Primaeras horas en Hoi An

13:31 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Estoy un poco despistada últimamente, pero me he propuesto retomar el blog y otras actividades desplazadas…
Nos quedamos rumbo a Hoi An, uno de los lugares más mágicos de Vietnam, aunque para mí el diez se lo llevó Ninh Binh.
Llegamos al aeropuerto de Da Nang de noche, un poco tarde, y nos esperaba el conductor enviado por el hotel para llevarnos al maravilloso hotel Little Riverside Hoy An (enlace), una grandiosa elección porque era un lugar precioso, con unas habitaciones alucinantes y un servicio de doce sobre diez. ¡Altamente recomendable!


A esa hora casi no había establecimientos abiertos, pero por suerte encontramos una hamburguesería cerca del hotel donde saciar nuestra hambre antes de irnos a descansar.
La mañana siguiente todos teníamos sed de playa, así que alquilamos un par de motos y nos fuimos al Deck House, un restaurante en la palaya, con tumbonas y vestuarios gratis para los huéspedes de algunos hoteles, entre ellos el nuestro. 
El sitio era muy bonito, el sol impresionante y bañarnos en el mar fue una experiencia mágica tras tantos días pasando un calor extremo. Àlex se subió a uno de esos paracaídas que van enganchados a una moto de agua mientras nosotros disfrutábamos del mar. 


Comimos allí y la verdad es que la comida estaba buena, aunque a un precio excesivo teniendo en cuenta dónde estábamos. Pero valió la pena.
Por la tarde, ya de regreso al hotel, decidimos perdernos con las motos por los alrededores para descubrir un poco la naturaleza de esa zona. Nos metimos por unos caminos estrechísimos, entre campos de arroz. 
Tras un par de horas de exploración utilizamos San Google Maps para regresar al hotel. La verdad es que en todos nuestros viajes compramos una tarjeta de datos solo llegar y es una maravilla poder usarlo para encontrar el camino d vuelta cuando estás perdido en medio de un país lejano y desconocido. 


Descansamos un rato, subimos a la azotea a darnos un baño en la piscina con unas vistas alucinantes del río y nos vestimos para ir a descubrir la joya de la corona, Hoy An, un pueblecito iluminado con miles de fanalillos distribuidos por las calles. 
Es un pueblo de cuento de hadas, aunque hay demasiada gente y eso para mí lo convierte en un parque de atracciones. Además, os digo desde ya que si sois compradores compulsivos allí os arruináis. Está lleno hasta los topes de tiendas de todo tipo, con una gran variedad de sastrerías a medida donde te hacen un traje o un vestido o unos zapatos o lo que quieras en menos de veinticuatro horas y a un precio de risa. Nosotros no compramos ninguna pieza de ropa porque temíamos la hora de charla con los vendedores, pero tenían muy buena pinta.


Como era el festival de la luna llena, el río se llenó de barcos con farolillos. La tradición dice que se ha de dejar uno con una vela encendida en el agua. Y claro, como manda la guía del turista, nos subimos a una de esas barcas con nuestro farolillo para navegar por las aguas y dejarlo viajar por el río. La única pega para mí fue la masificación…
¡Feliz día! J

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