

            En su lecho de muerte, cuando escuché estas frases sin sentido, había pensado que deliraba, que estaba diciendo cosas sin sentido. Pero ante el reencuentro con Ignacio y la persecución silenciosa de aquellos ojos negros no podía negar que empezaba a ver un conato de realidad en ellas, como si hubieran sido loa premonición de este instante y me advirtieran de manera callada de que debía seguir las pistas de la carta….
            ¡Os deseo un buen día!   
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El origen de los nombres

9:59 Pat Casalà 4 Comments


            Hoy el día parece que se ha despertado soleado y agradable, así que podré ir a tomar el sol un ratito con el ordenador en el regazo. Estoy preparando la sinopsis de La Baraja para enviarla a la agencia, por si acaso esta vez la novela está a la altura y ya podemos empezar a presentarla por ahí. Aunque si os digo la verdad después de la lista interminable de libros y de la última conversación he perdido un poco la confianza en que así sea. Pero no será porque yo haya tirando la toalla, así que esta mañana voy a acabar esa sinopsis y a seguir adelante con la lectura de lo que había escrito de Oros el año pasado.
            Ayer hice una maratón de películas. Era un día lluvioso y triste, intentamos ir al cine, pero todas las entradas para la peli que los niños querían estaban vendidas y al principio nos quedamos un poco desinflados. Entonces decidí ver las cosas desde otra perspectiva: ¿Y si compramos palomitas para hacer en el microondas, unas latas de bebida y nos vamos a casa a ver alguna peli? Y eso fue lo que hicimos,  ya que el cine estaba lleno convertimos el salón de casa en lo más parecido a un cine que pudimos.
            La primera película fue Linterna Verde, una para los niños y la segunda fue para mi hija y para mí, una comedia romántica de aquellas que me sacan la sonrisa, a pesar de que sé desde el minuto uno cómo va a acabar y qué va a suceder. Se llamaba “Tenías que ser tú”. Sí, ya lo sé, es una de tantas sin capacidad para sorprender. Pero es que yo soy una romántica empedernida y me encanta ver un millón de veces la misma historia y vivirla a través de los personajes.
            Una serie de televisión me puede enganchar si la trama amorosa central me atrapa en sus redes. ¡Me pasó con Los Hombres de Paco! Y sí, os dejo que os riáis de mí, pero por muchas carcajadas que soltéis a mí no se me va a diluir nunca ese enganche que tenía por la relación de Lucas y Sara. ¡Fue una historia increíble! Aunque al final la destrozaron.
            Fijaros si me gustó que el protagonista masculino de La Baraja se llama Hugo Sánchez. Jajajaja, fue en honor a Lucas Fernández, a quien encarna el actor Hugo Silva. Es que mi intención primera era que entre Pam y Hugo hubiera una historia de amor increíble, pero como mi cabeza cambia de opinión cada vez que me siento a escribir, todas aquellas horas dedicadas a ver vídeos románticos para traspasarlos al libro se diluyeron entre subtramas de acción.
            ¿Y sabéis por qué ella se llama Pam Casas Algabarre? Pues bien, en principio quería una protagonista con mis siglas: PCA. Y también con un diminutivo en el nombre con tres letras, igual que Pat. Y me puse a pensar en posibilidades de nombres. No hay tantos que empiecen con P: Penélope, muy trillado y Pen como diminutivo no me gustaba nada. Paloma, pues es un nombre bonito, pero Pal,…. Descarté Paulina, Paula, Pandora, Petunia,  Pilar….
            Cuando busqué en el Google una lista de nombres de mujer que empezaran por P y me topé con Pamela recordé a Pamela Ewing, de “Dallas”, una de las series que marcó mi juventud. Y ese fue el pistoletazo de salida para mi Pam Casas Algabarre. Decidí que su madre, una fiel seguidora de “Dallas”, le había puesto ese nombre en honor a la protagonista que más le gustó de la serie. Y como las fechas cuadraban (lo comprobé en Internet), pues me quedé con Pamela.
            Aunque luego no expliqué nada de eso en la novela, las cosas se desvirtuaron un poco y ese nombre que lo había empezado todo se convirtió en algo más, en una persona con sentimientos, ideas y muchas aventuras por vivir.
            Eso me suele pasar. En realidad La Baraja empezó en mi cabeza como una novela romántica y costumbrista sobre seis personas atrapadas en una casa de la montaña a causa de una nevada. Eso era lo que yo quería hacer, hablar sobre sus vidas, sobre sus secretos y sentimientos, dar una personalidad distinta a cada uno de ellos y jugar con el encierro. Pero cuando una mente tiende a inventar tramas policíacas, conspiraciones y secretos no puede ceñirse a tramas tan distintas.
            ¡Feliz domingo!   

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Mis visitas

9:33 Pat Casalà 5 Comments


         ¡Qué día más feo! ¡Ahora sí que se empieza a adivinar el otoño! Creo que mi cabeza está un poco como el día, lluviosa y un tanto melancólica, pero espero que a lo largo del día se vaya despejando hasta deshacerse del todo de los nubarrones.
           Es que ayer el primo de mi marido me estuvo explicando el tráfico que tenía en su página Web: ¡20.000 visitas al día! ¡Y yo que estaba contenta con las 38 de media que tengo en el blog!
            Es que esto del ciberespacio es muy grande y tiene cabida para muchas personas, así que mis poquitas visitas al día (que a mí me parecen muchas) son una insignificancia entre los millones de navegantes que tiene la red. En realidad, si nos paramos a pensar en el público potencial que te ofrece Internet, 38 visitas al día no llegan a considerarse ni una mínima porción, casi ni un átomo del universo que componen los usuarios de todo el mundo.
            ¡Pero qué se le va a hacer! ¿A quién le interesan las desventuras de una persona anónima? ¿Quién está dispuesto a tragarse cada una de mis entradas? Y, como bien dijo ayer la tía de mi marido, yo escribo porque quiero, para darme un gusto, para expresarme más allá de las fronteras de la pantalla y el disco duro, para dejar una huella de mis anhelos. ¡Y si lo leen 38 personas al día es un éxito!
         Así que voy a seguir aporreando el teclado, dando la vara con las entradas, buscando ideas para no quedarme en blanco y esperando a que os guste.
           La verdad es que la experiencia es genial. Cada mañana busco temas mientras desayuno, repaso lo que ya he escrito e intento no repetirme demasiado. Hay días en los que no tengo ideas, la verdad, y me parece que ya he tocado todos los temas interesantes que se me ocurren. Entonces exprimo mi cabeza en busca de algún hilo del que tirar, de algún indicio que me sirva para desarrollar un post con un mínimo de interés.
            Y, si os digo la verdad, una vez me siento delante del ordenador y escribo las primeras palabras el folio del Word se va llenando sin dificultad. Es como si todas esas ideas que salen a borbotones de mi cabeza moraran en ella y se fueran formando como si poseyera un manantial eterno de frases y párrafos.
          Consulto a menudo las estadísticas del blog. Me interesa ver cuáles de las entradas han tenido mayor número de visitas, qué procedencia geográfica tienen los lectores y cuáles son las fuentes de tráfico más asiduas. Es muy interesante conocer estos datos a la hora de hablar sobre algo, porque te dan pistas de los temas han gustado a los lectores.
           Pues bien, después de unas cuantas palabras un tanto erráticas y de analizar en mi cabeza hiperactiva cada una de las variables, ya veo el baso medio lleno. ¡Qué chulo tener 38 visitas al día! (Puaf, ni voy a mencionar cómo me gustaría subir el marcador….). Y estoy contenta de tener algunos comentaristas asiduos y de los “¡Me encanta!” o “Interesante” que algunos de vosotros pinchais en vuestro paso por aquí.
            ¡Aunque yo no me voy a cansar de pedir comentarios!!!!!
            ¡Venga! ¡Disfrutad del fin de semana! 

