Stellar of the Seas (bahía de Halong II)

9:49 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! En la bahía de Halong descubrí cómo los amaneceres podían superar con creces a los sunsets, la tranquilidad de viajar en un crucero de lujo, la forma en la que navegar por las serenas aguas del mar me ayudaba a descubrir esa parte de Vietnam que todo el mundo adora y, sobre todo, lo pasé genial.
El barco era una maravilla. Con pocos camarotes, la cantidad de gente que lo poblaba no superaba la cuarentena y eso es muy agradable cuando estás en medio del mar.
Lo único un poco difícil para nosotros fueron los horarios de las comidas, ya que el almuerzo lo servían a las once de la mañana y me costaba muchísimo llenar mi estómago a esa hora, cuando el desayuno había sido a las siete.


Nuestro crucero era de tres días, dos noches. Y no me arrepiento de la duración ni de haber elegido el Stellar of the Seas, ya que las instalaciones son una pasada, el personal súper atento y el hecho de tener la pequeña piscina en la proa consigue que la estancia sea perfecta.
Al llegar el primer día nos dieron un almuerzo de cinco platos en el restaurante. Estaba todo buenísimo. Lo único es el precio de las bebidas. Hay que ir con cuidado, ya que una Coca-Cola vale un euro y medio, precio europeo, y en el pack solo se incluye agua.


La tarde nos la dejaron para instalarnos, bañarnos en la piscina o coger los kayaks que te ofrecen de forma gratuita y recorrer los alrededores. Esta actividad para mí tiene bastantes fallos, ya que nadie te acompaña ni hay una visita guiada, simplemente te subes a un kayak y das una vuelta. También colocan unas colchonetas en el agua para usarlas mientras nadas.
Un fallo importante para mí del barco es que en la cubierta superior hay un solárium maravilloso, pero sin ninguna ducha en la que poder refrescarte. Y con el calor de ese lugar, no hay nadie tomando el sol en esas espléndidas hamacas.
A media tarde subimos a la piscina, donde tomamos un coctel aprovechando la happy hour. En ese instante empezó el sunset, y lo disfrutamos felices, sin dejar de sonreír.   
Después nos sirvieron una barbacoa buenísima y nos fuimos a la cama.


El Wifi funciona solo en algunos momentos, ya que el barco navega por la bahía y no siempre encuentra repetidores, pero en la zona de noche sí hay conexión y la tele del camarote permite ver Netflix.
¡Al día siguiente mi cabeza decidió despertarme a las cinco! Así que decidí a ir a popa, al pequeñísimo minigolf, para practicar tai chi. Fue una experiencia genial y me activó para el día.
Tras nuestro almuerzo temprano, nos fuimos a una excursión a  Viet Hai Village, donde fuimos en bicicleta y visitamos un trocito de la isla. Después nos llevaron a una playa a bañarnos. No estuvo mal, pero a esta excursión le faltaba, la verdad.


La tarde se escurrió descansando, tomando un tentempié al llegar y acudiendo de nuevo a la barbacoa, con una clase de cocina local justo antes.
Esa noche me desperté de madrugada y abrí la ventana para observar un sublime amanecer. Creo que en mi vida había visto algo tan hermoso.
Y al día siguiente nos llevaron a visitar una cueva antes de llevarnos de vuelta al muelle para tomar una van destino a Hanoi, al Rex Hanoi Hotel.
¡Feliz día! J

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Rumbo a Halong (bahía de Halong I)

7:47 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Ayer nos quedamos en la vuelta a Hanoi en el coche que habíamos reservado en el Rex Hanoi Hotel (enlace). Como necesitábamos recalar tres veces en Hanoi durante el viaje, elegimos reservar siempre el mismo hotel y así ya lo teníamos ubicado. 
Llegamos a las siete de la tarde, con poco tiempo para seguir los horarios de cena. En Vietnam son más tempranos que en España. Así que nos decantamos por reservar en media hora en el Red Bean Ma May (enlace), un restaurante que nos aconsejó una pareja simpatiquísima de madrileños con quien coincidimos en el Old Tree de nuestra excursión por la selva. 


Y es que una facultad adquirida tras tantos años viajando es la de reconocer a los españoles con facilidad. Y solemos hablarles, preguntar por sus experiencias y compartir las nuestras.
Me encantó el restaurante. En general la comida vietnamita no me ha gustado demasiado, por eso cenar en un establecimiento de alta cocina fue todo un acierto. Porque la cocina creativa le aportó un toque de sabor que me devolvió la fe. 
No es barato… Aunque un restaurante así en Barcelona costaría alrededor de cincuenta euros por persona y en este gastamos solo veinticinco por persona. Y por una vez no hace daño a nadie.
Después subimos al bar de la azotea a ver la magnífica vista de Hanoi iluminado, con el río a escasos centímetros.


