El tiempo lo cura todo

8:08 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Parece que dentro de poco volveremos a estar en casa, confinados, sin posibilidad de caminar con libertad por la calle o de disfrutar de nuestra independencia. Es duro ver cómo un virus es capaz de paralizar el mundo, de hacernos cambiar todas nuestras costumbres y de derrumbar la economía con esta contundencia.
Ojalá el destino nos traiga a todos esperanza y una buena dosis de ilusión porque cada día me enfrento más a personas perdidas en la oscuridad de este momento tan surrealista.

Foto de Olya Kobruseva en Pexels

Hace un año mi vida era tan diferente… Sentía de una forma muy alejada a la de ahora porque cuando has luchado con uñas y dientes por algo y se te escapa de las manos, o simplemente lo pierdes, cuesta encontrar el rumbo o, en mi caso, centrar las emociones.
Si alguien no admite algo así es que no es humano, porque cuando lo has dado todo por un trabajo y de repente se acaba, aunque sea en buenos términos, tu corazoncito no puede salir indemne, como mínimo si realmente te has implicado en ese trabajo y lo has sentido tan tuyo.
El tiempo lo cura todo. Es cierto y a la vez no lo es. Te ofrece perspectiva, te ayuda a ver las cosas desde otro ángulo, mitiga los sentimientos de forma que ya no son punzantes ni hirientes. Porque si siempre sintiéramos igual de intenso acabaríamos enfermos, ¿no?

Foto de Mochammad Algi en Pexels


A mí el paso del tiempo me ha ayudado a encontrarme. No sabía que estaba perdida, pero resulta que muchas veces hay que perderse para encontrarse, y tantos años sometida a un estrés elevado, con mil cosas en la cabeza, haciendo que mi mente trabajara al triple de una capacidad normal, implicándome tanto, me había hecho perder el foco y no disfrutar lo suficiente del camino. Aunque no me arrepiento lo más mínimo y el día que encuentre un nuevo reto laboral voy a volver a dar el cuatrocientos por ciento de mi implicación, porque la que es así, no cambia.
Lo que sí ha variado es cómo me enfrento a según qué situaciones, cómo las valoro y las encajo. Porque la serenidad de estos meses, sabiendo que no era un momento idóneo para encontrar un trabajo cuando a mi alrededor la gente lo pierde, me ha traído una nueva gestión de las emociones y me ha ayudado a encontrarme en esta nueva versión de mí misma donde identifico las amenazas venideras, busco las posibles soluciones, lo doy todo para lograrlas y no me angustio por todo aquello a lo que no puedo llegar o depende de los demás.

Foto de Claire Morgan en Pexels

Es una filosofía perfecta de vida, porque no he dejado de ser yo misma, de emocionarme con los retos, con las entrevistas, con las mil posibilidades de futuro, y sé que cuando aterrice en un nuevo trabajo voy a volcar todas mis energías en él. Pero sin sentir la presión de esa manera ni angustiarme por las variables incontrolables. 
Planificar a muerte. Pero sin perder la sonrisa ni dejarse llevar por la búsqueda infructuosa de solucionar lo imposible.
¡Feliz día! 

 

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