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¿Qué está pasando? La trama 27

8:08 Pat Casalà 0 Comments


         ¡Buenos días! Tras un par de entradas un tanto filosóficas, voy a seguir un poquito con la trama de Ignacio y Sara para los que tienen ganas de seguir el relato.
            Esta semana he ido al trabajo en autobús, pues la moto la tenía en el mecánico. Como trabajo cerca de las universidades he compartido transporte con varias hordas de estudiantes que se dirigían a sus facultades y me he sentido transportada atrás en el tiempo, cunado mis únicas preocupaciones eran levantarme a la hora, estudiar, asistir a clase y sacar buena nota en los exámenes.
            A mí me encanta escuchar las conversaciones ajenas, llamadas telefónicas que te dejan lagunas, trocitos de diálogos que intentas rellenar con ideas, soliloquios tristes, emociones, historias de amor,… ¡Hay tanto que oír! ¡Y tanto que imaginar a partir de esos pedacitos que captas al azar!
            Me divierte muchísimo crearles una vida a esas personas que hablan y me dejan pistas acerca de ellas mismas. Es un ejercicio increíble. Me imagino si están casadas o solteras o con novio. Les coloco unos padres o unos hijos o un marido y las hago circular por mi mundo paralelo encajando las voces y las frases que he oído y así se convierten en un personaje de ficción que quizás algún día asome la cabeza por las páginas de una de mis novelas.
            Hace un tiempo preparé un guión para dar clases de creación literaria, me hubiera gustado muchísimo encontrar un grupo de personas que tuvieran ganas de ejercitar su mente para dar cabida a la imaginación que seguro que tienen, pero no encontré la manera de realizar ese taller. En ese guión contemplaba este ejercicio que os he descrito como parte de las tareas, porque lo encuentro muy instructivo y divertido.
            Bueno, ¡vamos con Sara!
            …Me quedé bloqueada, sin saber muy bien qué debía hacer ni cómo actuar. Me arrodillé junto al cuerpo desplomado de Ignacio e intenté reanimarle, pero estaba flácido, pálido, con el corazón ralentizado y una mínima respiración que lo mantenía inconsciente.
            Estaba en un recibidor cuadrado, sobre una loseta de veinte X veinte centímetros que dibujaba unas filigranas en tonos verdosos. El suelo estaba muy frío, en la casa no había calefacción, y como no nos había dado tiempo a encender la luz la única iluminación que tenía era la que se colaba por una ventana de cristal ocre biselado que daba a la caja del ascensor y se asentaba al lado de la puerta.
            Barrí con la mirada el recibidor mientras me sentaba junto a Ignacio. Las lágrimas empezaron a recorrer el camino desde los ojos a los labios, creando caminos suntuosos en las mejillas enjutas, vaciando la angustia y la desesperación que anidaban en mi interior.
            El recibidor debía medir unos quince metros cuadrados. Frente a la puerta de entrada había otra de madera que comunicaba con un pasillo largo donde conté tres entradas a estancias indefinidas y que acababa en lo que a todas luces se adivinaba como el salón-comedor. En la pared que comunicaba ambas puertas había un gran reloj antiguo con un péndulo que iba cortando el silencio a cada segundo, como si fuera un anuncio del avance del tiempo. En la última pared había dos puertas entreabiertas que dejaban al descubierto las entrañas  de dos habitaciones.
            ¿Qué estaba pasando? ¿Quién era aquel hombre que me acechaba? ¿Por qué Ignacio se había esforzado tanto para llevarme ahí y luego había pagado ese esfuerzo con la inconsciencia? ¿Qué debía hacer?
            Eran tantas las preguntas que martilleaban mi mente con un timbre estridente que apenas tenía tiempo de pensar en las respuestas. Estaba total y absolutamente sobrepasada, sin ningún indicio que me ayudara a entender la situación y con el recuerdo de los ojos negros acompañándome como una amenaza latente…
            El lunes más. ¡Pasad un gran día!
            
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Recuperando la inspiración

8:08 Pat Casalà 0 Comments


         ¡Hola a todos! Hoy me he despertado un tanto cansada. Ayer por la noche me enganché a una película preciosa en Antena 3 y me gustó tanto que no apagué el televisor a la hora convenida con mi cabeza, así que luego me costó bastantes horas dormirme. Pero valió la pena. Era una película súper emotiva y a mí me encantan ese tipo de películas, con emociones fuertes del tipo sentimental. Creo que son la base para dotar de cierto realismo todos los relatos de las novelas.
            En realidad cuando me pierdo y no sé bien bien cómo encarar la personalidad de los personajes me pongo una música que pueda cuadrar con su estado de ánimo y recuerdo escenas de películas que me han causado un gran impacto. Así traslado al papel las emociones diversas que me embargan y se las cedo a las personas que moran entre los folios.
            Creo que mis novelas pecan un poco de una fuerte carga emocional. Ayer por la tarde, mientras esperaba para recoger a la niña en natación, dejarla con su hermano para que se la llevara a casa en autobús y acudir a mi querida clase de baile me estiré en una de las hamacas exteriores, no sabéis el frío que pasé, y me dediqué a repasar algunas de las páginas de Oros, la continuación de La Baraja.
            No sé si el invierno pasado estaba total y absolutamente desanimada o si la obsesión por publicar enmascaró la realidad y me había incluso abocado a tirar los 84 folios a la papelera de reciclaje para que se pudrieran. ¡Suerte que no la vacié y pude recuperarlos! Porque ayer me los releí con renovadas esperanzas y me gustó lo que leía. ¡La historia tiene consistencia! ¡Y yo creo que incluso más fuerza que su primera parte!
            Así que si las musas quieren volver a aparecer y a guiarme por los entresijos de la narración, y si logro encajar el horario de manera que me queden unas horitas para dedicarlas a Oros, intentaré retomar la novela, acabar de leer lo escrito hasta la fecha e ir rellenando el resto de la historia.
            En La baraja dejé un asunto sin resolver, un cabo suelto que desvelo en uno de los capítulos de Oros. Además retomo una parte de la historia que aparece justo al final, cuando la trama ya parece acabada y la aparición de un nuevo personaje nos sorprende. ¡Y hay una sorpresa! Descubriremos que la trama policíaca se complica y nos metemos dentro de la mente del o la asesino/a.
            Nunca escribo guiones, ya os lo he dicho, pero esta vez lo que sí hice fue un pequeño resumen de las cinco novelas que engloba la serie El Pentáculo para crear algún que otro misterio que quede sin resolver de una novela a otra. Aunque con mi tendencia a ir cambiando las cosas cada vez que me meto en la trama puede complicar la cosa. ¡Ah! Si alguien entiende de jeroglíficos que me lo diga, que le pediré una pequeña ayuda.
            Mi único reto, uno de aquellos que normalmente me es complicadísimo de alcanzar, es ir despacio y no dejarme engullir por las ansias de escribir que se despiertan en mí cada vez que me adentro en las fauces de la narración. Es como si los personajes me atraparan y me envolvieran con sus experiencias traumáticas y fuertes y como si el sentimiento que exudan las páginas, de fuerte carga emocional, se asentara en mi interior para ir creando el laberinto de tramas que subyacen de la principal.
            Suelen decirme que parecen preparadas para un guión cinematográfico. En realidad cunado alguien lee mis novelas, no suelo dejarlas a demasiadas personas, siempre me dice que debería presentarlas a una productora para que las filmara, que el ritmo es trepidante y cuadra con una película de acción. ¡Ya os dije que de pequeña soñaba con irme a Hollywood a filmar una de mis novelas! Quizás mis sueños infantiles cuadran con mi redacción.
            ¡Feliz día!

