Xplor, una fantástica aventura

9:09 Pat Casalà 0 Comments


¡Buenos días! Ya queda poquito para finiquitar estos maravillosos días de descanso donde la escritura fluye con una facilidad pasmosa. Voy a repetir que me encantaría pasar largas temporadas aislada en las montañas dedicada únicamente a mi pasión. Ya lo sé, es algo de ciencia-ficción y el lunes toca regresar a la realidad de mi vida, pero soñar no cuesta dinero.
LDE sigue con su hilo argumental, crece día a día y descubre nuevos matices que en un momento pasaban desapercibidos. ¡Me gusta la evolución de algunos personajes! Hace años que deseaba escribir algo así y ahora toma forma en el papel.
Quizás algún día pueda compartirlo con vosotros…
Ahora vamos a regresar a las cálidas orillas del mar Caribe, cuando nos despertamos tras un día de experiencias en la selva mexicana. Era un día perfecto para descansar, pero mi cabeza no estaba demasiado por la labor, así que a las siete en punto me fui con las toallas en busca de unas hamacas en la piscina mientras mi marido dormía.
Desayuné sola en el enorme buffet y luego me tumbé en la hamaca con el Kindle en mis manos, dispuesta a pasar una mañana al sol. La mala suerte quiso que fuera a la sombra de unas nubes y que después de comer el cielo se derrumbara sobre mí en forma de inmensos goterones. ¡Qué se le va a hacer!
A las cinco en punto estábamos subidos al autocar que nos llevaría a Xplor, para mí una de las mejores experiencias del viaje. Es un parque temático que incluye unas tirolinas enormes, las más baja está a cuarenta y dos metros del suelo, un circuito con unos coches anfibio por la selva, un recorrido a nado por un espectacular río subterráneo y remar con las manos en una canoa en otro río interior.
El parque es espectacular, está construido aprovechando la caverna natural que esconde los ríos, con un millar de estalactitas y estalagmitas milenarias que le confieren un aire especial. La iluminación de la gruta ayuda a crear la atmósfera propicia para admirar el lugar e imaginarnos el pasado, cunado los hombres primitivos caminaban por esos parajes con una antorcha.
Empezamos nuestras actividades en los coches anfibio. La suerte de elegir la experiencia nocturna es que hay un cuarto del aforo del día, así que no hicimos ni una cola. Conducir ese Jeep entre baches, recodos, puentes colgantes y grutas fue divertido, botábamos más…
Luego nos fuimos corriendo a las tirolinas, todavía no se hacía de noche y queríamos aprovechar la luz. ¡Increíble! Cada vez que terminábamos de lanzarnos por una de las cuerdas, atados en dos de ellas por seguridad, subíamos a una de mayor altura. ¡Llegamos a lanzarnos desde cincuenta y cinco metros! Bajo nuestros pies veíamos los árboles densos de la selva, e incluso pasamos sobre un recinto con jaguares. La última tirolina terminaba dentro de un río, ¡nos mojamos enteros!
Cuando la oscuridad iniciaba su andadura nos metimos en las cavernas. Primero remamos. Me tocó con mi hija y un poco más y no llegamos a la meta, ¡no sabemos remar! Nos la pegamos contra todas las paredes, dimos más vueltas que un ventilador y, al final, conseguimos llegar a la meta con esfuerzo.
Solo nos quedaba nadar durante cerca de tres cuartos de hora por el maravilloso río subterráneo. ¡Es precioso! Al terminar cenamos en el restaurante del lugar y después repetimos los anfibios de noche, con el camino iluminado con antorchas de fuego. ¡Espectacular! Y mi hijo agotó el tiempo que nos quedaba antes de subir al autocar repitiendo las tirolinas de noche.
Llegamos a las doce al hotel y nos metimos en la cama exhaustos y contentísimos. La única pega que le encuentro a Xplor es el precio abusivo de las fotos que te hacen en las actividades, ¡cobran cuarenta euros por treinta fotos! Y si comprábamos las de los cuatro nos salía por ciento diez euros… ¡Como podéis imaginar no las compramos!
¡Feliz día! J


  

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