Al día siguiente nos vinieron a buscar para emprender nuestro viaje a la bahía de Halong de la mano de la compañía Stellar of the Seas (enlace). Un crucero caro, ¿para qué nos vamos a engañar? Pero es recomendable elegir una buena naviera para esta parte del viaje y tenerlo en cuenta cuando se realiza el presupuesto.
A nosotros nos costó decidirnos cuando mirábamos. Al final, y tras leer experiencias negativas de otros viajeros, nos decidimos por esta por los barcos nuevos y modernos y porque se podía reservar por Booking, cosa que nos daba una seguridad importante.
Vietnam no nos pareció un lugar seguro en el tema de las reservas o de los tours organizados sin contrastar la empresa que lo ofrece. Leímos muchísimos blogs mientras preparábamos en viaje y un punto en común a casi todos ellos era esta desconfianza, así que Booking nos pareció sinónimo de seguridad.


El trayecto desde el hotel hasta la bahía dura dos horas y media. Lo contratamos con la misma naviera, aunque no era demasiado económico. Pero valió la pena porque fuimos en una van con aire acondicionado, Wifi y una comodidad perfecta.
Lo único que nos disgustó fue una parada que no venía a cuento en una empresa de crianza de perlas para que el conductor pudiera comer algo. La verdad es que el lugar estaba atestado de gente, hacía un calor demencial y teníamos muchas ganas de llegar al barco.
Finalmente el conductor nos dejó en el muelle, donde esperamos media hora hasta que nos llevaran a una lancha rápida para embarcar en el Stellar of the Seas, un barco alucinante, para un tour de tres días, dos noches.
¡Feliz día! J  

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Tam Coc y Thung Nham Bird Garden (Ninh Binh IV)

9:19 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Hoy me toca hablar de nuestro último día en Ninh Binh, para mí uno de los lugares más mágicos de Vietnam. La zona es espectacular, contiene todas esas imágenes que te vienen a la cabeza cuando piensas en ese país, con los arrozales, los campesinos trabajando con sus gorros típicos, el silencio, los colores vivos, los paisajes inolvidables y la sensación de haber entrado en otro mundo.


Nos quedaban varias horas por delante hasta que a las cinco nos viniera a buscar un coche para llevarnos de vuelta a Hanoi y dar por finalizada esta etapa del viaje, y buscamos algo cerca del hotel.
Nos decidimos por una pequeña ruta por los alrededores y nos fuimos al embarcadero de Tam Coc para visitar otro río en una barca. Este, en concreto, es el recorrido que se observa desde las alturas de Mua Cave y que atraviesa varias grutas bastante impresionantes.


Por desgracia, tuvimos un pequeño inconveniente con las motos que alquilamos, ya que no había manera de abrir una de ellas para conseguir nuestra mochila, escondida bajo el asiento. Pero al estar tan cerca del hotel nos prestaron enseguida ayuda y pudimos subirnos a la barca.
A diferencia de Trang An, estas embarcaciones son más pequeñas y solo permiten dos ocupantes. Además, es muy curioso ver cómo los remeros usan los pies para impulsar las palas.


Me gustó mucho el paseo en barca, pero no es tan ameno como en Trang An, ya que no hay visitas a templos ni bajas en ningún momento. A mitad de trayecto hay unas señoras que venden productos desde una barca. Le compramos algunos para los remeros, pero no lo recomiendo, porque son caros y además el señor que llevaba nuestra barca nos pidió dinero de propina al terminar, cosa a la que nos negamos porque ya e habíamos comprado bastantes cosas para él.


Las cuevas que atraviesas son espectaculares, te adentras con la barca dentro de la montaña y descubres cómo la erosión ha construido esas maravillas naturales.
Al salir decidimos poner rumbo a Thung Nham Bird Garden, muy cercano a Tam Coc y con una preciosa ruta para llegar en moto, ya que cogimos un camino entre los árboles y luego tuvimos que subir una cuesta empinada para llegar a la entrada.
No valió demasiado la pena. Hay pocos pájaros y la excursión es una larga caminata bajo el sol, acompañados de un calor abrasador que acabó por tirarnos para atrás. 