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¡No soy nada, pero no me importa!

7:56 Pat Casalà 6 Comments


            ¡Ya estamos a miércoles! ¡Las semanas vuelan! El verano ha quedado reducido a la nada, aunque el sol reina todavía en el cielo y las temperaturas diurnas permiten pensar que por mucho que el equinoccio nos entre en el otoño nuestro clima se resiste a obedecer las leyes de las estaciones.
            Recuerdo perfectamente cuando era pequeña y a finales de setiembre ya nos vestíamos con abrigos finos y con medias. ¡Me encantaban las castañeras que se ponían en las aceras! ¡Y el color marronoso de los árboles! ¡Y las hojas formando un manto en el suelo! Caminaba sobre ellas y las iba partiendo con los zapatos para escuchar el sonido de hoja seca que me encantaba.
            ¿Dónde ha quedado el entretiempo?
            El lunes hablamos en la oficina de cómo nos vestíamos los jóvenes en los ochenta, con aquellos pantalones de pinzas anchos y abrochados en la cintura o con leggins de lycra estampados, largas camisetas de hombre y los foulards a juego de los pantalones. ¡Ah! Y con las Dr. Martens en los pies. ¡Cómo se ponía mi madre cuando me veía con esa pinta! ¡Me corté el pelo y me lo teñí de rojo! ¡Y llevaba las uñas a juego!
            Ahora no me visto así ni muerta, la verdad. A mí me encanta buscar conjuntos que me gusten y que me sientan bien y como mi madre tiene una fantástica tienda de ropa llamada Trau, pues allí siempre encuentro lo que necesito. ¡Y me encantan los zapatos! Creo que si fuera millonaria tendría un armario únicamente para los zapatos. Los tendría de todas las formas y modelos: botas altas, botas bajas, botines, bailarinas, “leitizias”, sandalias, muuuuchos de tacón alto, otros de tacón bajo y algunos planos,…..
            Todos tenemos nuestros sueños, ¿no? Pero conste que soy muy feliz con mi armario y mi vida. Y sí, me gustan los zapatos, pero no por eso me vuelvo loca y me lanzo a la calle a comprármelos todos. Porque en realidad soy demasiado racional para eso, aunque fantasear de tando en cuando no cuesta dinero….  ¡Y lo bien que sienta cuando algún día cedes a la tentación y te compras un par de zapatos o de botas!
            Claro, si nos paramos a pensar en todos los estímulos que nos ofrece la publicidad nos gastaríamos hasta el último céntimo en todo lo que anuncian para no sentirnos unos desgraciados. Tomemos por ejemplo el anuncio de la tele que empieza: “si no tienes un iPhone….” …¿no eres nada? Ese es el final que le pondría aunque no sea el real. Así que yo no soy nada, porque no tengo ni un iPhone ni un Smartphone ni un Andrioid ni na de na. ¡Yo tengo un móvil para llamar y recibir llamadas! ¡Y mi USB para navegar desde donde quiera con mi portátil! Que al fin y al cabo es lo que necesito, pues yo escribo, ¡y quiero un teclado y una pantalla!
            Pero al final, después de tantos y tantos anuncios sobre la importancia de tener un móvil con Internet me he pasado varios días analizando las diferentes tarifas de las diferentes compañías y he llegado a la conclusión de que NO SOY NADA, pero NO ME IMPORTA, porque soy muy feliz con mi Samsung táctil sin Internet. Porque no necesito el iPhone y de momento no me lo voy a comprar.
            Y ya que hoy estoy tan pragmática, no sé por qué me he levantado con todo esto en la cabeza, os diré lo que siempre le digo a mis hijos cuando ven anuncios en la tele de cosas que no tenemos y se sienten mal: se ha de ser feliz con lo que uno tiene, saber valorarlo y aprender a quererlo. Si te pasas la vida deseando cosas inalcanzables acabas siempre triste.
            ¡Así que pasad un buen día! ¡Y disfrutad de lo mucho que tenéis! ¡Aunque os parezca poco! Porque en realidad seguro que es mucho.

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¡Ahora estás a salvo! (la trama 26)

