Mala experiencia en el Kawayan Holiday Resort de Siquijor

7:07 Pat Casalà 0 Comments

Buenos días! Por fin viernes… Hay semanas en las que necesito la llegada de este día, es como si el estrés laboral me llenara hasta los confines de la paciencia. Vale, la mía no es que sea muy grande, pero a veces las circunstancias me desbordan y es fácil no encontrar la forma de acatarlas con serenidad.
Nos quedamos saliendo del hotel de Malboal…
Durante nuestras inmersiones conocimos a una pareja simpatiquísima que nos acompañó en el viaje de siete horas hasta el hotel de Siquijor. Nos subimos a una van hasta el puerto de Santander, cogimos un ferry, al llegar a puerto necesitamos un triciclo para ir a otro embarcadero a tomar otro ferry hasta Siquijor y una vez allí nos subimos a un nuevo triciclo rumbo al hotel. Tardamos siete horas y media en llegar a destino desde salir de Malboal.


El hotel era el Kawayan Holiday Resort, un precioso enclave alejado de la civilización que podría haberse convertido en un establecimiento perfecto si no fuera por la mala atención al cliente por parte de los dueños. Pasamos cuatro noches allí y nos encontramos con un director arrogante, prepotente y autoritario, alguien incapaz de hablar de forma conciliadora para llegar a un acuerdo cuando estábamos en desacuerdo con él.
El hotel es bonito, el personal son unas chicas muy agradables y las cabañas están muy bien acondicionadas. Pero el trato es muy importante a la hora de quedarse con una buena impresión.


Está muy lejos de San José, lugar donde puedes alquilar una moto veinticuatro horas por 300PHP. Ellos las alquilan por 275PHP durante cuatro horas… Las cogimos la primera noche para ir a San José y alquilar unas más económicas y no pusimos gasolina. Hicimos mal, deberíamos haberla puesto, por eso cuando las devolvimos dijimos la verdad y les sugerimos que nos la cobraran. Un depósito vale 49PHP y no gastamos ni la mitad… Habíamos firmado un papel al alquilarlas y en él decía que nos cobrarían 200PHP por depósito si no la rellenábamos (pero como muchas veces, no lo leímos).


A ver, es de cajón que podía cobrarlo, pero en vez de explicarlo con ganas de llegar a un entendimiento, cuando preguntamos por ese cargo, sin levantar la voz, solo preguntándole a su mujer, él salió del despacho con maneras amenazantes y empezó a hablarnos con una prepotencia que sacó la fiera que llevo dentro. ¡Qué era la cliente! Hay mil formas de explicarlo y hacernos ver que tiene razón, no hace falta enfrentase frontalmente a nosotros. Cuando estás cara al público es muy importante encarar las cosas de otra manera porque al final lo importante es encontrar la forma de convencerles de que están equivocados sin ofuscarlos.
Y luego tuvimos los mismos problemas con otras partes de la factura… Y este tipo de comportamiento lo tenía con todos los huéspedes, no solo con temas relacionados con la factura. Creo que la atención al público es básica a la hora de fomentar la fidelidad de la gente y de conseguir que te recomienden. En fin, una mala experiencia…

¡Feliz día! J

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Último día en Malboal

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Hace poco en mi trabajo me propusieron vender libros a través de su tienda virtual para dedicar una parte de los beneficios a la investigación médica y a difundir su conocimiento.
Supongo que muchos de vosotros sabéis que una de las entidades que gestiono es una fundación que dedica parte de sus recursos a promover actividades relacionadas con la práctica clínica de excelencia en el campo de la medicina materno fetal y que siempre busca formas interesantes de expandir los conocimientos en ese terreno e incluso de llegar a la sociedad con la web para mujeres embarazadas llamada Inatal.


A partir de ahora podéis comprar algunos de mis libros en papel a través de ese portal y un 20% de los beneficios irán destinados a la fundación. Os dejo el enlace a la tienda por si queréis colaborar. Si ponéis en los comentarios que lo queréis firmado lo haré con muchísima ilusión. (Enlace).
Ayer nos quedamos en mi obtención del Open wáter PADI en Malboal…
Tras la inmersión de la tarde nos dejaron en el hotel para tomar una larga y merecida ducha, descansar un poquito en la preciosa piscina, leyendo un poquito, y regresar al centro de buceo con nuestros libros.


