Fin de semana inolvidable

7:07 Pat Casalà 2 Comments

      ¡Buenos días! Cuesta un mundo volver al normalidad tras dos días de tranquilidad en un balneario…  Me volvería otra vez a La Rioja, al balneario de Arnedillo, a sumergirme en las aguas termales, a comer bien, a pasear por el monte, a descansar.
     He pasado un fin de semana genial. ¡Si incluso ayer me desperté a las diez de la mañana! Hacía años que no dormía tanto…
     El balneario estaba en medio de unas montañas rocosas, llenas de matorrales y con poco árbol. Las aguas sulfurosas que llenaban las piscinas procedían de la naturaleza, de un manantial que brota un caudal impresionante diariamente.
     Cuando llegamos mi marido quiso bañarse en las pozas que los hombres construyeron en el cauce del río, acompañado por lugareños y paseantes. A mí no me apeteció meterme en el agua. Hacía frío, estaba cansada y prefería hacer fotos mientras él se bañaba.
     Al día siguiente fuimos a pasear por la montaña a primera hora para observar la naturaleza y quemar un poco el abundante desayuno que nos comimos al despertar. Luego nos introdujimos en el maravilloso mundo de la terma romana. Calor, frío, calor, frío… ¡Genial para la circulación!
     El resto de la mañana lo pasamos en las aguas termales de la piscina, tanto interior como exterior, con chorros de agua de diversa presión y jacuzzis. ¡Súper relajante!
     Cerca del hotel se encontraba el pequeño pueblo de Enciso. Si tenemos en cuenta que mi jefe se apellida así, os diré que durante un rato me asaltó un ataque de risa: me voy a La Rioja para desestresarme y llego al pueblo de mi jefe… En este lugar hay yacimientos con huellas verídicas de dinosaurio. Es increíble verlas en directo, casi te imaginas la vida en ese periodo.
     La tarde la llenamos con una visita al castillo de Haro, colgado en la montaña, a Calahorra y a los outlet de calzado de Arnedo. Ni mi marido ni yo nos resistimos a comprarnos unos zapatos…
     Ayer nos despertamos francamente muy tarde, desayunamos y nos fuimos a caminar por la montaña durante una hora y media. Llegamos a lo alto de un monte, observamos a los halcones pelegrinos, vimos una ermita solitaria y nos paramos en algunos de los miradores que llenan la vía verde tan cuidada que va de Arnedillo a Calahorra. Luego fuimos a que nos embadurnaran de barro para purificar la piel.
     Comimos y… ¡Carretera! Bueno, más bien autopista… Me impresionaron la cantidad de campos de vides que se adentran en La Rioja, llanuras enteras repletas de viñedos… Ya en Catalunya nos enfrentamos a la misma vista en Vilafranca del Penedés…
    Al llegar a casa abrí el ordenador con la intención de escribir, pero fue tal mi estado de serenidad que no fui capaz de aporrear ni una sílaba…
    A ver qué pasa hoy…
    ¡Feliz día! J

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