8:09 Pat Casalà 0 Comments


            ¡Aquí estoy otra vez! La verdad es que cada día las horas se me escurren con mayor rapidez. Entre el trabajo, el baile, los niños, la casa, las novelas, las lecturas, el blog y las mil cosas que hago cada día parece que el reloj no me alcanza Paratodo. ¡Pero al final consigo un equilibrio y llego a todo!
            En este blog he conocido a gente fantástica. Después de tantos meses sin noticias de Javier, sigo con la esperanza de que algún día se lance a comentar de nuevo. José Antonio se ha convertido en un amigo y un compañero de fatigas al que estoy súper agradecida por todo su apoyo. Con M. mantengo la relación a distancia desde que se fue al país del queso. María y Tamara no comentan mucho, pero sé que me siguen y las llevo en el corazón, igual que a Bego y Tura. También Bea me va siguiendo… ¡Y un montón de gente me gustaría animar a comentar algún día! ¡Gracias a todos por estar ahí!
            Superada un poco la crisis de ayer, es que esto de enviar la novela cunado te han dicho que te queda mucho por aprender te da un poco de inseguridad, vamos a regresar a la trama, ¡que últimamente la tengo muy abandonada!
            ….Todo había sucedido tan rápido que apenas había tenido tiempo de asimilar los extraños acontecimientos que habían vapuleado los últimos minutos de mi existencia. Ignacio se había encargado de advertirme que me mantuviera en silencio y a su lado con una simple mirada. Luego había tirado de mí fuera del autobús en la parada siguiente, cuando la calle Santaló se inicia en Travesera de Gracia, y me había arrastrado por la calle Avenir hasta un portal cercano a Muntaner.
            Su porte erguido y tenso me anunciaba a gritos que estaba batiendo una contienda interna con alguien. Tenía todos los músculos apretados, con una expresión de esfuerzo extremo extenuando su cara, el sudor le perlaba la frente y la mano con la que me sujetaba, respiraba con dificultad y casi parecía que la circulación de la sangre se le había espesado y le costara andar con pasos rápidos y ágiles.
            -Coge…la…llave -tableteó entre jadeos inquietos y me señaló el bolsillo de su pantalón.
            Obedecí sin mediar palabra. Sentía que su esfuerzo sobrepasaba con creces los límites de su resistencia, que si no conseguía llevarlo a un lugar seguro se desplomaría sobre la acera fría y compacta que aparecía desierta a esas horas tardías. Localicé el llavero sin dificultad y lo utilicé para abrir la puerta de cristal y hierro forjado que chirrió un poco al abrirse.
            El rellano era antiguo, con loseta pequeña color crema en el suelo que dibujaba unas filigranas multicolores enroscadas alrededor de unas flores rojas que habían perdido la fuerza de su color. La luz consistía en una única bombilla un tanto tenue que se asentaba al lado de la caja de un ascensor de madera de factura antigua.
            -Piso tres…puerta dos. -Hablaba con tanta dificultad que casi parecía que expulsara las palabras entre soplidos medio ahogados.
            El rictus de Ignacio se contrajo todavía más. La palidez de su rostro iba cobrando un color plomizo que denotaba la falta de fuerzas a la que estaba llegando y su mirada estaba al límite, apagada, enrojecida, casi sin vida. Lo arrastré dentro de la caja del ascensor que traqueteó con dificultad hasta el tercer piso.
            No entendía qué estaba sucediendo, desde que Ignacio había empezado a mostrar signos de tensión los ojos que me habían alcanzado en el autobús de habían evaporado, pero seguía presintiendo su amenaza velada en la cercanía, como si me estuvieran acosando de manera intensa.
            Llegamos a un descansillo con dos puertas a cada lado y las escaleras frente al ascensor. Casi no tuve tiempo de fijarme en la puerta de madera un tanto descolorida donde una de las tres llaves que se unían en un llavero con una bola de cristal en miniatura encajó a la perfección.
            Ignacio empezó a resollar de una manera sonora y un tanto ronca. Las piernas le flaqueaban, parecían dos cuerdas flojas a las que les costaba un mundo encontrar el equilibrio necesario como para caminar. Le agarré con fuerza por la cintura, cargué su cuerpo contra el mío y lo ayudé a traspasar el umbral antes de cerrar la puerta tras de mí. Él arrastró los pies con mucha dificultad.
            -¡Ahora estamos a salvo!
            Cuando la puerta se selló Ignacio se desplomó sobre el suelo como si le hubieran cortando unos hilos que antes lo mantenían en pie. 
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¡Enviada!

7:58 Pat Casalà 4 Comments


              ¡Hola! Hoy me había propuesto explicar un montón de cosas, pero tengo tantas cosas en la cabeza que no puedo hablar más que de una, así que repasaremos un poquito la trama y escribiré sobre mis desvelos de hoy.
            En principio vamos a dejar a Svet en el hotel con Eduardo, recordando los pies de su hermana saliendo indemnes de la casa en llamas y sabiendo que ella estaba viva. Pero en el próximo capítulo que la veamos os descubriré algo que no sabéis.
            O sea que ahora nos tocaría hablar un poco de Sara e Ignacio huyendo en el autobús con el acoso de la mirada de Vladymir. ¿OK? Ellos son parte de la clave de la trama y Sara nuestra protagonista.
            Ayer por la noche a última hora envié la revisión de La Baraja. Es la tercera que le mando, así que tal como dice el dicho espero que a la tercera vaya la vencida. Ahora me toca esperar un mes para conocer la opinión de mi agente. ¡Espero y deseo que esta vez haya hecho un buen trabajo! Y hasta mediados de octubre espero y deseo no agobiarme con el paso del tiempo. ¡Si me desvío de este objetivo os conmino a darme un toque! ¿OK?
            He trabajado muchísimo esta novela, aunque el hecho de haber escrito el primer borrador en tres meses pudo “estresarla” en un primer momento. Creo que la historia está muy bien, tiene muchas subtramas interesantes además de la principal. Y quizás haberle dado tantas vueltas con un tiempo de maduración ha logrado mejorarla de verdad. ¡O como mínimo eso espero!
            Grrrrr. ¡Qué difícil es entregar las correcciones! Siempre te queda el regusto amargo de que no esté a la altura, de que no lo sepas hacer, de que todo tu esfuerzo no llegue al nivel requerido. ¡Y más después de la última conversación! ¡Y los ochenta libros que no pude leer! ¡Y el saber que me quedaba mucho por aprender! ¡Y que a pesar de todos los años de dedicación, aprendizaje y esfuerzo todavía tenía que picar mucha piedra para lograr un buen material!
            Es una sensación contradictoria la que experimento. Por un lado estoy orgullosa de mi trabajo, de las horas dedicadas y del resultado, pero por el otro me pesa mucho la posibilidad de no alcanzar esa perfección que se me pidió. Claro, no he acabado con la tarea de leer los libros que a mí no me gustan y se me hacen pesados, pero he leído otros y he corregido rápido, como suelo hacerlo, aunque lo he hecho con tranquilidad y sin obsesionarme, pero no sé si ha sido demasiado rápido, aunque he encontrado muchas cosas y lo he hecho con sumo cuidado,….
            ¡Bueno! ¡Paro ya de darle vueltas! Lo que tenga que ser, será. Y si las cosas no salen bien, pues siempre habrá otra puerta a la que llamar u otra corrección que aplicar u otro medio al que acudir, ¿no?
            Ufffffff. ¿Alguien puede conseguirme el interruptor para apagar los pensamientos? Es que creo que la cabeza me va a estallar. ¡Y eso que os he dicho que me iba a relajar!
            ¡Feliz lunes!  

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¡Llegó la lluvia!!!!!!!