Ese día descubrimos que en Malapascua no nos dieron la documentación necesaria para probar nuestro título, ya que no registraron las inmersiones en nuestros libros ni las sellaron ni les dieron a mi hijo y a mi marido el certificado de la Deep adventure. Y necesitábamos solucionar ese pequeño problemilla…
Gracias a la colaboración de Óscar Picó, el instructor del Savedra Dive Center de Malboal, certificamos algunas inmersiones, preparamos el libro y nos dimos cuenta de lo que faltaba.


Y después decidimos regresar al LantawRestaurant para despedirnos de Malboal. Óscar nos chivó algunos platos para pedir y nos relamimos los labios comiendo exquisiteces. ¡Estaba increíble!
Esa noche dormimos planos. Entre el barranquismo y el buceo estábamos muertos, con agujetas y cansadísimos.
La mañana nos sobrevino acompañados de los primeros rayos de sol. Como cada día me escabullí al bar a las cinco y media armada con mi ordenador para avanzar en la novela que tenía entre manos. Después desperté a mi familia y desayunamos todos juntos.


Las maletas estaban listas, se acababa una nueva etapa del viaje y aunque estábamos felices, nos quedaba un poso de tristeza al abandonar un lugar tan paradisíaco. Y es que Malboal tiene una mezcla de serenidad y naturaleza, su sonido plácido, el calor templado…
Nos tocaba ir de camino a Siquijor, nuestra última isla del periplo. ¡Mañana os lo cuento!

¡Feliz día! J

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Open Water PADI (Malboal)

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Me he pasado los tres días de fiesta releyendo MVST, la historia de Swan y Steff. Ayer apenas tenía la cabeza en las letras porque ya me lo sabía de memoria, pero a pesar de mis intenciones de cambiare muchas cosas, solo pulí el manuscrito ya que la historia me gusta tal cual está. Me queda el último de la serie, CDSFYST, el que está más olvidado en mi mente y que seguro me llenará otra vez de esa fuerza narrativa de cuando lo escribí.
Y entonces empezaré CEDNE, una historia que lleva un par de meses gestándose en mi cabeza, un verdadero reto. Quizás logre superarlo.


A veces lo importante es eso, superar las adversidades, darle una dimensión diferente a los miedos y vencerlos, enfrentarse a ellos, dar un salto y confiar en ti para avanzar. Y eso es lo que hice en Malboal para sacarme el Open Water PADI. Me tiré a la piscina sin mirar si había agua, me deshice del pánico de lo sucedido en Malapascua y seguí adelante hasta conseguir el título.
Ese día comimos en un restaurante frente al mar tras nuestra primera inmersión. He de admitir que estaba eufórica porque no me esperaba conseguirlo con esa facilidad. Solo me quedaba una última bajada sin ejercicios para ver cómo mi título era una realidad y me emocionaba saberlo.


La tarde llegó con rapidez. Tocaba volver a vestirse con el neopreno, cargar el equipo y caminar por la orilla hasta un barco con mi familia. Fuimos a una zona preciosa, con muchísimos corales y otra pared vertical que bajaba hasta las profundidades marinas.
Esta vez buceé muy relajada. Tenía los ojos muy abiertos por la asombrosa fauna que me acompañaba, sin dejar de maravillarme con los peces multicolores, las tortugas que aparecían, los corales que poblaban las paredes… Era como nadar en una pecera gigante y lo mejor de todo fue que por fin sentía la emoción de hacerlo, estaba feliz, llena de ilusión y con deseos reales de continuar explorando el fondo marino.


Bajé hasta diecinueve metros. Seguí las normas de seguridad y las indicaciones de mi instructor. Me encontré con mi familia a ratos y al subir a la superficie un poco más y lloro de ilusión al saber que lo había logrado. Porque cuando superé lo sucedido en Malapascua sentí que todo era posible.
Fue una sensación parecida a cuando tras muchísimos años luchando conseguí ver mi primera novela publicada. Y luego han venido mil instantes maravillosos. Con la Serie Sin ti he ganado muchísimas lectores, he recibido mensajes increíbles y también algún que otro comentario negativo que he aprendido a encajar. Y quizás ahora mismo no tengo claro mi futuro literario ni el de la segunda parte de la serie, pero disfruto de cada momento con la emoción que merece.


