Filipinas #CEDNE (localizaciones)

7:47 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Cuando pienso en las localizaciones de mis novelas, en cada uno de los lugares a los que me ha mandado mi imaginación, a esos instantes en los que me siento invadida por la necesidad de conectar con una localización específica para dotar las escenas de ese vínculo importante con un emplazamiento especial, muchas veces uso Google para investigar. Pero a veces recurro a mis experiencias personales, a esos momentos del pasado en los que estuve allí, a mis sensaciones, a mis emociones, a mis recuerdos.


Estos últimos años he viajado mucho y he conseguido reunir un conjunto de vivencias interesantes para darles vida algún día en el papel. Hay países más interesantes que otros, pero los que más me han marcado, sin duda, son Filipinas y Malasia, ambos repletos de intensidad, de sensaciones, de emociones.
Sobre Malasia he escrito poco. En cambio, Filipinas es el marco principal de Cuando el destino nos encuentre, novela donde dos historias se entrelazan, una del pasado y otra del presente, y nos llevan a través de algunas islas de este maravilloso país.


Mientas viajaba con mi familia por ese enclave paradisíaco, me pasó algo extraño y excitante a la vez. Fue al principio del viaje, en un ferry, donde una idea para una novela tomó cuerpo y empecé a sentir crecer la historia en los días posteriores, tomando nota mental de cada instante para después cedérselo a los personajes.
La trama actual se basa en esas experiencias, en mis recuerdos, en nuestro recorrido real. Y la parte antigua está escrita tras una exhaustiva tarea de documentación. 
Para mí Filipinas es un país alucinante, con muchísimo que ofrecer a los turistas, un sinfín de sitios llenos de sensaciones, ilusiones, esperanzas y nuevas experiencias. Con una serenidad palpable en el ambiente, un fondo marino colmado de color, vida, vivacidad, unas playas perfectas para tumbarse casi en soledad mientras el sol te acaricia la piel, unos precios irrisorios para todo, una gente increíble y unos paisajes impagables.


Les cedí a Geni y a Dan algunos de mis momentos, los llevé a restaurantes que había pisado y donde me había sentado a comer con una ilusión palpable, situaciones interesantes, otras estresantes, la mayoría maravillosas y cada uno de mis hoteles. Porque haber estado allí me ayudó a crear la atmósfera, a sentir cómo la escena era parte de mí.


Buceo, recorridos en motos alquiladas, esas iglesias con el eslogan ni cristo escrito en el exterior, las tortugas del fondo del mar, el coral, los paseos en barca, las Chocolat Hills, las personas que nos cruzamos en el camino, la pequeña isla de Malapascua, con su maravilloso restaurante La isla bonita, la canción de moda ese verano, la forma asiática en la que explicar cómo queríamos los huevos en el desayuno…
Cada una de esas experiencias quedará para siempre retenida en mi memoria y en la de los lectores que se adentren en la novela para conocer los detalles de un viaje cargado de emociones, felicidad y buenos momentos.
¡Feliz día! J

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