Nostalgia...
¡Buenos
días! Vuelve la primavera…
Hay momentos
en los que me invade la nostalgia. No puedo evitarlo, los sentimientos se
apoderan de mí con fiereza para llevarme atrás en el tiempo, cuando yo era otra
y mi vida tenía un cariz completamente distinto al actual. Hay instantes que
quedan para siempre en la memoria, igual que hay personas que se agarran a los
recuerdos con tanta fuerza que si echas la vista atrás te acompañan.
Mi niñez fue
intensa. Era feliz y vivía tan inmersa en mi mundo interior que a veces se me
olvidaban los límites de la imaginación. Era soñadora, idealista, extraña, con
la mirada siempre puesta en mis creaciones… A veces me costaba distinguir la
realidad de la ficción, siempre hablaba para exorcizar mi miedo a lo
desconocido y tenía una necesidad absoluta de gustar a los demás.
No justifico
muchos de los errores que cometí, con la distancia de los años veo los sucesos
de juventud como algo ajeno a mi ahora, algo que jamás repetiría a la luz de la
madurez. Sin embargo, no quiero relativizar mi parte de culpa ni las locuras
que hice. Ser diferente a los demás niños de tu entorno es perjudicial para una
relación fructífera, pero también distorsiona muchas veces tu percepción de la
realidad.
Los efectos
nocivos de poseer una mente creativa fueron la dificultad de interactuar con
normalidad con las personas de mi entorno, la incapacidad de establecer una
relación jovial con mis compañeros de clase o de veraneo o de colonias o de
cualquier sitio en el que apareciera. Mi capacidad para darle color a las
situaciones insípidas con pintura de ilusiones era excéntrica e incomprendida.
Vivía
rodeada de amigos imaginarios, pasaba noches enteras estirada en la cama, con
los ojos cerrados y las historias que deseaba vivir frescas en mi mente,
regalándome emociones, viajes, amores imposibles… Yo era mi heroína, la
protagonista indiscutible de las aventuras que inventaba sin tregua. Y ese
mundo lleno de vivacidad era mi refugio, el lugar donde todo era posible y
alcanzaba los sueños.
Deseaba
querer y ser querida. Deseaba vibrar y que los demás vibraran con mis
historias. Deseaba respirar alegría, amistad, cercanía. Pero lo que conseguía
era una barrera que me apartaba del lado de quienes deseaba acercar a mi
círculo.
Soñaba
despierta, siempre con la mente abierta a nuevas ideas, con la necesidad de
devorar los libros que poblaban las estanterías, las series que llenaban la
escasa programación de antaño, las películas de Hollywood, cualquier fuente de
inspiración que consiguiera despertar un conato de emoción en mi interior.
Ahora veo la
realidad desde otro prisma, siempre con esquemas definidos que encuadran sin
problemas mi presente y lo definen con casillas claras. Sé distinguir el puente
que une mis mundos paralelos de los reales me ayudó a socializarme y a ver el
mundo con otros ojos, y estoy feliz del cambio. Aunque hay instantes en los que
añoro a personas de otro tiempo…
¡Feliz día! J
FELIZ día :-)
ResponderEliminar¡Igualmente! :-)
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