El viernes Belén, la administradora del blog Viajando a otros mundos publicó una reseña de la serie que me arrancó sonrisas, lágrimas y más de una emoción. (Enlace). Y es que a veces me bastan estos pequeños reconocimientos para saber que vale la pena aporrear las teclas cada día para crear mundos paralelos en el papel y regalárselos a los lectores.

¡Feliz día! J

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Kawasan falls y primera inmersión en Malboal

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! El lunes es fiesta en Barcelona, así que dejaré la entrada para el martes… Cada día recibo mensajes maravillosos de personas que han leído el final de la trilogía y se quedan con ganas de más.  De verdad, esta semana está siendo muy estresante por mil cosas y esos mensajes son aire fresco para mí.
Ayer nos quedamos en el final del barranquismo… Fue una experiencia adrenalítica, pero muy cansada. Al finalizar tocaba subir doscientos escalones por medio de la selva y acabé vomitando por el esfuerzo. Pero llegué de nuevo a la base, me subí con Àlex a una moto con conductor (sí, íbamos tres en la moto y sin casco) y nos cambiamos de ropa para poner dirección a las Kawasan falls.


Llegamos a un parking y el conductor nos llevó a comer en un restaurante que se encontraba en el camino a las cataratas. Era una cabañita de juncos donde nos dieron unos platos buenísimos.
Tras caminar un poquito nos encontramos con la cascada. Me decepcionó bastante, estaba llena a rebosar de chinos, había un chiringuito repleto de personas y apenas sitio para sentarse sin pagar.
Decidí no bañarme y les esperé leyendo. Sí, en este viaje leí doce libros, ¡una pasada! Mi familia se fue a hacer cuatro fotos, se metieron en el agua antes de regresar al parking para emprender la vuelta al hotel.


Cenamos otra vez en el mismo restaurante y nos fuimos pronto a la cama.
El día siguiente amanecí con unas agujetas alucinantes. ¡Y debía sacarme el Padi Open water! Estaba un poco atacada, no sabía si conseguiría meterme en el agua sin que me asaltaran las imágenes de lo sucedido. Desayuné bastante para tener el estómago lleno y me monté con mi familia en el transporte que el centro de buceo nos mandó al hotel.


Óscar Picó estuvo pendiente de nosotros desde que llegamos. La idea de ir sola con él me ayudó a vencer mis últimas reticencias para colocarme el neopreno, los pesos, la máscara, montar el equipo, colocarlo en mi espalda y caminar hacia el mar.
Esta vez entramos por la orilla, una extensión de roca que cubría poco. Avanzamos unos metros, nos metimos en el agua y llegamos a una pared vertical que bajaba hasta el fondo. Descender acompañada de esa pared llena de corales me ayudó a relajarme y llegué a los temidos dieciocho metros.


El fondo marino en Malboal es espectacular. Fuimos a ver las sardinas, pero no eran cuatro, sino bancos enteros. Parecía que estuviéramos en un reportaje del National Geographic. También nos encontramos una familia de tortugas y vimos un montón de peces.
Hice todos los ejercicios bajo el agua y cuando salí a la superficie estaba radiante de emoción. Solo me faltaba una inmersión para conseguir el título. ¡Había vencido el miedo!

¡Feliz día! J  

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Canyoneering en Alegría (Malboal)

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Esta mañana por fin me he duchado con agua caliente. ¡Estoy que no me lo creo! A pesar de una larga noche en vela estoy feliz porque las cosas empiezan a asentarse. Son muchos los mensajes que recibo cada día interesándoos por las fechas de salida de los siguientes volúmenes de la Serie Sin ti, pero de verdad, todavía no sé cuándo se publicarán… Espero traer noticias pronto… ¡Gracias por vuestro interés! Me hace muchísima ilusión contar con vuestro apoyo.


