Cambiar el final...
¡Buenos días!
Me he pasado muchas horas dando vueltas en la cama, rehaciendo el final de una
película que me dejó mal sabor de boca, una historia de amor que termina
diferente a como a mí me gustaría, una de aquellas historias de amor que
remueve mis sentimientos y los convierte en un amasijo de cosquillas que me
impulsan a escribir un final alternativo, a vivirlo, a sentirlo, a soñarlo…
De pequeña
esta intensidad de emociones que me asolaban en instantes puntales me eran difíciles
de entender y de canalizar hacia los escritos que llenaban aquellas libretas
con tapas granates que tanto quería. ¿Cómo explicar que una simple película o una
serie de televisión o un libro me quitaran el sueño? ¿O que necesitara acabar
la trama de otra manera para cerrarla en mi mente? ¿O que se creara una
simbiosis con algún personaje femenino y me transportara a mi mundo paralelo
donde ella vivía tan ajena a mí?
¡Cierto! Es una
manera extraña de ver, de leer, de escuchar… Pero los años me enseñaron que esa
era mi realidad, una con la que debía convivir durante el resto de mis días, y
aprendí a domarla, a entenderla, a integrarla en mi rutina. ¡Aunque sigue dándome
muchísima rabia que las historias de amor no terminen como a mí me gustaría!
Cuando empecé
a inventar historias, a sacarle punta a todas mis experiencias diarias, a
crearle una identidad a cada desconocido que me llamaba la atención en la
calle, o en un restaurante, o en el autobús… era para vencer ese hormigueo en
el abdomen que se despertaba al encarar un argumento álgido en un libro, en la
tele, en el cine…
Recuerdo aquellas
interminables noches adolescentes donde me internaba en los libros, en las películas,
en las series… ¡Vivía en la piel de los otros y movía sus hilos a mi antojo! Esas
vivencias conformaron mi propia manera de ver mi realidad y despertaron el
anhelo de escribir, crear, plasmar esos mundos que me invadían.
Mi capacidad
de conectar con vidas de personajes paralelos ha creado una persona sensible,
trabajadora, luchadora y perseverante, una con necesidad de darles vida a esos
personajes, de permitirles desarrollarse en una historia, de terminarla como me
pide el cuerpo y de no enfadarme tanto con los guionistas y los escritores que
me dejan mal sabor de boca….
Una de las
historias de amor que más disfruté fue la de Lucas y Sara, una historia que
removió mi interior hasta el punto de pasarme horas enteras viajando a su piel,
sintiéndome parte de ellos, pensando en crear un argumento parecido en mis
novelas… Pero al final los guionistas la estropearon, la ensuciaron
introduciendo a Aitor, dejaron que la
emoción y el cariño que me imprimieron sus personajes se diluyera en una sórdida
relación que nada aportaba… ¡Y entonces dejé de ver la serie y me quedé
únicamente con un espejismo del pasado! ¡Y durante meses reviví la historia principal
cada noche antes de dormirme! ¡Aportándole un granito de arena! ¡Caminando
hacia otro final!
La verdadera esencia de convertirse en
escritor radica en la capacidad de llevar a nuestros personajes hacia donde deseamos…
¡No todos sentimos igual ni nos emocionamos a la vez ni nos gusta un mismo
final! Por eso convertirse en el titiritero que mueve los hilos de los
protagonistas te proporciona la capacidad de plasmar ese final que entreteje tu
mente, ese que te pide el cuerpo, ese final que esperas y anhelas…
Siempre
empiezo una novela con el título, una idea abstracta del tema y un final, uno
que a veces se nutre de frustraciones a la hora de concluir un libro, una
película, una serie,… ¡Y es capaz de cambiarlo!
¡Feliz día!
Pat, soy mayor que tu y esa historia también me gustaba, pero como bien dices, no lo que pasó después. Tienes que seguir escribiendo porque tienes mucho que mostrar, yo pienso leer todo. Un beso y féliz dia
ResponderEliminar¡Gracias Mercedes! ¿Sabes? Hay mañanas en las que mis sentimientos se despiertan a flor de piel... ¡Seguiré escribiendo! Creo que no podría vivir sin ello... ¡Un beso! ¡Y feliz día!!!!
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