Paseamos un poco, pero acabamos asfixiados y decidimos volver y comer en el Chookie's Beer Garden, un restaurante que nos recomendaron en el hotel dos noches atrás y que realmente valía la pena. Pizzas, hamburguesas, rollitos y varios platos muy apetitosos. Por eso repetimos.
Terminamos el día en la piscina del hotel, donde tienen una zona con duchas para los viajeros. Conseguimos descansar, bañarnos y relajarnos antes de subirnos a un coche destino a Hanoi, a dos horas de trayecto.
¡Feliz día! J
   

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Cuc Phuong National Park (Ninh Binh III)

8:48 Pat Casalà 0 Comments


¡Buenos días! Tras un fin de semana intenso, con la boda de mi sobrina de por medio y un sinfín de instantes maravillosos, vuelvo dispuesta a seguir relatando mi viaje de verano.

Tras nuestra segunda noche en Ninh Binh, y con las pilas recargadas, decidimos alquilar un coche con conductor e ir a visitar Cuc Phuong National Park, a una hora de distancia.

No teníamos muy claro qué excursión íbamos a realizar, pero sí que queríamos pasar el día allí.



Por suerte, los vehículos de alquiler en Vietnam están muy bien equipados, con aire acondicionado, asientos cómodos, e incluso Wifi, así que el trayecto se hizo ameno.

El calor de la selva nos alcanzó solo llegar. Fue como si nos golpeara en la cara un soplo de aire caliente, mezclado con humedad. No podíamos ni dar un paso sin sentir cómo las gotas de sudor se desprendían de los poros para mojar hasta la última porción de nuestro cuerpo y nuestra ropa.
Paramos en la garita de la entrada a pagar y a decidir cuál sería nuestra ruta. El parque es grande, hay un millón de cosas por hacer y cuando solo se dispone de un día se han de acotar las pretensiones.



Tras escuchar las palabras del guía de la entrada nos descantamos por la caminata para ver el Old Tree. Fue una buena decisión, aunque nos faltó un poco de explicación real acerca de dónde íbamos y qué esperar de esa parte de la selva. Si alguien va, sobre todo: ¡MUCHA AGUA! Son tres horas de trekking por una zona calurosa, húmeda, llena de escaleras y agotadora, aunque también preciosa.

Para llegar al punto de partida necesitamos recorrer media hora en coche hasta la parte más alta del parque, donde hay un par de establecimientos, un baño y las indicaciones claras del recorrido.



Nuestro único fallo fue no llevar agua suficiente, ya que no nos informaron de la distancia ni de la existencia de los escalones en medio de la selva que se elevaban hacia cimas altísimas.

La naturaleza era impresionante. Frondosa, selvática, de muchos tomos verdes, con la serenidad del trópico... Sin embargo, no había apenas animales ni aves ni monos, cosa que me pareció extraña, ya que en el sudeste asiático suelen habitar muchísimos.
Cuando más tarde preguntamos nos explicaron que sí hay animales, pero como en Vietnam solían comerse a los monos, estos aprendieron a ocultarse y casi nunca se dejan ver.

Caminamos por la selva los cuarto a solas durante tres horas. Apenas nos cruzamos con un par de grupos que hacían la misma ruta. El suelo era resbaladizo a causa de la humedad y el calor sofocante, pero nos encantó.



Una vez llegamos al árbol y nos hicimos las fotos de rigor, recorrimos el último tramo, y he de reconocer que se nos hizo un poco interminable. Pero al final llegamos a la zona de partida, donde comimos en el restaurante para irnos al coche.
La siguiente parada fue la cueva primitiva que nos dejó sin palabras. Está acondicionada para visitar su interior, completamente oscuro. Gracias a las linternas de los móviles recorrimos un par de galerías y nos hicimos una idea de cómo vivían.
Y ya, para finalizar la visita, fuimos al centro de recuperación de primates y de tortugas. Para mí fue lo más flojo del recorrido, ya que nos lo enseñaron rápido, sin apenas dejarnos tiempo para las fotos, haciéndonos correr para acabar cuanto antes...
En fin, no se puede tener todo. ¡Feliz día!J

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Trang An, Hoa Lu y Bai Dinh Pagoda (Ninh Binh II)

9:39 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Parece que este septiembre tiene ganas de continuar ofreciéndonos un clima perfecto, cálido, cargado de días geniales…
En Vietnam hacía un calor infernal. Creo que jamás había sentido tal grado de sofoco ni había sudado tanto ni había bebido tantísimos litros de agua diarios. Y es que era insoportable…
Tras bajar de Mua Cave y pedalear de vuelta al hotel nos fuimos a dar un relajante baño en la piscina. ¡Qué bien sienta después del ejercicio! 