No me apetece escribir datos prácticos de Malapascua y como al final este es mi blog, pues voy a seguir con la aventura filipina explicando cada instante mágico, recordando la textura de las playas, su sonido plácido, lleno de notas de la canción del verano, Despacito, de los cantos de los gallos, de la calma del trópico… Su color tan vivo, los sunsets que tiñen de roja anaranjado las nubes y el cielo, sus gentes…


Nos quedamos en la primera noche en Malboal. Fuimos al Savedra Dive Center a conocer a Óscar Picó, mi futuro instructor de buceo, que nos recomendó un maravilloso restaurante para cenar, el Lantaw. Mmmmmm, se me hace la boca agua al recordar lo buenísimos que estaban los platos. Creo que fue el mejor de todo el viaje. Os lo recomiendo muchísimo si vais a Malboal.
La rapidez no es algo común en Filipinas. Cuando te sientas en un restaurante y encargas la comida has de esperar como mínimo cuarenta minutos hasta que te sirven. Así que saqué mi Kindle del bolso y le di un avance larguísimo al libro que leía, preparándome mentalmente para un día de canyoneering en Alegría.


Nos despertamos pronto. Yo más que los demás y como siempre me pasé un par de horas tecleando en el bar del hotel. Y nos subimos al vehículo que nos trajo Tours Sideckicks, la agencia con la que contratamos el barranquismo. Estaba como un flan, me daba muchísimo miedo…
Y llegamos a la base, nos cambiamos los zapatos por unos que ellos nos proporcionaron, nos montamos de dos en dos en unas motos y subimos por una carretera que se enfilaba por la selva proporcionándonos unas vistas impresionantes.


Una vez arriba, ya vestidos con un chaleco salvavidas y un casco, empezamos la aventura. El primer salto era de siete metros y yo parecía a punto de explotar de ansiedad. En serio, tirarme no me parecía una opción. Me quedé la última y empecé a sentir vértigo en la boca del estómago. Le pregunté al guía si podía pasar de tirarme, pero no tenía otra opción. Así que me armé de valor, le di la mano, me acerqué al filo del acantilado y cerré los ojos a la hora de saltar. ¡Joder! Se me agarrotó el estómago y chillé como una posesa.


El cañón era una pasada, estaba lleno de gargantas y rodeado de naturaleza. Brillaba con esplendor. Pasamos por mil situaciones diferentes, a cuál más complicada para mí. He de reconocer que tuvo su punto, aunque creo que yo prefiero vivir ese tipo de aventuras desde mi sillón, dándoles vida en una página de Word…

¡Feliz día! J

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Un poquito de la continuación de la Serie Sin ti...

7:07 Pat Casalà 2 Comments

¡Buenos días! ¿Os ha pasado alguna vez estar súper convencidos de que algo por fin se soluciona y encontraros con una gran decepción? A veces me parece que todavía vivimos a principio del siglo pasado… El siete de agosto se rompió una pieza del contador de gas de mi comunidad y nos lo cortaron. Hasta aquí tiene lógica, pero a día de hoy, un mes y trece días después, sigo duchándome con agua fría. ¡Y suerte que mi cocina es eléctrica! Ayer, tras esperar a que la empresa capaz de fabricar la pieza de repuesto a medida abriera, encargarla e instalarla, vinieron los de gas natural y, ¡no nos dieron el gas! Ahora falta un boletín y no sé qué más papeles, aparte de subirnos la factura un euro más al mes por el alquiler de un nuevo contador… Total, que esta mañana me ha tocado ducharme otra vez con agua helada, dando saltitos y profiriendo exclamaciones. Parezco Steff…


Hoy tocaba una entrada acerca de los datos útiles de Malpascua, pero hoy estoy un poco dispersa y necesito centrarme antes de escribirla. Así que os voy a hablar de algunas novedades.
No puedo vivir sin ti de momento solo está en Amazon… Espero que pronto la suban al resto de las plataformas para llegar a vuestros dispositivos. De momento he recibido bastantes mensajes positivos y estoy feliz porque está gustando.


Es una novela con mucha acción, los personajes están continuamente en tensión, es intensa y para mí es la mejor de las tres porque al fin todos saben qué quieren y van a por ello, a pesar de renunciar a sus principios en algunos momentos para seguir los designios de su corazón.
Es intensa. Muy intensa. Mientras la escribía muchas veces necesitaba destensar los músculos tras acabar un capítulo, incluso soplar con fuerza un par de veces para rebajar la intensidad de sentimientos necesaria para trasladar al papel cada escena. Y es que era necesario aguantar la tensión hasta el final. Quizás por eso me bloqueé antes de terminarla y empecé con la vida de Luke.


