Cena de reencuentro

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Ayer tuve un reencuentro genial, de los que me reconcilian con la idea de recordar otros instantes de  mi vida.
Hace cuatro años que mi hija terminó la primaria en un colegio que se acababa en ese curso. Con las madres de su clase se crearon unos vínculos preciosos. Nos veíamos cada día al recoger a los niños, charlábamos, organizábamos fiestas, salidas, meriendas, horas de parque…


Cuando Irene empezó en su nuevo colegio de secundaria perdimos el contacto y yo cambié mucho mis hábitos. Empecé a trabajar más horas en la consultoría, a llevar una cantidad mayor de empresas y a sumergirme en las novelas en mis horas libres.
Dejé de salir con amigas, de ir a buscar a los niños al colegio, de ser un taxi a tiempo completo y de ver a las madres a la salida del cole. Mi vida cambió, se adaptó a una situación fabulosa para mis artes creativas y acabé con una rutina importante a la hora de buscar huecos a la escritura.


Estoy convencida de que fue lo mejor, el mayor acierto de mi vida, porque escribir me llena de vitalidad y de energía positiva, pero me alejó de las relaciones sociales en muchos aspectos.
Ayer nos reunimos de nuevo para charlar de nuestros hijos, de nuestras trayectorias los últimos años, de los cambios en nuestras vidas. Y fue increíble. Me sentí como si el tiempo no hubiera pasado y volviéramos a ser ese grupo de entonces que esperaba a los niños en la puerta de la escuela unos minutos antes de su abertura.


De una cena como la de ayer se podrían sacar mil ideas para una novela. Hablar con otras personas consigue llenar mis ansias de crear personalidades dispares, de descubrir otras maneras de actuar frente a un problema, de ver la vida con un prisma determinado.
Escuché algunas conversaciones con la mente abierta, ávida de absorber hasta la última gota de información, gestos, palabras y reacciones, como si mis ojos funcionaran como una cámara que puede grabar las impresiones en el disco duro del cerebro.


Muchas veces me preguntan de dónde saco las ideas para las historias, cómo puedo estar ahora escribiendo dos a la vez y no tener crisis creativas. La respuesta es sencilla, como mínimo para mí. Se trata de vivir con la antena puesta, de sentir, de vibrar, de escuchar, de observar en cada faceta de la vida. De una cena como la de ayer se puede llenar el saco de la creatividad si se está atento.
Tengo claro qué quiero hacer con mi tiempo libre: aporrear las teclas del ordenador al salir del trabajo, los fines de semana y cualquier instante de ocio. Soy feliz con esa afición, es parte de mi vida y la mejor manera de pasar por mil aventuras sin comprometer el presente.

¡Feliz día! J

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