Nostalgia...

7:07 Pat Casalà 2 Comments

           ¡Buenos días! Vuelve la primavera…
           Hay momentos en los que me invade la nostalgia. No puedo evitarlo, los sentimientos se apoderan de mí con fiereza para llevarme atrás en el tiempo, cuando yo era otra y mi vida tenía un cariz completamente distinto al actual. Hay instantes que quedan para siempre en la memoria, igual que hay personas que se agarran a los recuerdos con tanta fuerza que si echas la vista atrás te acompañan.
           Mi niñez fue intensa. Era feliz y vivía tan inmersa en mi mundo interior que a veces se me olvidaban los límites de la imaginación. Era soñadora, idealista, extraña, con la mirada siempre puesta en mis creaciones… A veces me costaba distinguir la realidad de la ficción, siempre hablaba para exorcizar mi miedo a lo desconocido y tenía una necesidad absoluta de gustar a los demás.
No justifico muchos de los errores que cometí, con la distancia de los años veo los sucesos de juventud como algo ajeno a mi ahora, algo que jamás repetiría a la luz de la madurez. Sin embargo, no quiero relativizar mi parte de culpa ni las locuras que hice. Ser diferente a los demás niños de tu entorno es perjudicial para una relación fructífera, pero también distorsiona muchas veces tu percepción de la realidad.
Los efectos nocivos de poseer una mente creativa fueron la dificultad de interactuar con normalidad con las personas de mi entorno, la incapacidad de establecer una relación jovial con mis compañeros de clase o de veraneo o de colonias o de cualquier sitio en el que apareciera. Mi capacidad para darle color a las situaciones insípidas con pintura de ilusiones era excéntrica e incomprendida.
Vivía rodeada de amigos imaginarios, pasaba noches enteras estirada en la cama, con los ojos cerrados y las historias que deseaba vivir frescas en mi mente, regalándome emociones, viajes, amores imposibles… Yo era mi heroína, la protagonista indiscutible de las aventuras que inventaba sin tregua. Y ese mundo lleno de vivacidad era mi refugio, el lugar donde todo era posible y alcanzaba los sueños.
Deseaba querer y ser querida. Deseaba vibrar y que los demás vibraran con mis historias. Deseaba respirar alegría, amistad, cercanía. Pero lo que conseguía era una barrera que me apartaba del lado de quienes deseaba acercar a mi círculo.
Soñaba despierta, siempre con la mente abierta a nuevas ideas, con la necesidad de devorar los libros que poblaban las estanterías, las series que llenaban la escasa programación de antaño, las películas de Hollywood, cualquier fuente de inspiración que consiguiera despertar un conato de emoción en mi interior.
Ahora veo la realidad desde otro prisma, siempre con esquemas definidos que encuadran sin problemas mi presente y lo definen con casillas claras. Sé distinguir el puente que une mis mundos paralelos de los reales me ayudó a socializarme y a ver el mundo con otros ojos, y estoy feliz del cambio. Aunque hay instantes en los que añoro a personas de otro tiempo…
¡Feliz día! J 

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