CEST fue una novela más pausada, con mil subtramas, una presentación del trío de personajes nuevo, una vuelta de tuerca a la situación de Swan, una historia que abre muchas otras y la posibilidad de seguir en Fort Lucas, de conocer el destino de Zaclia, de sentir que hay un futuro para ellos.


Muchas me preguntáis por la fecha de publicación de Cuando estoy sin ti. No os la puedo dar. No la sé. Porque aunque antes de verano tenía claro su destino y ahora ya no. Siento necesidad de explorar, de saber dónde quiero ir y cómo. Así que de momento lo dejo en suspenso. Espero no dilatar demasiado un anuncio perfecto y poder traeros a Luke, Swan, Steff, Kristie y Dennis muy pronto. Porque las tres novelas que faltan para terminar la serie son especiales, distintas entre sí y con unas historias preciosas.

¡Feliz día! J

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De Malapascua a Malboal

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! A veces cuando doy uno de esos saltos al vacío que dan vértigo siento un regusto inquieto mientras los realizo. Tengo un nudo en el estómago que me oprime llenándome el cuerpo de ansiedad. Las orejas parece que se me elevan al techo y respiro con aceleración, con jadeos roncos. Me cuesta un rato largo calmarme después, pero sé que mientras saltaba también sentía las cosquillas de la esperanza acompañándome.


Me apetece muchísimo volver a Malapascua, desayunando mientras me daban mi libreta de buceo con un papel que acreditaba las inmersiones y el examen, a la espera de dos últimas bajadas para sacarme el título.
Y volvimos al hotel para acabar de cerrar el equipaje, pagar en recepción y salir rumbo a Cebú. Teníamos un larguísimo viaje por delante, ya que una vez en la isla debíamos recorrerla casi entera en coche para llegar a Malboal.
Nos subimos a un barco enrome solo para nosotros, con las maletas y las ilusiones intactas. Navegamos durante tres cuartos de hora hasta divisar la costa de Cebú. Como siempre mis horas libres las dediqué a leer.


El puerto era un malecón con rocas que se adentraba en la bahía. Nos bajamos y pagamos a unos porteadores para llevar las maletas hasta la estación situada tras un camino de arena a lo largo del desembarcadero. Allí esperamos la aparición de un coche que habíamos contratado por Internet. Fue increíble ver cómo los chicos de una tienda (un barracón lleno de productos) empezaron a cantar y a bailar el Despacito. ¡Desde luego Luis Fonsi triunfa en Filipinas!
Y nos subimos al coche con deseos de atravesar la isla para llegar a nuestro destino final. Malboal. Un lugar precioso, con uno de los mejores fondos marinos del viaje, las kawasan falls, una excursión preciosa de barranquismo, un pueblo frente al mar y un hotel de ensueño, el Dolphin house.


Tardamos más de cuatro horas en atravesar la isla. Por suerte la van donde íbamos era cómoda, tenía un buen aire acondicionado y el conductor sabía llevarla perfecto.
Nos paramos en un MacDonald’s en el camino a comer. Es de los únicos que vimos, ya que en las islas pequeñas no hay establecimientos de comida rápida.
Al fin llegamos a la zona de Malboal. Como no, para entrar abonamos la tasa correspondiente… El hotel era precioso, con una piscina idílica, unas vistas alucinantes al mar y una tranquilidad que rompimos con nuestra aparatosa llegada. Y es que a veces somos un poquito ruidosos… Sobre todo cuando se nos pierde una llave de la habitación y somos incapaces de encontrarla.