10:26 Pat Casalà 0 Comments


            ¡Qué sábado más chulo pasamos ayer! ¡Y qué negro se ha despertado el día de hoy! Parece mentira cómo se pueden suceder unas jornadas tan contrastadas, con el sol y el calor de ayer no estaba nada preparada para la lluvia torrencial de esta madrugada ni para las nubes que amenazan con volver a deshincharse sobre este paraje montañoso, tranquilo y agradable.
            Estoy acabando con la corrección de la novela. Creo que el trabajo lo he hecho bastante en la línea que se me sugirió, así que me siento orgullosa de mi intento, aunque luego pueda no llegar al sitio donde se espera de mí.
            Ayer el sol radiante brilló en un cielo azul que apenas se veía empañado por cuatro nubes que se ocultaban tras las montañas. Hice una plata de macarrones enorme, compré un melón  al payés, preparé los platos, los cubiertos, los basos y el mantel y me llevé a mi familia, junto al amigo de mi hijo mayor, a un pic-nic en el río de La Tour de Carol, un sitio maravilloso donde los niños remontaron un poco el cauce del río y se bañaron mientras mi marido y yo tomábamos el sol en bañador. ¡Parece mentira que eso fuera posible el 17 de setiembre!
            Luego volvimos a casa y me puse en bikini en el jardín, estirada en la hamaca, con el portátil abierto para corregir la novela. Y me pasé casi tres horas enfrascada en la trama, en los personajes, en sus reacciones y, sobre todo, en la manera de redactarlas. ¡Fue genial! ¡Aunque como este año me ha salido un poquito de alergia al sol luego me pasó factura!
            Es curioso, cuando me preguntan qué es para mí un día perfecto siempre lo visualizo con mis horitas para escribir o corregir, aunque a mi familia no le hace demasiada ilusión que esté enfrascada en ello, porque si me hablan gruño. ¡Es que necesito concentración!
Realmente he cambiado mi manera de afrontar la escritura y eso sí que me hace feliz, porque por primera vez en mi vida voy a entregar el manuscrito y a no esperar con aquella angustia en el estómago a que guste, a que sea valorado, a que lleguen las noticias que siempre se pierden en algún lugar indefinido.
            ¡Escribo porque lo necesito! Es parte de mí misma, una extensión de mi propio ser, una vocación que me proporciona alegría, felicidad y un tanto de fantasía. Y nunca voy a renunciar a eso, a sentirme parte de las novelas, a vivirlas en mi interior. Quizás mi técnica no esté a la altura que se espera de ella, pero para mí los manuscritos son únicos e inigualables, porque por muchas veces que los lea y relea logran emocionarme. ¡Y esa es la clase de novelas que a mí me gustan! Con acción, algo de romance, intriga y esoterismo.
            No me gustaría para nada que me tacharais de prepotente y soberbia. Soy súper consciente de que de momento sólo he pasado uno de los filtros de este mundo de la edición: el de una agencia literaria de renombre, y que después de cinco años y medio de relación con ellos todavía no he pasado de jugar en segunda, pero también sé que si yo no soy capaz de creer en mí, ¿quién lo hará?
            De momento he tomado una de aquellas decisiones pausadas que os comenté, una importante. He comentado varias veces que mi novela preferida es El Secreto de las Cuartetas, pero ahora, tras varias valoraciones de amigos lectores, he de reconocer que la trama de La Baraja es superior a todas las que he creado, así que ha llegado el momento de plantarse y luchar por ella, sin detenerme, sin escribir una nueva que me absorba toda la energía.
            No tengo prisa. De hecho La Baraja era la primera novela de una serie de cinco llamada El Pentáculo. Tengo iniciada la continuación: Oros, de la que escribí 70 folios, pero no sé si algún día proseguiré con esta ambiciosa colección o simplemente me quedaré con la primera y única novela.
            Y hasta aquí mi reflexión de hoy. ¡Espero que la lluvia no sea demasiado intensa!
            ¡Feliz domingo!!!!!

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¡Prueba superada!

11:11 Pat Casalà 0 Comments


            ¡Prueba superada! ¡El Roly-Poly ya está en el saco! Algunos de vosotros habéis asegurado que no se os da bien el baile, pero yo os prometo que con un poco de constancia es algo que tarde o temprano se aprende. Y las satisfacciones que logras con el movimiento rítmico, pensando únicamente en los pasos durante una hora y aparcando tus preocupaciones y desvelos, es la mejor terapia del mundo. Como mínimo lo es para mí, ¡durante esa hora no pienso en nada más! ¡No le doy vueltas y más vueltas a otra cosa que no sea la coreo! ¡Y eso es un lujo! Incluso los pasos me sirven en las noches de insomnio, que en mi caso son muchísimas. Los repaso mentalmente en plan las ovejitas y al final me acabo durmiendo y con un regusto ilusionado.
            Hoy me he levantado con cantidad de energía, aunque las agujetas han hecho presencia en los músculos que no solemos utilizar en la clase de baile y el Roly-Poly ha sacado a relucir. ¡Tengo tanto que hacer! Como mis dificultades con el sueño me proporcionan una gran ventaja (me despierto tan pronto que consigo unas horas de tranquilidad absoluta) y el silencio es mi mejor aliado a la hora de escribir, si alguien me habla cunado estoy enfrascada en un escrito le gruño, he desayunado en la barra americana de mi casa de la montaña, he preparado el desayuno para el resto de la familia y un invitado de mi hijo mayor y me he entado en mi sillón del IKEA dispuesta a aporrear el teclado mientras acabo la segunda corrección de La Baraja que empecé hace dos semanas.
            El desayuno ha sido súper inspirador. ¡Me encanta desayunar sola con mis pensamientos! Mientras el café riega mi estómago y unas rebanadas de pan con tomate lo acompañan, puedo ir despertando mis neuronas y ponerlas a funcionar a pleno rendimiento. Esta casa tiene la parte de abajo tipo loft, pero en pequeño. No tenemos mesa de comedor, la barra americana en forma de L se divide en una parte alta tipo bar y una baja tipo mesa. Yo desayuno en la parte alta, junto al reloj de pared que me regalaron mis padres una navidad, un reloj que está lleno de latas Cambell de color blanco y rojo, a juego con la pared carmín que tengo enfrente, con el mapa enmarcado de La Cerdanya y el termómetro de madera con una vaca encima.
            Ahora estoy frente a la chimenea apagada. ¡Ya vino el deshollinador! Así que si finalmente este fin de semana refresca como han anunciado podré ver las llamas danzar dentro de ella. ¡Es tan maravilloso el crepitar de los troncos al prender! ¡Y tan bonitas las figuras que las llamas ofrecen al son de un viento invisible que las atusa!
            Cuando acabe de escribir esta entrada me voy a meter de lleno en la novela, a ver si esta vez logro darle una consistencia capaz de alentar a alguien a comprarla, aunque os diré que dudo un poco de mí misma, ¡son tantos los años de aprendizaje! ¡Y tanto lo que me dijeron que me quedaba por aprender! Espero que esta vez el esfuerzo me lleve donde me gustaría, pero si no es así volveré a empezar y listos.
            A mí me encanta escribir en silencio y si puede ser al aire libre, con el sol acariciando mi piel. ¡Es tan inspirador el sonido de un día soleado! ¡Casi puedo oler las palabras en la atmósfera! Es como si vinieran a mí solas y se condensaran rápidamente en los párrafos. Por eso voy con mi pequeño portátil a todas partes y lo abro en cualquier momento para proseguir con la trama. ¡Eso me ha costado una lesión en la mano que me van a tener que operar! De hecho el médico me ha desaconsejado que escriba medio estirada en una hamaca o en un sillón y, sobre todo, en un ordenador tan pequeño. ¡Pero es mi manera de hacerlo!
            No sé escribir con un guión ni con apuntes ni con nada, lo mío es ir vistiendo la historia a medida que avanza. Me siento delante del teclado y escribo. Lo único que sí hago es tener una idea y muchísima documentación del tema almacenada en una carpeta del ordenador. Pero mi manera de documentarme es una búsqueda exhaustiva por Internet, una lectura en diagonal y un corta y pega. Luego, cuando estoy metida de lleno en la trama y sé qué necesito me leo la parte que me interesa y me la estudio. También suelo ver vídeos de la época a tratar si es antigua o leer manuales o enciclopedias de temas esotéricos para almacenar ideas que prenden en un momento dado.
            ¡Espero que paséis un domingo genial! 

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¡Luz, baile e ilusión!

