La fuerza de los sentimientos
¡Buenos días! Llevo algunos sin aparecer por aquí… Hay
demasiados sentimientos pululando impunes en mi interior para centrarme en la
escritura, pero hoy me he levantado con necesidad de regresar a la normalidad,
de rebajar la intensidad de las emociones para regresar al amparo de la rutina y
retomar las mil tareas diarias con una predisposición diferente. A partir del
lunes voy a continuar contándoos mi periplo por Filipinas, compartiendo
instantes y emocionándome con pequeños detalles de la vida, lo prometo.
El martes salió una reseña preciosa de Cada día te espero a ti en el blog Los mundos de Blue (enlace). Cuando era más joven me enganché con
mi marido a Los hombres de Paco, una
serie disparatada, divertida y con diálogos tronchantes. Pero no fue eso lo que
me mantuvo atada a la pantalla durante años, fueron Lucas y Sara, esa relación
entre una adolescente alocada, caprichosa, perseverante y madura en algunas ocasiones
con un policía que le doblaba la edad. Un hombre chulo, mujeriego, leal y
macarra.
A veces hay una serie, una relación, un libro o una película
que se me queda asida a la memoria. Mientras veía cómo se forjaba la historia y
sufría con sus idas y venidas supe que algún día escribiría algo parecido.
Así nacieron Julia y Zack, aunque al empezar a escribir les
di la vuelta concediéndoles su propia personalidad y su historia. Ella se
parece a Sara, sin embargo tiene rasgos particulares. Canta en un grupo, tiene
unas amistades muy arraigadas, vive en una base militar, tiene un ex novio y su
vida es una explosión de ideas alocadas.
Zack y Lucas son realmente muy diferentes… El militar es
recto, fiel, adicto a las normas, un poco inmaduro para su edad, cariñoso… No
suele liarse con mujeres sin pensar y Julia pone su vida del revés.
La trilogía en realidad habla de cómo los sentimientos
pueden cambiar la percepción de las personas. Porque el amor es irracional, no
entiende de edad, de condición ni de personalidad. Nace de una atracción, se
fortalece con el paso de los días, crece hasta convertirse en algo sólido y
muchas veces se rebela contra tus creencias, las bases sobre las que sustentas tu
vida, y acaba derruyendo barreras.
Un sentimiento intenso es el arma más poderosa a la hora de
mover montañas. Cuando lo fortaleces a base de actos y palabras logras un
imperio. Porque la base de nuestra convivencia es la emoción de pertenecer a
algo más que a nosotros mismos.
En los sentimientos no se puede mandar, no hay un capitán
capaz de hacer zozobrar la barca de tus emociones si no consigue llegar a tu
alma para apoderarse de un pedacito. Y la mejor arma para convencer, para unir
y para despertar pasiones es conseguir que alguien sienta la necesidad de estar
a tu lado, luchar para hacerle desearlo, aflorar su amor.
¡Feliz día! J
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