Nos bañamos en la piscina, charlamos un segundo con unos catalanes a los que les molestó un poquito nuestra ruidosa aparición y contratamos un triciclo para ir al pueblo. Tenía una dirección de un centro de buceo al que quería ir, estaba decidida a sacarme el título…

¡Feliz día! J

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Último día en Malapscua

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Este fin de semana me ha servido para tomar varias decisiones postergadas y darme cuenta de dónde estoy y a dónde quiero llegar. Quizás mi nuevo salto al vacío es un poco suicida, pero con mi experiencia anterior sé que es lo correcto. A veces es necesario dar esos pasos para avanzar, aunque sea en una dirección desconocida y al final pueda aplastarme contra el suelo.
El otro día nos quedamos en la vuelta de mi inmersión fallida…


Por la noche fuimos a cenar al Amihan restaurant, un italiano con preciosas vistas al mar. Estaba al otro lado de la isla y nos perdimos caminando hacia allí, apareciendo en el cementerio, que está en una playa solitaria frente a la arena. Íbamos con linternas para iluminar la noche y fue un poco surrealista surgir entre las lápidas.


La cena fue perfecta. Apareció nuestro instructor acompañado de su pareja y unos amigos. Acabamos la velada hablando con él, conociéndolo, explicándole mi idea para CEDNE y aprendiendo cosas de esas latitudes. Hablamos un poco de lo que me pasó, le quitamos importancia y me fui a dormir con la ilusión de empezar de nuevo al día siguiente, pero las pesadillas me asaltaron.


Me pasé la noche recordando el momento de la tos, la ansiedad, la sensación de estar sola y de que me iba a ahogar y cuando al día siguiente estaba a punto de tirarme de la barca me asaltó un ataque de ansiedad. Y no me tiré, me quedé en la barca, quitándome el equipo y llorando como una tonta por ese miedo absurdo. Y me pasó lo mismo en la segunda inmersión…
Pero a la hora de hacer el examen decidí realizarlo porque no podía dejarlo pasar, necesitaba encontrar la forma de superar mi miedo durante ese viaje porque estaba cabreada conmigo por ser tan tonta y quería sacarme el título antes de volver a Barcelona.


Pasamos la tarde encerrados en el cuarto del centro de buceo, contestando un cuestionario larguísimo… Hubo instantes de tensión, alguna que otra discusión entre nosotros y mucha concentración. ¡Y todos aprobamos con nota!
Por la noche cenamos en el Exotic, el restaurante de al lado de nuestro hotel. Fue un acierto porque todos los platos estaban buenísimos. Y nos fuimos pronto a la cama tras dejar las maletas hechas porque al día siguiente nos íbamos de esta preciosa isla.


Dormí con Irene ya que Àlex y mi marido decidieron adentrarse en la Deep adventure a las cinco de la mañana. Bajaron a treinta metros para intentar ver el tiburón zorro, un escualo que vive a muchísima profundidad y sube una vez al día a que los peces le limpien y a alimentarse.
Nosotras nos despertamos a las siete, nos duchamos, nos vestimos y caminamos por la arena hasta llegar al bar del centro de buceo, donde habíamos quedado con Joan, mi hijo y Chiqui para desayunar y rellenar los papeles del fin de curso. ¡No habían visto el tiburón! Y estaban bastante decepcionados…

¡Feliz día! J

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Una mala experiencia buceando (Malapascua)

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Llegamos a un viernes fresco y bastante nublado. Y sigo sin agua caliente en casa… ¡Casi cuatro semanas duchándome con agua helada! Y lo que me queda… Parece que estemos en el siglo pasado… En fin, espero que se solucione de una vez.
El tercer día de curso de buceo solo teníamos una inmersión por la tarde. Durante la mañana no buceamos y ahora no recuerdo qué estuvimos haciendo… Sé que era algo en el centro de buceo porque me recuerdo dentro del cuarto donde nos pasaron los vídeos…


Comimos en un restaurante que me encantó, La Isla Bonita. No es de los turísticos de la playa y hay una selección alucinante de comida buenísima. Los precios también son más asequibles que los de los restaurantes frente al mar y está muy bien acondicionado.
Por la tarde teníamos nuestra primera inmersión seria… Preparamos los equipos, nos vestimos con el neopreno, nos cargamos los chalecos a la espalda y caminamos por la playa con las cajas en las manos hasta llegar a la barca que nos llevaría a una preciosa zona llena de corales y fauna marina.