Descansamos hasta la hora de la cena en la maravillosa habitación del hotel. La verdad es que a veces vale la pena buscar uno con buenos servicios para tener un espacio adecuado a la hora de echarse un rato.
Fuimos al Trung Tuyet Restaurant (enlace). Era el número uno en Tripadvisor y tenía una fama merecida. Barato, bueno, agradable… El local no es muy bonito, pero la comida es abundante y está deliciosa. Además, hay unas niñas que vienen a tu mesa a conversar en inglés mientras esperas la comida y no pierden la sonrisa en ningún momento. 


Por la mañana decidimos alquilar una moto en el hotel para iniciar una excursión larga, con varias paradas.
La primera fue en Trang An, donde hay un montón de barcas para recorrer el río. Nos habían recomendado realizar el tour número tres, pero al llegar a la taquilla nos enfrentamos a que las lluvias torrenciales de la semana anterior habían anegado esa ruta, así que nos decantamos por el número dos.


Tras una pequeña cola, al haber madrugado conseguimos ser de los primeros y evitar la marabunta, nos montamos los cuatro en una barca de remos que capitaneaba una mujer vestida con el típico uniforme vietnamita de los campesinos: una camisola de algodón con los pantalones a juego.
Y empezamos el recorrido por el río, con paradas en algunos templos, navegaciones por el interior de cuevas naturales que perforan las formaciones calcáreas que hay en esa zona, sin perdernos los arrozales situados a los lados del agua, con campesinos trabajando en ellos.
Fue una de las mejores experiencias de Ninh Binh. 


La pobre remera nos solicitó ayuda en algunos momentos y entre todos remamos, aunque el mayor apoyo lo obtuvo en mi hijo Àlex, quien la instó a adelantar a varias barcas y acabó con llagas en las manos…
Al salir nos fuimos a visitar Hoa Lu, la antigua capital de Vietnam, donde vistamos dos templos: Dinh Tien Hoang y Dai Hanh. Eran bonitos, pero el calor sofocante, unido a la cantidad de gente que encontramos en el interior y a la obligación de cubrirse piernas y hombres, hizo que la visita se nos hiciera eterna. Además, el complejo está a pleno sol y hay un templo al que se debe acceder subiendo un montón de escaleras… 


Y pusimos rumbo a Bai Dinh Pagoda. Llegamos exhaustos, sin haber comido y con deseos absolutos de tomar algo, pero acabamos en un establecimiento que no valía nada la pena y nos quedamos con muchísima hambre.
Cogimos una guía para visitar la pagoda, ya que era enorme, y nos pasamos un par de horas subiendo y bajando escaleras, descubriendo los interiores de los templos y disfrutando de la visita.
¡Feliz día! J

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Mua Cave (Ninh BInh I)

9:59 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Ayer nos quedamos en el avión que nos llevó lejos de Ciudad Ho Chi Ming, con destino a Hanoi para emprender otra etapa del viaje.
Los vuelos internos los cogimos con Vietjet que, si bien es una low cost con unos precios alucinantes, tiene la mala costumbre de cambiar casi siempre los horarios de los vuelos sin tener en cuenta las preferencias del viajero, por lo que se debe consultar varias veces el e-mail y su página para averiguar si hay algún cambio en el horario.


Llegamos tarde a Hanoi porque nos cambiaron la hora de salida una vez ya habíamos facturado, así que nos tocó esperar más de dos horas en el aeropuerto, hasta que nuestro vuelo por fin despegó.
Estábamos bastante famélicos, pero a esas horas solo había supermercados abiertos para comer, así que nos hicimos con sándwiches, bebidas y chocolate para tomárnoslo en el hotel, el Rex Hotel Hanoi.
Al día siguiente, mi marido y yo nos despertamos muy pronto para dar una rápida ojeada a la capital de Vietnam, cambiar algo de dinero y hacer cuatro fotos antes de embarcarnos en la siguiente aventura.
Nos fascinó el colorido de la ciudad, y supimos que disfrutaríamos mucho cuando nos tocara visitarla.


Tuvimos la mala suerte de que el coche que habíamos encargado al hotel era demasiado pequeño, culpa de ellos al no medir el equipaje y demás cuando lo solicitamos, así que nos tocó más de una hora de espera para salir hacia Ninh Binh.
Finalmente nos montamos en una ban y llegamos a mediodía al hotel Ninh Binh Hidden Charm Hotel & Resort, una gran elección porque habíamos pagado buenas habitaciones y es increíble, tanto de servicios como de acomodación.
Tuvimos la gran suerte de encontrar a una empleada súper interesada en atender bien a los huéspedes y nos trazó una ruta diaria para nuestros cuatro días de estancia. 


