Mi mente no tiene remedio
¡Buenos días! Mi cabeza es un hervidero de ideas,
sensaciones y deseos de buscar instantes para desarrollar cada una de las
historias que se introducen en ella dándoles vida en un archivo de Word,
moldeando cada instante, descubriendo esas partes oscuras que no encuentran
espacio en la delineación general de una trama que poco a poco coge fuerza en
mi imaginación.
Si como mínimo el día tuviera cuatro horitas más… Solo
cuatro, sin perder el ritmo de sueño y de trabajo… Apenas unas horitas más para
escribir y llevar a buen término todos esos proyectos pospuestos.
Cuando tiro de alguna idea se apodera de mi interior con una
fuerza colosal. Y no siempre tengo espacio en mi agenda para abracar esa nueva
tarea. A veces opto por arrinconarla, no darle vueltas, no buscar una forma de
estirarla convirtiéndola en un amasijo de sentimientos que intentan llevarme al
ordenador, a esa primera palabra que desencadena frases, párrafos, capítulos y
folios llenos de aventuras, emociones e instantes.
Si me atrevo a ponerle un título y a darles un nombre a los protagonistas
estoy perdida porque entonces soy incapaz de olvidarme de ellos, de esa
historia que crece en mi mente, de esa conexión inexorable con unas personas
imaginarias que viven al otro lado de mi mente, en un mundo paralelo donde todo
es posible, donde los sueños se materializan en realidades, donde cada ilusión,
desesperanza, idea o sentimiento tiene una cabida.
Mi mente hiperactiva es demasiado intensa a veces. No me
deja dormir en muchos periodos, no colabora a la hora de relajarse, necesita una
alta dosis de historias pululando por su interior para mantenerse ocupada a
todas horas y no sucumbir al lado oscuro de darle vueltas a cosas insignificantes
para no detener nunca ese engranaje que gira a una velocidad de vértigo.
El martes les conté a mis compañeros de oficina una idea
durante la hora de comer. La paradoja del viaje en el tiempo me ha atraído
desde joven y siempre que escribo una novela pienso en lo maravilloso de
usarla. Pero hasta ahora no había tenido una idea en ese sentido suficientemente
potente como para desarrollarla en una historia.
Estoy a un tercio del final de mi novela actual. Me falta
darle el toque de intensidad en esa última parte para que la historia llegue
donde debería. En dos meses he escrito más de ochenta y ocho mil palabras. Y
todavía me quedan trece capítulos, más el epílogo… Será una novela larga. Pero
quiero acabarla, debo mantener a mi mente en silencio con la otra idea o voy a
necesitar estirar las horas como un chicle y compaginarlas las dos, cosa que no
me apetece para nada.
Pero esta noche he tenido una revelación, una de esas que
podrían haberse quedado en un rinconcito durante una temporada. Un título, un
nombre de protagonista, un hilo del que tirar, incluso me he despertado
escribiendo el prólogo… ¡Desde luego! ¡Mi mente no tiene remedio! La paradoja de Alice. ¿A qué es un buen
título?
Esta mañana me he encontrado con un artículo que me ha hecho
saltar las lágrimas de felicidad (enlace). Que No puedo vivir sin ti sea la sexta novela más leída de Nubico en
noviembre es maravilloso. Son estas pequeñas victorias las que me hacen
encontrar la ilusión en cada recodo del camino.
La administradora del blog Vive experiencias de ensueño me pidió colaboración para un sorteo
navideño y ayer lo publicó en su blog. Os invito a participar para conseguir un
ejemplar de Un último día conmigo (enlace).
¡Feliz día! J
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