Esta vez nos tocaba lanzarnos al mar desde la barca, de espaldas. Da un poco de vértigo, y más tras ponerte las botellas e intentar levantarte… Pero lo hice, me puse en pie con muchísima dificultad, conseguí llegar al borde superior del barco, me puse el respirador y la máscara y coloqué las manos cómo me decía Joan antes de saltar al vacío.
Había muchísima corriente. Ellos estaban agarrados a una cuerda y yo debía nadar contracorriente para alcanzarlos. Me costaba muchísimo avanzar, el peso y la fuerza del agua me impedían hacerlo con soltura. Puse esfuerzo y ganas y al final llegué a la cuerda, donde me agarré con fuerza para no alejarme.
Irene estaba nadando muy lejos, no llegaba y estuvimos un rato largo esperándola. 

Yo empecé a resollar por el esfuerzo de aguantarme porque la corriente intentaba arrastrarme. Cuando al final mi hija llegó estaba exhausta, pero con deseos de seguir con la inmersión.
Bajamos por la cuerda casi doce metros. Para evitar mi problema con los oídos paré bastantes veces a ecualizar y al llegar abajo me di cuenta de que no había nadie. Entre las gafas enteladas y la visibilidad un poco emborronada del mar no solo atisbé unas aletas nadando hacia una dirección.
No me habían esperado…


Empecé a nadar con fuerza hacia la dirección en la que se habían ido, pero respiraba con dificultad y me costaba moverme. El pánico empezó a invadirme, mis resuellos se intensificaron y empecé a pensar que me faltaba el aire. Entonces hice lo que nunca se debe hacer, respiré por la nariz en un arranque de miedo. Y como había agua dentro de las gafas la tragué provocándome un ataque de tos.
En ese instante mi primer impulso fue quitarme las gafas y el respirador. No veía a nadie, estaba sola y necesitaba calmarme, pero no podía. Por suerte tuve la suficiente frialdad como para no arrancarme nada y subir a la superficie. Una vez arriba hinché el chaleco y me dejé llevar por la corriente hacia la barca. Mis jadeos estresados mostraban el estado de ansiedad, necesitaba tranquilizarme ya.


Al llegar a la barca le dije al barquero que no había podido avisar a nadie, que estaba sola bajo el mar. Él me ayudó a quitarme el equipo en el mar porque no estaba en condiciones de subir con él a cuestas y me dijo q no me preocupara. A los pocos minutos el resto de mi familia emergió con Joan…

¡Feliz día! J

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Segundo día de buceo (Malapascua)

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Gracias por la acogida de No puedo vivir sin ti que ayer llegó hasta el puesto ochenta de los más vendidos de Amazon. Terminar mi primera trilogía fue un cúmulo de emociones encontradas porque significaba dejar marchar a los personajes. Después escribí tres novelas más de la serie para no desligarme del todo de ellos y estos meses de correcciones, revisiones y galeradas todavía los he sentido muy próximos. Ahora os los cedo para que los acompañéis hasta el final de su aventura. Espero de corazón que os guste.


Ayer nos quedamos a punto de mi segunda inmersión en las aguas de Malapascua, acompañada de mi familia y de Joan, nuestro instructor.
El barco nos volvió a dejar en la orilla tras escuchar las indicaciones de Joan. Nos pusimos el equipo y nadamos un poco hasta que la profundidad llegó a los ocho metros. Allí levantamos la tráquea, nos pusimos la máscara y las gafas y empezamos a descender mientras el chaleco se deshinchaba.


Tenía un poco de aprensión, pero bajé. Mi problema fueron los oídos. Tuve que subir un par de veces porque no había ecualizado bien y sentía un dolor punzante. A la tercera vez logré bajar y entonces un maravilloso mundo se abrió ante mis ojos. Corales, arena, algunos peces… Podía respirar, nadaba bien y estaba preparada para descubrir el universo submarino.
Los ejercicios los hicimos de rodillas en una zona donde había arena. Uno de los más difíciles para mí fue quitarme las gafas y aguantar un minuto sin ellas porque no veía y me sentía un poco desamparada. Pero los saqué todos adelante con la emoción del momento.


Después nadamos un poco viendo el fondo. Entre los corales descubrimos un caballito de mar. Son muy difíciles de ver y nos emocionó muchísimo. Disparamos miles de fotos mientras avanzábamos con los ojos muy abiertos. El miedo remitió por completo, aunque tenía las gafas muy enteladas y solo veía por un ojo. El espectáculo valía la pena.
Sin dejar de vigilar el barómetro para no pasarnos de aire consumido, haciéndole las señas al instructor cuando nos lo pedía para decirle la cantidad que nos quedaba, llegamos al final de la inmersión. Joan izó la boya y nos dio instrucciones para subir.


