Templar el carácter

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Sigo sin solucionar del todo mi problema de internet en casa, aunque he conseguido navegar con el ordenador. Parece mentira lo difícil que es acostumbrarse a la falta de tecnología, volver a mirar la tele convencional, estar desconectado del mundo…
Últimamente se suceden las noticias interesantes, pero me he dado cuenta de que me tomo las cosas de una forma diferente. No me deslumbran las llamadas ni las propuestas porque tengo un sexto sentido que me indica una realidad diferente a la de antes. Quizás no salga nada y acabe en el mismo lugar en pocos días y no quiero vivir pendiente de una espera interminable.


El paso de los años me ha cambiado en muchísimos aspectos. A veces, cuando doy vida a un personaje y me planteo cuál va a ser su evolución, me entra miedo en algunos aspectos porque me parece difícil un cambio demasiado agresivo.
Se puede moldear el carácter, encontrar una senda para avanzar hacia un estadio distinto, pero en el fondo hay una forma de ser que subyace siempre. Si eres frío y metódico no puedes convertirte de repente en temperamental, pasional y lleno de sentimientos. Tampoco puede pasar al revés.


El ejemplo más claro de esta realidad es Lúa, la protagonista indiscutible de Un último día conmigo. Es una mujer racional, con una tendencia insana a aprisionar sus sentimientos sin darles salida, incapaz muchas veces de dejarse llevar, con una rigidez de carácter que va flexibilizándose poco a poco, pero nunca llega al otro extremo.
Eso mismo me ha pasado a mí. He perdido ese idealismo del inicio, esa emoción primaria que me hacía sentir a punto de dar un giro a mi vida, esa sensación de estar en la cresta de la ola, presa de las esperas. Con el tiempo he atemperado esas emociones, convirtiéndolas en las que me llevan a crear historias, a moldear un mundo ajeno a mi ahora, a sumergirme en tramas intensas.


Ya no veo una escalera interminable frente a mí ni me imagino en la cima en cuatro segundos. Pienso cada giro, medito con tranquilidad y le doy la dimensión justa a cada instante. No quiero dar un paso en falso porque me he deslumbrado ni tirar cohetes antes de hora ni dar saltitos de alegría por pequeños logros. Prefiero pisar suelo firme, encontrar una senda realista y ser feliz sin construir castillos en el aire.


Estas últimas dos semanas se han llenado de llamadas imprevistas. Hace unos años hubiera dado saltitos de alegría, en cambio ahora mi reacción es más templada. Prefiero ser más fría, analizar a realidad y no dejarme llevar sin tener un mínimo de seguridad. Aunque nunca dejaré de sonreír ante estas emocionantes llamadas ni de ver el lado maravilloso de haber llegado hasta aquí. Pase lo que pase esa parte es increíble.

¡Feliz día! J

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