¡Ella está viva! (la trama 25)

8:07 Pat Casalà 0 Comments



            ¡Buenos días! Hoy os he escrito la continuación del capítulo de Svet y Eduardo. ¡A ver qué os parece!
            …Eduardo no sabía qué hacer. Se había pasado los últimos tres cuartos de hora caminando de un lado a otro de la habitación, intentando entender la reacción de Svet. Primero la había acunado entre sus brazos para consolarla, pero ante sus palabras tartamudeadas entre lágrimas de angustia ella le había pedido que la dejara adentrarse en ese recuerdo en soledad, que la calidez de su abrazo la hacía perder la conexión con el pasado y borraba un poco las impresiones que parecían haber encendido una luz en su cerebro capaz de iluminar aquella caverna oscura donde había guardado lo sucedido tantos años atrás.
            Cuando Euduardo la había encontrado en el incendio Svet estaba descompuesta y un tanto histérica. Susurraba palabras sin sentido en su idioma, palabras en un tono exaltado, histriónico, aterrado. Recordaba perfectamente aquella mirada de grandes ojos grisáceos que clamaban a gritos la angustia y la desesperación que se iba diluyendo entre las lágrimas. La cara estaba tensa, agarrotada, como si hubiera envejecido de golpe por las arrugas de terror que la constreñían.
            Svet tenía en ese instante la misma expresión del pasado. A pesar de no estar emborronada con los restos del humo, sucia por las cenizas que se habían repartido de manera desordenada por todo su cuerpo y con las quemadas en el torso que le habían dejado las huellas visibles de lo sucedido impresas en la piel, Svet mantenía aquel pánico absoluto asido al rostro, como si a través de su expresión pudiera conectarse con aquel instante que había cambiado su vida por completo.
            -Ella…ella…ella -balbuceó Svet con una voz aguda y un tanto exaltada-. Fue…ella. –Tres jadeos angustiosos la detuvieron-. Fue…ella. Ella me pegó. ¡Ella está viva!
            La claridad de mente se impuso de repente. Fue como si una chispa prendiera de repente en su mente y todo un arsenal de luces halógenas apuntara directamente al interior de la cueva negra y tenebrosa donde había guardado los recuerdos de aquel día.
            Volvió a ser la pequeña Svet, espiando a su hermana mayor, a la espera de demostrar a sus padres que era una persona de la que no se podían fiar. Se había escondido en un armario de la cocina mientras Fiona, su hermana mayor, se dedicaba a moverse de un lado a otro de la casa.
            La escuchó trajinar en la cocina, sin saber muy bien qué hacía. Tarareaba una canción que no conocía con aquella vos nasal que reconocería en cualquier lugar del mundo. Era una canción un tanto exaltada, con una melodía alegre y rápida, que parecía el preludio de algo grande.
            Cuando las primeras huellas del humo se colaron por el respiradero del armario Svet había salido de su escondite para descubrir un fuego de gran envergadura que se había iniciado en los fogones. La cocina olía a gas de una manera un tanto exagerada, así que si no lograba apagar las llamas la casa ardería. Y no había rastro de Fiona.
            Se lanzó contra el fuego con el delantal que se asentaba colgado de un gancho en la puerta del armario e intentó por todos los medios deshacerse de él. Pero un golpe contundente en la cabeza la detuvo. Por unos minutos perdió el conocimiento y se quedó estirada en el suelo. Al fin logró abrir los ojos y arrastrarse fuera de la cocina para impedir que sus pulmones siguieran tragando tanto humo. Tosía, se ahogaba y le dolía el chichón de la cabeza.
            Reptó por el suelo hasta lograr alcanzar el salón. Su mente estaba embotada por el efecto del humo y del golpe, pero descubrió claramente cómo la figura de su hermana salía por la puerta de acceso al exterior y la cerraba tras de sí. ¡Ella estaba viva!

            ¡Feliz día!!!!
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