Al llegar arriba inflé el chaleco con emoción. ¡Lo había conseguido!
La barca nos recogió y nos llevó de vuelta. Una vez en la orilla vino la peor parte… Volver a cargar las botellas a la espalda por la arena hasta llegar al centro de buceo. Allí Joan nos explicó cómo limpiar los trajes y los equipos.
Llegamos al hotel a las cuatro y media. Nos pegamos una larga ducha para destensar los músculos antes de estirarnos un ratito en la cama a relajarnos.


Por la noche fuimos al Hippocampus Beach Resort a cenar porque Joan nos dijo que esa noche habría música en directo y que él tocaría la batería. Estuvo bien, pasamos un ratito con los españoles que tenían cursos o salidas de buceo y nos fuimos a la cama felices, exhaustos y emocionados.

¡Feliz día! J

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Primer contacto con el submarinismo (Malapascua)

7:07 Pat Casalà 5 Comments

¡Buenos días! Ayer fue un día agridulce. Por un lado tenía la ilusión de ver No puedo vivir sin ti a la venta y por el otro los nervios del aluvión de mensajes al ver que el libro no estaba a la venta en las plataformas digitales… Por fin salió por la noche y respiré tranquila. Aquí tenéis el enlace a Amazon.
Nos quedamos en nuestro primer día en Malapascua… Cenamos en el restaurante del centro de buceo, llamado Ocean Vida. Es curiosa la gran variedad de la carta en Filipinas: pizzas, pasta, hamburguesas americanas, especialidades locales y de otras partes de Asia, pollo, ternera, pescado… Cenamos bien y en un ambiente agradable.


A la mañana siguiente empezamos nuestro Open water Padi course. El primer día fue un poco largo… Nos pasamos cinco horas frente a una pantalla de televisión para visionar los vídeos teóricos mientras rellenábamos un test para ver si lo entendíamos. Paramos para comer algo en un sitio cercano y proseguir por la tarde.
Esa noche decidimos cenar cerca del hotel y no fue demasiado memorable…
El día siguiente empezó con un desayuno en el hotel. Era el único que no había logrado reservar con alojamiento y desayuno y he de admitir que el precio es abusivo. ¡Vale lo mismo un desayuno que un plato de la carta!


Por fin íbamos a entrar en el mar. Estaba un poco asustada, los vídeos donde se explica todos los peligros a los que te enfrentas al bajar buceando me dejaron mal sabor de boca y la idea de respirar solo por la boca…
Nos vestimos con el neopreno, preparados para la aventura. Joan, nuestro instructor, nos explicó cómo preparar el equipo de forma ilustrada. Había tantos pasos… Comprobar que el aire no está viciado, colocar la cinta del chaleco con la salida de aire hacia delante, enchufar la tráquea, comprobar que sale bien el aire, mirar el barómetro para ver que la botella está llena…


En una caja con nuestro nombre colocamos las gafas, las aletas, los pesos… Y entonces tocó lo peor, colocarse el chaleco, con los casi diez quilos de peso, coger la caja y caminar por la playa hasta la barca que nos llevaría a aguas confinadas, o sea cerca de la orilla.
Llegamos frente a una playa preciosa, con un sol de justicia y el agua nítida. Siguiendo las indicaciones de Joan bajamos al mar y allí nos colocamos los chalecos.


Entramos en el agua preparados para los ejercicios que nos había explicado el instructor en tierra. Mi primera impresión fue claustrofóbica. Me coloqué de rodillas bajo el agua, respirando a lo Darth Vader, con el poquito de agua que se colaba por las gafas inundando los agujeros de la nariz. Y me puse de pie tres veces antes de calmarme lo suficiente para quedarme abajo.
Una vez vencí la reticencia inicial fue una gozada descubrir mi capacidad para respirar bajo el mar. Los ejercicios eran difíciles, pero los realicé con nota.
Por la tarde, tras una comida en el Ocean Vida volvimos a montar los equipos y nos preparamos para nuestro primer descenso a ocho metros…

¡Feliz día! J

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