Un reencuentro

8:08 Pat Casalà 2 Comments


¡Buenos días! Se despierta nublado y sin la posibilidad de tumbarme en la hamaca con mi portátil a sumergirme en los mundos de Pablo, mi nuevo protagonista. Hablar en primera persona desde la voz de un hombre me cuesta un gran esfuerzo, hay momentos en los que siento que le cedo mis sentimientos y necesito alejarlo de esa visión femenina que me nubla la capacidad de actuar como un hombre. Pero la vida está llena de retos…
Termina una semana con un reencuentro interesante. Reencuentros fortuitos, sentimientos e instantes que te hacen vibrar de una manera intensa, que te recuerdan que la vida está llena de sorpresas y que no puedes agarrarte demasiado fuerte al ahora sin descubrir otras posibilidades.
El miércoles fue un día mágico, aunque al regresar a la vorágine de mi vida cotidiana apenas conté con tiempo para reflexionar, sentir o emocionarme. Tenía un montón de «pendientes» sobre mi mesa (bueno, todavía quedan…), debía preparar el cierre definitivo de la empresa de mis padres (libros y cuentas anuales… Puaf, eso significan muchas horas de dedicación), tenía que ocuparme de los niños, de la casa y empezar a bailar para bajar esos quilos de más que te regala el verano (bueno, más bien el hecho de no vigilar lo que comes y pasarte un montón…).
Ayer cerré la puerta del despacho emocionada de saber que había superado la primera semana laboral con nota, llegué a casa y  finiquité lo de mis padres con mucha pena (trabajé quince años allí…), me levanté de la silla con sonrisa y me fui a bailar con mi querido Fran.
Caí rendida en la cama, con un sueño de aquellos que te cierra los ojos sin dejarte pensar. Aunque a las seis de la mañana mi cabeza ha decidido que ya era hora de despejarse… Me he pasado una hora en la cama con emociones diversas pululando por mi interior. Sí, soy de efectos retardados, por eso ahora estoy contentísima de mi reencuentro con Anna.
A veces salgo a la calle para tomar un café con alguien con quien mantengo relación de amistad continua y me siento extraña o ajena a su conversación, y otras me pasa lo del miércoles: aparezco en el lugar concordado tras veinte años de distancia y al empezar a hablar parece que ayer estábamos juntas.
Curioso, es como si el tiempo no hubiera pasado, como si los años de distancia se acortaran en cinco minutos y volviéramos a conectar como a los dieciséis, cuando nos pasábamos horas enganchadas al teléfono, tardes enteras de juega compartida, noches de confidencias a la luz de la luna… Anna y yo éramos inseparables hasta que un día dejamos de llamarnos.
La vida es así. Un día acortas tu relación por algo que desconoces y separas los caminos, aunque tu conexión sigue ahí, dormida, esperando a que algún día vuelva a unirte a tu amiga de antaño. Y el miércoles fue un día mágico, uno de aquellos en los que piensas: «¿por qué nos distanciamos?».
En nuestra juventud no existían las redes sociales ni los móviles ni Internet. La distancia se imponía con absoluta contundencia, sin llamadas no había contacto… Ahora las cosas son distintas, tanto que la presencia de Facebook nos ha unido. Quizás nuestros hijos no desperdicien amistades intensas por la falta de contacto, ellos tienen un mundo de realciones cibernéticas por delante…
¡Feliz día! J

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2 comentarios:

  1. Las almas afines se reconocen, antes y ahora. Al final es igual cuanto tiempo pase, cuando se reencuentran el sentimiento es el mismo.

    Me encantó verte el martes.

    Beso

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    1. Fue el martes... Imagínate lo liada que he estado esta última semana que pensaba que fue el miércoles... Fue una tarde estupenda, como las de antes, pero con unos añoitos de más... ¡A ver si lo repetimos! :-)

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