Yo quiero bailar

7:57 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Vivir feliz es aprender a buscar las ilusiones en las pequeñas cosas, a valorar lo que se tiene en vez de desear constantemente lo que no se tiene, a saborear los cambios y a abrazar la rutina con una sonrisa. Y, a veces, a hacer de más y de menos para seguir en la senda correcta.
Hace unos años me lesioné la rodilla esquiando. Fue una de las épocas más duras para mí porque no podía dejar el trabajo, estábamos en una fase de expansión muy importante, mi suegro pasó una temporada en el hospital antes de dejarnos y decidí subir mi primer libro a Amazon por mi cuenta y riesgo.


Cuando echo la vista atrás para recordar esos momentos soy capaz de ver la parte positiva a pesar de la ansiedad y los meses intensos que se sucedieron, trabajando en casa hasta las once o las doce de la noche, yendo cada día a recuperación tras la operación, consiguiendo volver a caminar a mi ritmo lento…
Pero el tiempo pasa y lo coloca todo en su lugar. La rodilla también. Aunque en mi caso no del todo.
Este invierno empecé a tener dolores de nuevo. Las pruebas mostraron que mi cartílago ha decidido dejar de estar presente, detalle que no tiene una solución fácil. 


Me prohibieron esquiar, bailar, hacer deportes de impacto… 
Lo intenté. Al principio me pasé al Pilates, pero no funcionó. Quizás era yo y mis posturas (que por una razón inexplicable la profesora no corregía) o es bueno para la espalda y no para las rodillas… Así que me decidí por el Tono. Pero, voy a ser sincera, ¿a quién le gusta machacarse así, sufriendo en cada ejercicio? Y, vale, yo no soy de las que se rinden, sin embargo, la motivación se fue por el desagüe.


¡A mí me gusta bailar! Y las «extraescolares» han de motivarte y animarte, no hacérsete pesadas. Porque la vida ya tiene demasiados instantes en los que debemos arrimar el hombro, aunque esa parte no nos guste.
Hace tres semanas decidí regresar a una clase de baile. No se lo dije más que a una amiga, y ella me aconsejó desistir. Pero soy terca y estaba totalmente decidida a intentarlo. 
Estaba nerviosa porque si no lo conseguía me quedaba sin mi deporte favorito.


Empecé un martes, muy flojito, sin saltar, sin moverme al cien por cien, cuidando la rodilla y yéndome a los treinta minutos. ¡Pero mi rodilla sobrevivió!!! Y el jueves volví a otra clase para repetir las mismas conductas.
Es emocionante seguir bailando, dejando que mi cuerpo entre en armonía con la música, permitiéndole a mi sonrisa aflorar a pesar de que en algunos momentos noto el dolor en la rodilla y todavía no puedo acabar las clases. 
Porque de eso se trata buscar la felicidad, de disfrutar de cada actividad, de dedicarse a lo que más te gusta, de no desfallecer, de vibrar con cada instante.
¡Feliz día! 


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