Comimos en un restaurante que nos aconsejaron y nos subimos a una bicicleta para poner rumbo a Mua Cave, un lugar extraordinario. Fueron tres kilómetros pedaleando por un paisaje excepcional, entre campos de arroz y formaciones caucásicas, hasta llegar al parking, al pie de los mil escalones que debíamos subir para llegar a la cima, al dragón.
Me impactó muchísimo cómo los comerciantes del lugar obligan a pagar por dejar las bicicletas aparcadas, cuando no es obligatorio (en realidad es un timo en toda regla). Pero nosotros pagamos tras ver cómo uno de los fingidos acreedores le atizó con fuerza a un guía que se negó a pagar. De verdad, nos asustamos un montón y, por dos euros que nos pedía por las cuatro bicis, lo abonamos sin rechistar.


Y nos preparamos para la subida. Si en Ho Chi Ming hacía calor, en Ninh Binh era asfixiante. Las gotas de sudor resbalaban por nuestros cuerpos sin necesidad de movernos. Y yo no tenía claro si sería capaz de subir esos peldaños desiguales de roca hasta la cumbre.
Compramos aguas, es muy importante hidratarse en momentos así, e iniciamos el ascenso. Fue muy duro. Al principio me quedé sentada a los cincuenta escalones sintiéndome incapaz de continuar, pero me pudo el orgullo y el deseo de alcanzar la meta, así que una hora después, y tras varias paradas, los cuatro llegamos por fin al dragón.
¡Qué vista! Uauuuu, solo por eso ya valió la pena… Nunca me arrepentiré de haber subido porque, aparte de la experiencia, el lugar es impresionante. Eso sí, está hasta los topes de turistas.
¡Feliz día! J


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Río Mekong III

9:09 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! He dejado aparcado el blog toda una semana… Y es que entre el viaje a Creta y volver a ponerme a tono en casa me han pasado los días a toda pastilla. Pero aquí estoy de nuevo, dispuesta a contar mis peripecias en Vietnam.
Nos quedamos en el primer día en el río Mekong, tras la comida en un restaurante típico.
Por la tarde fuimos a recorrer otra parte del río, donde nos llevaron con barcas más pequeñas. Todas ellas estaban capitaneadas por mujeres, quienes de pie en la popa remaban para llevarnos por los canales más pequeños.


Me encantó navegar por las aguas, conocer los colores de esa parte de Vietnam, los aromas y la paz que se respiraba, aunque el calor sofocante restaba puntos a pasarlo súper bien. Porque era de esos calores que te arrancan sudor solo con salir a la calle, como si estuviéramos en una sauna húmeda…
Esa noche dormimos en Can Tho, en un hotel Ibis que estaba genial y que nos había buscado Asiática Travel, la agencia que contratamos desde Barcelona para realizar la excursión.


Cenamos en un restaurante que nos aconsejó el guía. No estuvo mal, pero los establecimientos de esa parte del viaje fueron todos bastante turísticos y más caros de lo que normalmente se paga en el sudeste asiático.
Al despertarnos al día siguiente teníamos el tiempo justo para desayunar antes de coger una nueva barca para visitar el mercado flotante de Phong Dien. 
Fue un poco estresante para mí porque bajé sola al restaurante y me quedé encerrada en el ascensor. Nunca me había pasado y fue muy angustioso. El aire acondicionado dejó de funcionar, llamaba al timbre, pero no lo escuchaba ni sabía si alguien me oía. 


Por suerte tenía cobertura en el móvil y pude avisar a mi marido. Pasé unos diez minutos en pánico hasta que finalmente me sacaron…
En fin. Pasado el susto desayunamos y nos metimos en el coche para recorrer el pequeño trayecto hasta el puerto, donde montamos en una barca para navegar hasta el mercado flotante.
No había visto ninguno antes y me impresionó, sobre todo descubrir cómo los comerciantes utilizan sus barcas para todo. Viven en ellas mientras van vaciándolas de mercancía. Es súper interesante recorrer el lugar, observar cómo otras barquitas se acercan para comerciar y adquirir los productos, a la par que te topas con imágenes tan cotidianas como una mujer limpiando la ropa o alguien desayunando en la popa…


El color del lugar es impresionante. Cada barca está repleta de mercancía, las había con miles de melones, otras de sandías, otras de verduras… ¡Había un montón de opciones!
Tras pasar media hora recorriendo el lugar fuimos a visitar un huerto de frutas que nos pareció impresionante. Vimos árboles que atesoraban un montón de variedades de fruta y, tras pasear entre ellos, nos ofrecieron un plato con variedades locales y un té.


