Construcción de personajes

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Ayer fue un día intenso, en ideas, trabajo y horas dedicadas a contestar mil llamadas telefónicas a horas intempestivas. Mi cabeza parece una cafetera a punto de dejar subir el café, tiene mil giros preparados para la trama, prepara las escenas finales e imprime sentimiento a las actuales.
A la vez que avanzo en el desarrollo de la historia necesito hilvanar un poco la tercera novela para llenarla de momentos interesantes.
Lo mejor de la escritura es el contacto directo con dos de mis lectoras beta, nuestras conversaciones por chat cuando me atasco, sus consejos y la manera en la que desmenuzamos algunas escenas para darles la vuelta.


Me apasiona escucharlas, saber cuál es su punto de vista y analizar cada una de sus ideas. Aterrizar en la piel de un personaje con una personalidad muy alejada de la tuya es una de las tareas más difíciles para mí. Yo soy pasional, exploto cuando me enfrento a una situación estresante, y me cuesta ponerme en el lugar de alguien diferente, con una manera de actuar alejada de la mía.
Por eso cada una de las reacciones de mis dos betas más queridas le da color a una parte oscura, me ayudan a clarear los flecos que se me escapan y a conseguir protagonistas con diferentes maneras de actuar.
Una de las mujeres más difíciles de delinear para mí fue Lúa, la protagonista de UUDC. Su carácter reprimido me es completamente ajeno. Jamás sería como ella, me costaría aguantar los prontos y analizarlos con detenimiento, sin dejar traslucir mis sentimientos.


Otra chica difícil fue Aurora en RANP. Traumatizada, angustiada, con mil pensamientos contradictorios y una necesidad imperiosa de querer y ser querida. Volver a sentirme como una adolescente no fue el problema, pero su tendencia a escapar cuando se sentía vigilada, esa obsesión por aislarse en del mundo, su miedo, su manera de amar, tímida al principio e intensa al final.    
Mi actual personaje femenino, Julia, tampoco se parece a mí, pero me encanta su personalidad fuerte, ese arrojo con el que lucha por conseguir sus objetivos sin amedrentarse ante las dificultades. Componer sus reacciones no me supone un reto tan intenso como con Lúa, quizás porque me encanta cómo es.


Recuerdo que en mis primeras novelas, cuando Lola era mi agente, siempre me recalcaba que debía encontrar una manera de rebajar la carga emocional en algunos personajes, no todos pueden explotar o ponerse a llorar en la misma situación. Con el tiempo he aprendido que es cierto y cada vez compenso más los caracteres para que no resulten inverosímiles.
Quizás mi reto todavía no superado es conseguir una narración en primera persona de un personaje masculino. Quizás algún día me lance.

¡Feliz día! J

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