Una anécdota más para contar

10:01 Pat Casalà 2 Comments

¡Buenos días! Tenía la bolsa preparada para ir a la piscina, el ordenador cargado de batería y un sinfín de ilusión, pero cuando me disponía a salir las nubes han tapado por completo el sol… Grrrrrrrrrr, total que me he puesto otra vez el pijama y me he metido dentro de la cama con el portátil.
Ayer fue un día genial. Por la mañana nos fuimos a pasear durante horas, entramos en las tiendas sin comprar nada y nos tomamos un té en una terracita al sol que asomó a media mañana. Por la tarde nos fuimos a la piscina del club a tumbarnos unas horitas mientras yo trabajaba en LMR.
Y por la noche bajamos a Las Ramblas, a cenar con unos amigos en un restaurante cercano al mercado de la Boqueria donde nos dieron un ágape digno de reyes. La verdad es que ahora me duele el estómago y estoy completamente llena, pero mientras estuvimos ahí valió la pena.
Después nos fuimos a la terraza del ático de un hotel precioso que estaba a pocos metros de ahí. Últimamente está de moda ir a esos lugares altos donde hay habilitadas mesas tipo chill out. He de reconocer que hacía un poquito de frío, ¡suerte de las mantas que había en los sofás!
Pedí un Cosmopolitan… Ufffff, me subió a la cabeza en cuestión de segundos. Esa manía mía de no beber nunca me hace ser poco tolerante al alcohol. Además, llevo diez días sin dormir demasiado. ¡Me sentó bien! Me reí muchísimo con mis amigos y cuando me levanté de poco me caigo.
Llevaba unos talones de dos palmos. Soy una forofa de los zapatos, me encanta mirarlos, probármelos y comprarlos. Creo que los tacones son maravillosos, algo que para una persona bajita como yo son parte esencial de su armario.  
Cada día, antes de vestirme, pienso en qué haré durante la jornada. Si he de caminar mucho busco unos zapatos planos o unas bambas, si me voy a trabajar apuesto por unos zapatos altos, si tengo una cena o una comida, por unos más altos todavía.
Como ayer íbamos en moto hasta Las Ramblas y no teníamos que andar demasiado me decanté por unas sandalias altísimas con plataforma. Y cuando me levanté de la terraza un poquito piripi, no sabía si me aguantarían.
Lo peor fue cuando llegamos a la moto y nos acordamos de dónde estaban los cascos… ¡Nos los habíamos dejado en el restaurante! Y evidentemente a las dos de la madrugada estaba cerrado. Grrrrrrr, nuestra única opción era regresar en taxi o en metro a casa.
A mí no me gustan demasiado los taxis, así que acabamos caminando abrazados hacia el metro. Creo que si mi marido no llega a marcar el paso hubiera zozobrado por la acera. La verdad es que no estuvo mal, me despejé un poquito y charlamos durante el trayecto.
Ahora nos toca volver a bajar en metro a Las Ramblas y rescatar la moto con unos cascos antiguos, el restaurante no abre los domingos… ¡Una anécdota más para contar! Como no hace sol, me parece que me voy a vestir otra vez y a caminar en busca de la moto…

¡Feliz día! J

You Might Also Like

2 comentarios:

  1. FELIZ domingo :-)

    ¿Tendremos que beber más a menudo? Yo creo que no... pero soy de las que solo de ver salir la cerveza por el grifo ya estoy "borrachito me llama la gente" ;-)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jajajajaja, yo seguiré con mi vena abstemia... ¡Feliz semana! :-)

      Eliminar