Estábamos cansados cuando regresamos al coche para recorrer la distancia hasta una casa típica vietnamita que nos dejaron visitar. Me gustó un montón conocer un poco más de su cultura, de los altares que tienen en sus hogares, de la historia de una parte del país.
Al salir estaba lloviendo a mares. Recorrimos el camino hasta el aeropuerto acompañados de la tormenta, pero con las emociones a flor de piel tras la primera etapa de nuestro viaje.
¡Feliz día! J

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Río Mekong II

8:38 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Hasta el jueves doce no voy a publicar nada en el blog. Me voy a Creta con mi marido gracias al regalo que le hicieron cuando cumplió los cincuenta este julio.
Pero sí podemos regresar a Vietnam, a nuestro paseo en barco por el río Mekong, donde conocimos un montón de lugares interesantes.
Nuestro primer contacto con el río fue en una barca de pasajeros donde cabían una docena de personas, pero solo íbamos los cuatro más el guía y el conductor.
Las aguas están sucias, los lugareños no poseen cultura medioambiental y todo lo que usan termina en la ribera, ensuciándola.   


El toldo rígido de la barca consigue evitar los efectos del clima, tanto el sol como la lluvia, pero también te ofrecen la posibilidad de ocupar la proa, que está destapada.
Nos regalaron un coco para beber. Los de Asia son diferentes a los europeos, tienen una coraza verde, una forma más alargada y mayor tamaño. Los agujerean por un lado, les meten una pajita por el orificio y te invitan a refrescarte.
Mientras iba bebiendo, también tomaba conciencia del lugar donde estábamos, del enorme caudal, de la historia almacenada en él y de que estábamos en un país muy alejado del nuestro.
Nos bajamos de la barca para visitar un comercio donde nos explicaron las mil utilidades del coco. Y es que en Vietnam hay una industria basada en el coco, del que lo aprovechan todo. 


Vimos cómo lo abrían, cómo destinaban cada parte a las diferentes usabilidades, cómo lo manejaban, y luego nos mostraron mil objetos y productos obtenidos con este fruto tan preciado por ellos.
Acabé comprando un montón de cosas, porque me encantaron los cuencos artesanales hechos con las cortezas, lacados y dibujados en su interior. Me parecieron un recuerdo genial para mis familiares.
Tras ofrecernos degustar los licores realizados con coco, y también con otros ingredientes, nos sentamos a una mesa para tomar un té y un enorme plato de frutas locales que estaban buenísimas.
Mi hija Irene consiguió unas fotografías llenas de color de la bandeja de frutas.
Y volvimos a la barca para recorrer un poquito más de río, hasta la siguiente parada, donde fuimos a conocer cómo se hilan las alfombras de manera manual y también nos mostraron la casa de los dueños.


Me impresionó la forma de distribución de trabajo que nos explicó el guía. Porque en Vietnam la mujer se encarga de administrar los negocios, de trabajar en ellos. Y también es la encargada de la casa, de la comida, de la compra… 
Nos montamos en una furgoneta para llegar al restaurante. Mi estómago no estaba preparado para comer tantas veces ni almorzar tan pronto, quizás por eso no pude llenarlo demasiado, sin embargo fuimos a tomar una degustación de comida típica del lugar. 
Hubo algunas especialidades que me gustaron, otras no tanto. Aunque era un restaurante pensado para turistas y quizás me hubiera gustado algo más auténtico.
¡Feliz día! J



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Hola río Mekong (Mekong I)

9:09 Pat Casalà 1 Comments

¡Buenos días! Ayer nos quedamos en el aeropuerto de Doha con un enfado monumental y los nervios por los suelos. Y es que una vez pasa, te olvidas de estas cosas, pero en el momento cuesta sobrellevarlo.
Cuando conseguimos por fin embarcar, con los nuevos billetes del vuelo nacional guardados en el móvil, empezamos a relajarnos, a pesar de que esa noche tampoco íbamos a poder dormir demasiado.
Aterrizamos en Danang a las doce menos cuarto de la noche. Pasamos el control de pasajeros con bastante rapidez, he de reconocer que tras tantos años viajando tomamos siempre algunas precauciones en los vuelos, como coger los asientos muy adelante y salir pitando al llegar a los aeropuertos donde hay que pasar la aduana. Y, una vez tuvimos las maletas, localizamos la terminal de vuelos nacionales.


