Una verbena y un incendio...

11:11 Pat Casalà 2 Comments


¡Buenos días!! ¿Cómo pasasteis la verbena? Seguro que fue una noche mágica e intensa, una de aquellas en las que los niños disfrutan y los padres todavía más…
La nuestra estuvo bien. Accidentada, pero bien. La celebramos en el terrado de una amiga, un magnífico espacio con la vista del Skyline de Barcelona. Éramos seis familias y una amiga, en total 24 personas. Cada uno traíamos un plato y la bolsa de petardos correspondiente para pasar una larga velada tirándolos.
  Subir al terrado fue una odisea para mi rodilla convaleciente… Escarpados escalones que se enfilan hacia arriba con recodos un tanto angostos y plantas de hojas gigantes que debes apartar antes de llegar al último piso.
Arriba encontramos a los niños excitadísimos, con la ilusión de petardear sin parar. Las niñas, tres en total, nos prepararon y sirvieron la comida como cada año. Apuntan en su libreta los pedidos y van trayendo los platos. Los niños, un montón, trajinaban las bebidas, corretean por ahí y los dos mayores, uno de ellos el mío, miran el iPod y hablan en plan adolescentes, que al fin y al cabo es lo que son…
Comimos una barbaridad, charlamos alegremente y la noche más corta del año se oscureció regalándonos una velada serena, con estrellas titilantes, una vista maravillosa, una temperatura agradable y una conversación amena y entretenida.
Niños y padres bajaron a la calle con su arsenal de petardos para pasar más de dos horas entretenidos, hasta que llegó la policía en una inspección rutinaria y los invitó amablemente a  terminar la sesión.
Y volvieron al terrado con nosotras para divertirnos con los cohetes de  fuegos artificiales que traían en dos bolsas enormes. Eran bonitos, se elevaban en el cielo y explotaban en una cascada de luces de colores. ¡Me encanta verlos!
¿Quién nos iba a decir que saldría un cohete defectuoso? Lo prepararon para que ardiera hacia el cielo y él decidió desviarse de la órbita y describir una trayectoria descendente que impactó contra el terreno contiguo a la casa, una fábrica semi-abandonada donde se extiende un cañizal lleno de porquería y malas hierbas.
¡Una imagen vale más que mil palabras! El fuego se inició rápido, en menos de diez minutos llegó al límite de la casa y empezó a acariciar furioso la pared de la edificación adyacente. El vecino de nuestro amigo despertó a sus hijos angustiado y los sacó corriendo a la calle. Mi marido llamó a los bomberos con apremio, el dueño de la casa enchufó su manguera y roció con agua lo que pudo mientras las sirenas ululaban a escasos metros…
 La lucha contra el fuego duró una hora. Se necesitaron siete bomberos, mucha agua y litros de paciencia. Tuve una hoguera de San Juan… Pedí un deseo a media noche… Y observé temblando el avance de un fuego peligroso, uno que prendió cerca de una gasolinera… Por suerte nadie sufrió daños.

Increíble la actuación de los bomberos, alucinante verlos trabajar todos vestidos con sus trajes ignífugos, las caretas protectoras, las linternas y aquellas larguísimas mangueras a toda potencia. Mi marido ayudó al primer operativo aguantando su manguera desde el primer piso. El mayor problema fue acceder al recinto vallado donde el fuego ganaba posiciones. Al final conté unos siete u ocho bomberos luchando para erradicar el peligro…
¡No se puede tener un polvorín así cerca de las casas! El señor del terreno debe mantener su espacio dentro de la normativa, porque el fuego se incoó debido al boscaje mal cuidado. ¡Imaginaros que esto pasa en verano por culpa de una colilla! ¡Se quema todo!
¡Pasad un gran día!     

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2 comentarios:

  1. Anda queeee, menudo susto. Menos mal que todo acabó bien y que pudisteis disfrutar la noche.
    Besotes

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    1. La verdad es que fue una suerte que nadie saliera herido... ¡Feliz día guapa!

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