¡Cómo pasa el tiempo!

9:09 Pat Casalà 0 Comments


¡Buenos días! Ayer celebramos el cumpleaños de mi pequeña, me parece mentira que hayan pasado trece años desde aquel once de octubre que me puse de parto… Recuerdo aquel día, el paseo hasta la clínica con mi marido, los nervios y la emoción a partes iguales. La clínica está a dos manzanas de mi casa, así que fuimos caminando…
El tiempo pasa con rapidez, a medida que los años suman en nuestra espalda tenemos la sensación de que los días se escurren más rápido, como si no tuviéramos tiempo de retener los minutos y las horas. Siempre he pensado que es una sensación producida por los años, que cuanto más acumulamos en el recuerdo más sensación de rapidez tenemos.
Cada mañana me levanto con la esperanza de que el día me regale unas sonrisas, quiero vibrar con cada instante y soñar lo imposible sin que me duela. ¡Qué difícil es a veces ilusionarse sin anhelos!
Cuando mi hijo de quince años me dice que está harto de la rutina, que él desea cambiar su día a día, que necesita un reto, yo me pregunto si no debería arriesgarme con una nueva idea, con un futuro distinto, con dedicarme a algo relacionado con la escritura.
Uffffffff, ¡ojalá tuviera un proyecto así! Algo que me acercara al trabajo que me hace feliz. Estudié económicas porque se me daban bien los números, llevo a la vez cinco empresas y una fundación porque me entiendo bien con las tareas a realizar y soy eficiente (aunque a veces mi cabeza parece a punto de explotar), pero mi corazón y mi alma están en las letras, en leer, escribir, compartir escritos… No puedo dar marcha atrás ni creo que fuera fácil encontrar un trabajo distinto, de momento tengo algo importante, un puesto fijo y un sueldo mensual.
Sin embargo muchas noches me duermo con la esperanza de que algún día mi mundo dará un vuelco y podré dedicarme a algo relacionado con la literatura. Por la mañana me levanto con la decisión de continuar adelante con mi vida, de ser feliz con lo que tengo y de dejarle al destino esa puerta abierta.
Antes me pasaba las horas esperando, como si mi sueño fuera a alcanzarme de un momento a otro, ahora vivo el presente sin preguntarme qué me deparará mañana. A veces hay giros inesperados que te traen novedades, otras sigues tu camino sin encontrarte demasiadas curvas.
Hoy no creo que escriba, viene mi familia a celebrar el cumpleaños de mi niña… Bueno, ya no la puedo llamar así… Tengo ganas de cocinar, de probar nuevas recetas, de dejar volar mi imaginación mientras pocho la cebolla o intento hacer un coulant de los que le encantan a Irene. ¡Qué se le va a hacer, ha heredado mi adicción al chocolate!
Espero conseguir esa bomba que nos encanta a las dos, acompañarla con un helado de vainilla y unas velas para que vuelva a soplar. ¡Ayer lo hizo en el Brownie de un restaurante! (Sí, otro pastel de chocolate… ¿Os he dicho que me encanta?)
En media horita me levantaré y pensaré el resto del menú. ¡A ver qué se me ocurre!
¡Feliz día! J

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