El calor infernal de esa noche nos preparó para el que pasaríamos a partir de ese instante. Porque en Vietnam he pasado más calor del esperado…
Faltaban todavía tres horas para que abrieran el mostrador de facturación, la terminal de vuelos internos no tenía aire acondicionado y estábamos tremendamente cansados. Por eso nos tocó regresar sobre nuestros pasos arrastrando las maletas para colarnos en el edificio de salidas internacionales, donde nos sentamos en unas sillas de plástico a esperar a las tres de la mañana para por fin facturar.
Desde luego el tiempo pasó despacio, y se nos cerraban los ojos. 
Por fin logramos embarcar después de facturar y quedarnos sentados en el suelo aguantando el calor. En la terminal nacional no había asientos…


Y llegamos al aeropuerto de Ciudad de Ho Chi Ming, donde un coche del hotel nos esperaba para llevarnos a una cama, aunque como alcanzamos la habitación a las seis de la mañana solo pudimos dormir una hora.
¡Cuando sonó el despertador de poco lo estampo! ¡En serio! Porque nos metimos en la cama esa hora para recuperarnos un poquito del cansancio, de las horas de vuelo, de los nervios…
Desayunamos en el buffet del hotel. A diferencia de los otros países asiáticos donde hemos estado, el nivel hotelero y de desayunos de Vietnam no es tan elevado, pero estuvo bien.


Y al fin, el guía de Asiática Travel nos vino a buscar para emprender nuestra excursión al Mekong.
Nos subimos al coche con ilusión y muchísimo sueño. Como había un trayecto de dos horas, buscamos la mejor posición para descansar algo porque llevábamos un montón de horas durmiendo poquísimo.
Empezamos la excursión visitando el lugar donde se hacen ladrillos. Me pareció muy interesante descubrir cómo era la producción, ver los hornos, saber cómo es el proceso, en su totalidad manual. 
Después caminamos por unos senderos de arena hasta un embarcadero pequeño. Hacía mal día, el cielo parecía decidido a dejar escapar una tormenta que por suerte no llegó hasta entrada la tarde. Recuerdo mi emoción al subirme a la barca para recorrer una parte del río Mekong y sentirme en otro lugar, dejarme acariciar por la brisa, encontrar un pedacito de historia, siempre tocada con el sombrero típico que compramos antes de embarcar.
¡Feliz día! J

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¡Menudo retraso!

8:38 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Vamos a empezar con el relato de mi viaje, de cómo fue la experiencia, ya que hay muchísimo que contar.
Salimos de casa el dos de agosto a las siete de la tarde, con el coche cargado de maletas y de ilusiones. 
El vuelo es muy largo, así que nos armamos con paciencia y las ganas de llegar para aguantar dentro del avión las primeras siete horas. 
Como era de noche, intentamos dormir lo máximo posible, aunque a mí no se me da bien eso de pegar cabezaditas en un asiento, por muy reclinable que sea. Pero conseguí cerrar los ojos de forma intermitente.


Llegamos a Doha bastante cansados, pero con las energías a tope para seguir nuestro camino. Pero al pasar el control de equipajes y consultar en la pantalla dónde teníamos la puerta de embarque, nos quedamos atónitos. ¡Nos habían retrasado el vuelo cuatro horas y diecisiete minutos! 
Teniendo en cuenta que en Danang debíamos coger el último vuelo destino a Ciudad de Ho Chi Ming para emprender una excursión al día siguiente y que la nueva llegada prevista era a las doce de la noche, nos dimos cuenta de cómo afectaba ese retraso a todo lo demás.
Habíamos pagado un hotel en Ho Chi Ming al que era imposible llegar, perderíamos un vuelo que habíamos pagado sin derecho a devolución y al día siguiente también habíamos pagado una excursión al Mekong con Asiática Travel y un guía en español. Si no lográbamos llegar…


Pasado el agobio inicial, nos fuimos a informar. Nos hicieron caminar por el aeropuerto de Doha, un lugar enorme, hasta el mostrador de Qatar Airways, donde después de una cola larguísima, logramos hablar con una señorita. Pero solo nos dijo que si íbamos a un bar en concreto nos darían de desayunar y que no había nada qué hacer. El vuelo iba a salir a la nueva hora prevista.
Nos fuimos hacia el restaurante arrastrando nuestro cansancio y un enfado de dos pares de narices. Otra vez nos tocó caminar durante un largo rato para llegar a nuestro destino, donde, tras una cola larguísima, nos dijeron que nuestras tarjetas de embarque no servían para darnos la comida y que debíamos regresar al mostrador de Qatar para cambiarlas.
¿En serio? ¡En ese momento estallé! ¡Y mi marido también! Era una de esas sensaciones de impotencia y rabia que a veces te invaden. Porque, a ver, ¿cómo era posible que la señorita de Qatar no nos lo hubiera dicho? ¿Y de verdad debíamos volver a recorrer toda esa distancia, hacer la cola de nuevo, regresar y ponernos a la otra cola, otra vez? 


