Llegad a Bohol

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Este mes de octubre estoy ofreciendo Dúo a los blogs para reseñar, ya que esta historia merece ser leída. Margaret me parece una mujer con muchas cosas que contar e Iris y André tienen su momentito de gloria, esa relación que se forja con una rapidez increíble, salpicada de música. A veces hay novelas que se quedan enganchadas a mi piel y esta es una de ellas.
Os animo a descubrir las peripecias de los personajes…


Pero volvamos a nuestro viaje por Filipinas, del que me queda poco por contar. Nos fuimos de Siquijor enfadados, pero con muchas ganas de llegar a Bohol para pasar un par de noches en un resort que decidimos permitirnos. Sobre el papel tenía muy buena pinta. Varias piscinas frente a la playa, con prestaciones increíbles, hamacas perfectas delante del mar…
El ferry nos dejó en el puerto, donde tardamos bastante en recuperar el equipaje. Decidimos subirnos a uno de los divertidos triciclos que pueblan el paisaje de Filipinas y fue un trayecto bastante incómodo. Además, el conductor no paraba de flipar con lo caro que era el hotel donde nos alojaríamos, el Henann Resort AlonaBeach. La verdad es que para ser Asia era carito, pero en Europa ese alojamiento valdría como mínimo cinco veces más, así que darnos el capricho un día tampoco es tan horrible, ¿no?


La media de precio de una habitación con desayuno en Filipinas en un hotel de una buena categoría es de unos setenta euros la noche y este nos constó ciento diez…
Llegamos cansados, con ganas de un baño en las piscinas, pero estaba claro que ese día era el de mal fario con los hoteles. Nos pidieron la tarjeta de crédito con la que hicimos la reserva y resulta que nos la habían robado en Barcelona hacía un par de meses, por la que no la teníamos. La respuesta fue surrealista porque no querían dejarnos quedar a dormir si no volvíamos a pagar. Flipante si tenemos en cuenta que la teníamos íntegramente abonada desde marzo.


Tras discutir un rato con la recepcionista, una mujer bastante antipática, entendimos que querían que pagáramos de nuevo y que si en tres meses nadie reclamaba la reserva nos devolverían el dinero. No lo aceptamos porque era un abuso. ¿Tres meses más con nuestro dinero? ¿Quién va a reclamar la reserva pasado el día?
Los siguientes minutos fueron muy tensos. Abrí mi cuenta bancaria en el móvil, busqué los extractos de marzo, les mostré el pago y la recepcionista se llevó mi móvil con la cuenta bancaria logeada sin pedir permiso, desapareciendo durante cinco largos minutos para volver diciéndome que no servía. He de admitir mi estado de histeria en ese instante porque, ¿qué se había creído llevándose así el móvil? ¿Quién me aseguraba que no haría nada con mis cuentas?


Entonces mi marido explotó, poniéndose nervioso y finalmente salió la encargada en tono más conciliador. Terminamos frente a un PC del hotel, demostrándole cómo solo yo conocía las claves. Y después del mal rato, por fin llegamos a una habitación.

¡Feliz día! J

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