7:47 Pat Casalà 5 Comments


         ¡Buenos días!!!! Ayer encaré un reto complicado y estoy orgullosa de haber superado en parte la dificultad. Uno de mis profesores de baile, tengo dos y cada uno me gusta en su estilo, nos propuso que esta semana la dedicáramos a sacar una coreografía difícil que había encontrado en el YouTube y que había colgado en el Facebook.
            Al principio pensé que se trataba de una broma, así que me miré el vídeo con ganas de reírme un poco, el vestuario y los personajes se prestan a ello, pero cuando el miércoles llegó a clase y de verdad nos propuso bailar esa coreografía un poco más y me da algo.
            Os prometo que la primera vez que lo bailé me sentí como un pato mareado, una serie de pasos me salieron sin más, pero había un grupo de dieciséis tiempos en los que no había manera de que mis pies y mis brazos lograran compenetrarse. Cada una de mis extremidades iba por su lado, como si no tuvieran ningún tipo de coordinación y se perdieran en el mismo instante en que empezaban a mezclar los movimientos.
            El miércoles me fui a casa un poco mosca conmigo misma. Normalmente no tengo dificultades a la hora de ejecutar y estudiar los pasos, así que tenía que encontrar alguna manera de mejorar y dominar esa coreo. Así que ayer le pedí a mi marido que  recogiera a la niña y me fui a clase a una hora que no me toca. Y empecé a bailar en mi sitio, delante, al lado del profe y…. ¡conseguí aprenderme todos los pasos! ¡Esta tarde tengo la tercera clase! Nos falta el final de la coreo, que hoy Alberto nos va a explicar. ¡Qué nervios!
           Si es que ayer fue un día redondo, uno de aquellos en los que todo te sale bien y acabas súper motivada y contenta. ¡Aunque hoy me duelen todos los músculos del cuerpo de tanto forzarlos!
            Yo creo que los días se pueden separar entre aquellos oscuros por los que debes pasar de puntillas y los que reciben una ingente cantidad de luz para convertirlos en pequeños tesoros donde cada cosa deseada cobra una dimensión mejor y posible. Luego quedan los grises, aquellos por los que se circula sin nada especial, sin lamentos ni ilusiones, sólo con rutina y tranquila cotidianeidad.
            Es como nuestro propio estado anímico, seguro que cada uno de vosotros se deja impresionar por cosas distintas que afectan a su forma de pensar y de sentir ese día. Es como si los pequeños sucesos que sacuden nuestras vidas en momentos puntuales nos predispusieran a la felicidad, la tristeza, la melancolía, la alegría… ¡Incluso la climatología afecta a muchas personas! Sin ir más lejos a mí los días de sol me proporcionan una intensa energía y cuando se despierta el día nublado los chaparrones también encapotan mi estado anímico.
            Y ayer lució el sol. Un sol impoluto, inmenso, sin nubes extrañas que amenazaran en el horizonte, sin nada que importunara su dominio absoluto dentro de mí, como el presagio de algunos acontecimientos positivos que se produjeron durante la jornada y que aplacaron las pocas cosas negativas que pudieran enturbiar su soberanía.
            ¡Así que espero que hoy siga la estela de ayer! ¡Que sea otro día de luz e ilusión! ¡Que pueda bailar perfecto el final de la coreo! ¡Y que las musas me sonrían! Ayer estuve más de cuatro horas dedicada a la corrección de La Baraja. Hace un par de semanas inicié la segunda revisión y ayer me entregué a ella con mucho tesón. ¡A ver si sale algo bueno de eso!
            ¡Un beso! ¡Y feliz viernes!
     
           PD. Os dejo un enlace de la coreo original: ¡La coreo!!!!

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¡Ella está viva! (la trama 25)

8:07 Pat Casalà 0 Comments



            ¡Buenos días! Hoy os he escrito la continuación del capítulo de Svet y Eduardo. ¡A ver qué os parece!
            …Eduardo no sabía qué hacer. Se había pasado los últimos tres cuartos de hora caminando de un lado a otro de la habitación, intentando entender la reacción de Svet. Primero la había acunado entre sus brazos para consolarla, pero ante sus palabras tartamudeadas entre lágrimas de angustia ella le había pedido que la dejara adentrarse en ese recuerdo en soledad, que la calidez de su abrazo la hacía perder la conexión con el pasado y borraba un poco las impresiones que parecían haber encendido una luz en su cerebro capaz de iluminar aquella caverna oscura donde había guardado lo sucedido tantos años atrás.
            Cuando Euduardo la había encontrado en el incendio Svet estaba descompuesta y un tanto histérica. Susurraba palabras sin sentido en su idioma, palabras en un tono exaltado, histriónico, aterrado. Recordaba perfectamente aquella mirada de grandes ojos grisáceos que clamaban a gritos la angustia y la desesperación que se iba diluyendo entre las lágrimas. La cara estaba tensa, agarrotada, como si hubiera envejecido de golpe por las arrugas de terror que la constreñían.
            Svet tenía en ese instante la misma expresión del pasado. A pesar de no estar emborronada con los restos del humo, sucia por las cenizas que se habían repartido de manera desordenada por todo su cuerpo y con las quemadas en el torso que le habían dejado las huellas visibles de lo sucedido impresas en la piel, Svet mantenía aquel pánico absoluto asido al rostro, como si a través de su expresión pudiera conectarse con aquel instante que había cambiado su vida por completo.
            -Ella…ella…ella -balbuceó Svet con una voz aguda y un tanto exaltada-. Fue…ella. –Tres jadeos angustiosos la detuvieron-. Fue…ella. Ella me pegó. ¡Ella está viva!
            La claridad de mente se impuso de repente. Fue como si una chispa prendiera de repente en su mente y todo un arsenal de luces halógenas apuntara directamente al interior de la cueva negra y tenebrosa donde había guardado los recuerdos de aquel día.
            Volvió a ser la pequeña Svet, espiando a su hermana mayor, a la espera de demostrar a sus padres que era una persona de la que no se podían fiar. Se había escondido en un armario de la cocina mientras Fiona, su hermana mayor, se dedicaba a moverse de un lado a otro de la casa.
            La escuchó trajinar en la cocina, sin saber muy bien qué hacía. Tarareaba una canción que no conocía con aquella vos nasal que reconocería en cualquier lugar del mundo. Era una canción un tanto exaltada, con una melodía alegre y rápida, que parecía el preludio de algo grande.
            Cuando las primeras huellas del humo se colaron por el respiradero del armario Svet había salido de su escondite para descubrir un fuego de gran envergadura que se había iniciado en los fogones. La cocina olía a gas de una manera un tanto exagerada, así que si no lograba apagar las llamas la casa ardería. Y no había rastro de Fiona.
            Se lanzó contra el fuego con el delantal que se asentaba colgado de un gancho en la puerta del armario e intentó por todos los medios deshacerse de él. Pero un golpe contundente en la cabeza la detuvo. Por unos minutos perdió el conocimiento y se quedó estirada en el suelo. Al fin logró abrir los ojos y arrastrarse fuera de la cocina para impedir que sus pulmones siguieran tragando tanto humo. Tosía, se ahogaba y le dolía el chichón de la cabeza.
            Reptó por el suelo hasta lograr alcanzar el salón. Su mente estaba embotada por el efecto del humo y del golpe, pero descubrió claramente cómo la figura de su hermana salía por la puerta de acceso al exterior y la cerraba tras de sí. ¡Ella estaba viva!