Acabé yéndome a una mesa con una ira imposible de frenar y al final mi marido consiguió que entraran en razón y obtuvo el desayuno. ¡No sé qué haría sin él!
Y entonces vino la segunda parte, quizás la más importante: encontrar una solución para el vuelo de Danang a Ciudad de Ho Chi Ming. 
Me conecté al desastroso Wifi del aeropuerto de Doha, y digo desastroso porque aunque sea gratis, va fatal. Intenté entrar en la web de Vietjet sin ningún éxito, pero conseguí ver que había un vuelo a las cuatro de la mañana y que todavía había plazas.
Pregunté cómo conseguir mejor conexión y me mandaron otra vez cerca del mostrador de Qatar Airways, donde tienen un montón de mesas con iMacs enormes para los viajeros. Pero en vez de ratón hay una bola plateada que ninguno sabíamos usar y los problemas para entrar en Vietjet seguían presentes.
En ese momento mi nivel de estrés era máximo. Porque necesitaba solucionar sí o sí el problema…
Al lado de los ordenadores estaba el Starbucks, donde pensamos encontrar una mejor cobertura. Y un café nos vendría de perlas. Pero tampoco ahí conseguimos entrar en la dichosa web y nos imaginamos que debía estar capada.
Al final recurrí a Mara, tras intentar localizar a otras de mis amigas. A través del chat le pedí ayuda. Finalmente conseguí cambiar mi vuelo, pagando la suma extra y no esperada, al de las cuatro de la mañana.
¡Feliz día! J

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Itinerario Vietnam

9:39 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Preparar un viaje de las características de Vietnam te obliga a mirar un montón de cosas. Visados, vacunas, vuelos, hoteles, conexiones, actividades…
Cuando nos dimos cuenta de que el visado lo teníamos que hacer por media hora nos dio muchísima rabia (se ha de hacer si pasas más de quince días en el país y nosotros pasamos quince días y media hora…). Buscamos información en la web y optamos por la eVisa tramitada por iVisa.com (enlace). La verdad es que el proceso fue rápido y ágil. Eso sí, hay que pagar 25$ por cada visado, más 20$ por la tramitación. Pero vale la pena porque en menos de una semana tienes los impresos para llevar a inmigración cuando aterrizas y no te has de preocupar de nada más.


El tema de las vacunas, como no hay ninguna obligatoria y nosotros ya teníamos puestas las recomendadas por nuestros anteriores viajes, no necesitamos más.
Y, después de los temas prácticos, empezamos a preparar el viaje en sí. 
Nuestra ruta fue:

-Vuelo con Qatar Airways Barcelona-Doha-Danang.
-Vuelo nacional con Vietjet Danang-Ciudad de Ho Chi Ming.
-Excursión con Asiática Travel (enlace) de dos días para conocer el Mekong (ellos nos proporcionaron un hotel para la noche del medio).
-Vuelo nacional con Vietjet Ciudad de Ho Chi Ming-Hanoi.
-Noche en Hanoi.
-A la mañana siguiente coche privado hasta Ninh Binh, donde pasamos tres noches.
-Volvimos a Hanoi para una noche.
-A la mañana siguiente nos recogieron para un crucero de dos noches, tres días por la Bahía de Halong.
-Regreso a Hanoi para pasar dos noches en la ciudad y conocerla.
-Vuelo nacional con Vietjet Hanoi-Da Nang.
- Últimas tres noches en Hoy An.
-Vuelo internacional con Qatar Airways Danang-Doha-Barcelona.
-¡Se terminó!



Tras reservar todas y cada una de las plazas de avión, los hoteles y contratar la excursión con Asiática Travel, nos pusimos manos a la obra para descubrir el máximo de cosas acerca de nuestro destino.
En todos los blogs que consultamos coincidían en que es un lugar donde hay que tener cuidado con contratar los tours en la calle porque hay muchos de ellos que cobran, pero nunca se presentan al día siguiente, así que decidí contratar todos los transferscon los hoteles. 


Es importante ser muy claro con las especificaciones para los traslados. En Hanoi nos mandaron un coche demasiado pequeño para los cuatro más las maletas. Al final entendimos que debíamos especificar que nos interesaba un coche de siete plazas, ya que en los de cuatro no caben las maletas (quizás mochilas sí, per no maletas).
Y ya poco nos quedaba de planificación. Ir pensando en qué hacer en cada destino, llenar las maletas e ilusionarnos contando los días.
¡Feliz día! J

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