            ¡Feliz día!!!!
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Carta a una amiga imaginaria

8:19 Pat Casalà 6 Comments


            Buenos, calurosos y alegres días para todos. Mañana voy a seguir con Svet, pero ahora me gustaría dejar una carta imaginaria que me ha salido así sin más, como quien no quiere la cosa. Y a mí me gusta mucho escribir y hacer pruebas y buscar la manera de dejar en el blog cualquier atisbo de mi escritura que asome por los recovecos de mis dedos ansiosos de cruzar el teclado.
            Hoy creo que me he despertado algo poética, como hechizada por el poder de las palabras y los sentimientos, como si entre ambas se creara una simbiosis perfecta que proyectara de manera fidedigna las emociones calladas que arrasan mi interior y se convierten en pequeños volcanes que entran en erupción cuando inicio la escritura y permito que las manos no cejen en el empeño de aporrear el teclado con precisión, rapidez e ímpetu.
            Porque si algo me dicen normalmente es que mi manera de escribir, de machacar las teclas para imprimir en le pantalla mis ideas, pensamientos o sensaciones es briosa, fuerte, enérgica. Parece como si el ruido de las teclas a toda potencia, su frenesí a la hora de bombear el silencio, me ayudara a sentir la energía que fluye de mis entrañas para llenar de sentido las letras que aporrean mis dedos.
            Así que leed una carta inventada, una llena de sentimientos, una idea que me ha deambulado por la cabeza esta mañana temprano y que he querido compartir con los lectores que en algún momento aterrizan en el blog con ganas de leer algo nuevo.
            ¡Mañana seguiremos con los desvelos de Svet!

Querida amiga,

            Durante muchos años he perseguido un sueño imposible alentada por tus palabras serenas y entusiastas, por el falso espejismo que me proporcionaba la seguridad de haber encontrado una persona que parecía realmente interesada en algo que consumía mis días, por el cobijo que me proveía estar dentro de algo grande e inconmensurable, de algo parecido a un paraíso soñado.
            Me armé con un parapeto donde rebotaban los escritos acerca de fracasos en casos parecidos y las palabras sabias de amigos, conocidos y familiares, apartando de mi cerebro todo aquello que me llevara a procesar una realidad que no quería ni ver ni asumir, porque seguía inclinada a imaginar la consecución de todo de una mano amiga, con tesón, lucha y amistad.
            He perdido el romanticismo y la ingenuidad, madurando a base de golpes y trasiegos, de contestaciones perdidas en el ciberespacio de la nada y de frustraciones enredadas en una interminable espera. En medio del maremoto que asola mis pensamientos, asida a una isla de cordura, con un salvavidas que me ayuda a flotar a la deriva, empiezo a escuchar los datos que se habían diluido entre esperanzas e ilusiones que ahora me parecen vacuas e incoloras.
            La búsqueda de una bifurcación en el camino es quizás la última salida, pero nada puede vapulear ahora el oasis de paz que ha invadido el desierto de mis sentidos, un oasis lleno de vitalidad, alegría y certeza, de realidades absolutas que mi cabeza va procesando con tranquilidad y va colocando en su sitio para delinear una secuencia clara y recta del escenario en el que me encuentro.
            Quizás, y sólo digo quizás, el tiempo asiente todo en su lugar….

            ¡Pasad un gran día!!!!

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Pensando....

8:07 Pat Casalà 5 Comments


            ¡Hoy me he dormido! ¡No me lo puedo creer! Todavía tengo un par de minutos para la entrada del blog, pero no tengo muy claro si mi cabeza va a conseguir desembotarse lo suficiente como para escribir algo coherente.
            ¡Primer día de cole superado! Los nervios de conocer a los nuevos profesores, de volver a ver a los amigos y de saber qué les deparaba el curso ya se han despejado y mis hijos retoman una rutina largamente olvidada por los meses de veraneo intenso y relajado. ¡Ahora vuelven a las aulas, los exámenes, los deberes y el trabajo! ¡Ya era hora!
            Por mi parte sigo contenta con mi puesto de trabajo, con los compañeros, con la oficina, aunque desde que M. nos ha dejado se la echa en falta. ¡Espero que lea esto y sepa que le deseamos lo mejor!
           Es increíble poder despertarse por la mañana con ilusión y sin el yugo de la espera interminable a la que estaba sometida, todo y que la hora de las decisiones llegará y en algún momento deberé replantearme muchísimas cosas. ¡El tiempo es el mejor consejero!
          En la vida hay muchas cosas que vienen y van, muchos momentos que se deben conservar en la memoria y otros muchos que podemos arrinconar. Hay experiencias que valen un recuerdo efímero y otras que se quedan asidas en nuestra memoria para el resto de nuestra vida. ¡Y es importante vivirlas todas con ilusión!
            Siempre me decís que soy optimista y que veo el lado positivo de las cosas, y sí, tras unos años de oscuridad mi verdadera naturaleza ha resurgido de sus cenizas como un Ave Fénix y ahora arrasa con su optimismo cualquier atisbo de angustia, sin embargo hay cosas que pesan, decisiones importantes que deben encararse con tranquilidad y sosiego, realidades que no pueden quedarse aplacadas dentro de mí sin descubrir su importancia.
            Así que me he propuesto empezar a darle vueltas a varios temas que me rondan sin estresarme. Quiero descubrir cada matiz, cada intención y cada sentimiento que despiertan, quiero una inmersión en ellos para llegar a un lugar concreto y encarar con valentía el siguiente paso y, sobre todo, quiero seguir gozando de la serenidad necesaria para que cualquier decisión que alcance sea lo suficientemente meditada como para acatarla con ilusión.
     ¡Y ahora me voy a duchar! ¡Que he de llevar a la niña al cole e irme a trabajar! ¡Os deseo un gran día!

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¡Vuelta al cole! Y... ¿Quién es esa mujer? (la trama 24)

8:14 Pat Casalà 4 Comments


            ¡Al cole! Casi todos los comentarios que leo en las redes sociales de mis amigos con niños alaban este día tan esperado para los padres después de un largo y caluroso verano. ¡Por fin la rutina llega a casa!
            También yo recibo con alegría el principio del nuevo curso, todo y que al ver las edades de mis niños empiezo a sentir el paso del tiempo. ¡Segundo de ESO y 6to de Primaria! ¡Cómo pasan los años! ¡Qué mayores nos hacen nuestros hijos!
            Me parece que fue ayer cuando Àlex daba sus primeros pasos o empezaba la guardería o se reía por primera vez. Luego apareció Irene, con su cara risueña y su cuerpecito de bebé. ¡Cómo han podido pasar casi once años desde su nacimiento! ¡Y trece y medio desde el de Àlex!
            Ahora tengo un adolescente en casa y una pre-adolscente, ya no son aquellos pequeños a los que podía abrazar y llevar a todas partes, pero sigue siendo una aventura genial verlos crecer, estar a su lado, descubrir sus nuevas facetas, hablar con ellos de manera un tanto más adulta, y, porqué no, aprender con ellos muchas cosas nuevas e inimaginables.
            Bueno, hoy toca adaptarse de nuevo a la rutina horaria de los colegios e internarse a tope en el nuevo curso, el último para Irene en su colegio actual y el segundo para Àlex en el colegio de secundaria que tanto nos costó elegir hace un par de cursos. ¡Así que ahí vamos! ¡Al cole!
            Estoy terminando el libro de José Antonio, uno de mis comentaristas más asiduos, y he de decir que me está gustando mucho. Lo encuentro muy interesante por mucha de la información acerca de la guerra ideológica entre Palestina e Israel, de los servicios secretos de todos los países implicados y de las posibles formas de actuar de Estados Unidos frente a las masacres terroristas. ¡Así que desde aquí me gustaría felicitarle públicamente! ¡Tengo ganas de conocer el final! ¡Lo bueno es que no lo adivino!
            Bueno, dejamos a Isaac con los descubrimientos acerca de los prigenios y así acaba el capítulo que introduce la historia antigua necesaria para entender el presente. Tenemos a Sara y a Ignacio en el autobús, a Vladymir en la escalera y ahora deberíamos acercarnos a Svet, ¿OK?
            …Habían pasado más de cuarenta y cinco minutos desde que Eduardo había entrado en la habitación y se había encontrado a su mujer desencajada frente a la tele. Desde entonces había intentado por todos los medios a su alcance descubrir qué le estaba pasando, pero Svet parecía internada en un estado de agitación continúa, como si reviviera una y otra vez aquel lejano día en el que su vida cambió.
            Ella se había sentado a los pies de la cama, con la mirada perdida en algún lugar lejano y las lágrimas cuajando en sus ojos. Su mente se había anclado en un torbellino de sensaciones que vapuleaban su interior de manera frenética. Volvía a ser una niña asustada, escondida detrás de un sofá de su casa, espiando a una figura sinuosa que se escapaba a su escrutinio. Luego las llamas inundaban la tranquilidad del salón y los gritos histéricos de su familia quemándose se introducían por sus pabellones auditivos para despertar una terrorífica sensación de impotencia.
            Y esa voz de la televisión, esa voz nasal que pellizcaba las sílabas de una manera especial, como si hubiera aprendido a esconder un acento distintivo a base de clases de dicción, se entremezclaba con las imágenes de su pasado y creaba una alarma interna que ella no llegaba a ver, sólo la sentía como un dolor en el corazón, una punzada intensa, un recuerdo que se perdía en los laberintos de la desmemoria.
            Repasó la cara que pronunciaba esas palabras en aquel programa de la televisión, era una cara perfecta, con un cutis cuidado, sus inmensos ojos azules que refulgían a la luz de los focos le parecieron una puerta al pasado, aquella nariz perfecta, obra de un cirujano, el maquillaje exacto para resaltar su belleza, el carmín rosado en los labios. ¡No la conocía! Lucía una larga cabellera rubia que se recogía en una graciosa coleta sobre la nuca, aguantada por hebras de su propio cabello que se enroscaban en la base de la cola.
            ¿Quién era esa mujer? ¿Por qué le despertaba ese recuerdo que ella quería erradicar de su mente? ¿Qué le estaba sucediendo?
            No podía controlar su cabeza ni los recuerdos dolorosos que la asolaban en un bucle atemporal que mezclaba aquella mujer con el incendio, sobreponiendo ambas imágenes, como si a partir de ellas se ocultara una verdad necesaria, una verdad que podía desentrañar la parte oscura que la invadía de noche en sus sueños, que la obligó a enterrar bajo capas de nuevas experiencias lo sucedido en su casa, que no la dejaba vivir sin el resquemos de aquel suceso horrible que había trastocado los cimientos de su existencia.

            
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¡Hoy toca soñar!

9:56 Pat Casalà 0 Comments


         Los sueños son algo intrínseco a la condición humana, una extensión de nuestra propia esencia, una parte importante en la lucha por avanzar y no quedarse estancado para siempre en una posición que nos haga sentirnos pequeños u olvidados.
           ¿Quién no ha sentido el impulso por conseguir un sueño como una meta a la que llegar? ¿Quién no se ha dejado seducir por ilusiones, esperanzas o deseos? ¿Quién no ha visualizado la consecución de aquellas metas que su mente ha fijado? En mayor o menor medida todos hemos sentido esa fuerza en algún momento de nuestras vidas, ese motor que nos ayudaba a luchar a pesar de las adversidades.
           El cúmulo de ilusiones que forman nuestros anhelos se condensan en unas imágenes claras y concisas de lo que deseamos, en un mundo de sensaciones y empuje que nos acercan irremediablemente a tocar los sueños y nos aportan la energía necesaria para continuar creyendo en ellos, avanzando por caminos más o menos tortuosos, intentando encontrar la senda en línea recta que nos lleve a ellos, dejando atrás las curvas intrincadas que han nublado la meta durante un tiempo.
          ¡Es tan fuerte el lazo que se forma entre el sueño y la determinación! Parece que se unen entrelazando una y otra vez la cuerda que los acerca hasta convertirlos en una única unidad compenetrada, porque lo uno no existe sin lo otro. Necesitas soñar para luchar por ese sueño y la lucha sin meta carece de sentido.
        Recuerdo cuando alguna vez había sintonizado el canal donde ofrecían los castings de Operación Triunfo, cuando en la cara de los aspirantes vislumbraba una fuerza y una determinación que los había llevado a la cola interminable de personas cuyos deseos eran uno mismo, y estaban ahí, con los nervios en punta y las sensaciones hormigueándoles bajo la piel, con una intensa emoción que les producía descargas de adrenalina y les creaba una ansiedad sin precedentes. Y luego se veía la euforia de haber pasado a la segunda ronda o la desesperación al saber que todo había acabado y que su oportunidad se había fundido en unos minutos de intensa ilusión. Entonces cambiaba de canal, porque esa sensación de vacío que te atrapa cuando descubres que el sueño se ha convertido en un charco de agua que se va evaporando bajo tus pies atrapaba a los concursantes mis ojos se deshacían en un mar de lágrimas de amargura y no era capaz de soportar esa realidad.
           Mis sueños se construyen de imágenes, de instantes, de emociones, de un mundo mágico donde todo es posible. Los muros que erigen esas realidades paralelas son endebles, pero yo intento cimentarlos una y otra vez, sin permitir que se desplomen como si no fueran más que un castillo de naipes derruido por el viento.
           Los estímulos me ayudan a sujetar una parte de la cima inalcanzable que se alza sobre mi cabeza imaginaria. Cuando he perdido una sensación, una idea o un instante recurro a la música, al baile, a un paseo, a oler el silencio del verano, a contemplar la lluvia, a reír o a llorar. Busco la manera de volver a construir una y otra vez ese mundo de fantasía donde se representan la consecución de todos y cada uno de mis sueños y vuelvo a sentir de manera intensa cómo sería alcanzarlos y vivirlos.
           Es un ejercicio increíble, poner una musica que despierte las emociones necesarias en tu interior para verte en ese lugar en el que deseas estar, para abrazar esa ilusión que te impulsa a continuar. Mientras tos labios tararean la canción tu cuerpo se mece al ritmo de las notas, sintiendo la melodía despertar las emociones, dándoles vida, creando una visualización real y absoluta de tus deseos, estrechando la mano a quien llevas años deseando conocer, besando al hombre o a la mujer por la que tu corazón suspira, accediendo al puesto de trabajo que aspiras, conduciendo el coche que quieres,…. ¡Cualquier cosa es válida! Lo único que debes hacer es vivirlo por unos instantes, disfrutarlo y sentirlo tuyo.
            ¡Así que hoy toca soñar! ¡Feliz domingo!

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