Primera esquiada

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Esta semana es rara… Hoy es miércoles y tengo la sensación de que estamos a lunes. Y encima mañana volvemos a tener fiesta…
Es guay porque al fin he conseguido conectar con la novela para avanzar a una velocidad de gigante. Aunque he cambiado por completo mi idea inicial y se está convirtiendo en una historia muy alejada de cómo la concebí.
Espero conseguir un buen cambio de registro sin olvidarme para nada del romance, la aventura y el final apoteósico para una serie que solo me ha aportado buenos momentos.


Estos cuatro días de fiesta me han dado para mucho. Queríamos estrenar las pistas de esquí y subir a la casa de la montaña, pero nuestros hijos están en una edad complicada para estas pequeñas decisiones. Àlex tenía una fiesta el viernes, Irene necesitaba reunirse con una compañera del colegio para terminar un trabajo de inglés y a nosotros nos daban pánico las colas en la carretera previstas para el viernes.
Como teníamos cuatro días por delante decidimos quedarnos hasta el sábado a mediodía y subir entonces. Perder un día de esquí no nos molestó ya que lo normal en estas fechas son colas, agobio y mala nieve.
El domingo nos despertamos muy pronto para llegar a Grandvalira a las 9:40. Nos temíamos colas en la carretera, dificultades para aparcar, a pesar de que tenemos un sitio secreto frente a una ladera, estrés de esquiadores, largas esperas en los remontes…


Por extraño que parezca no había ni una persona en la carretera ni en Pas de la Casa ni en la pista central ni en ningún lado. Aparcamos con rapidez en un espacio vacío de coches y gente y nos preparamos para esquiar durante horas.
Siempre digo que el esquí es un deporte cansado incluso antes de empezar a deslizarse por las pistas. Ponerte las botas, bajar los esquíes del techo del coche, cargarlos hasta en inicio de la pista…  
El día no era demasiado bueno. Pasamos por todos los estados climáticos posibles: nubes, sol, nieve, niebla y viento… Solo nos quedó la lluvia.
La nieve estaba muy bien por la época, solo me molestó el rato de niebla porque cuando el suelo y el cielo se unen me mareo. El domingo me pegué una gran torta en la pista por culpa de ese mareo. Me alucinó que nadie me ayudara a rescatar mi esquí. Tuve que quitarme el otro y subir andado a por él… Por suerte solo fue un susto.


El lunes tuvimos un día alucinante de esquí, con sol, sin gente, una nieve muy pasable y sin frío.
Ayer pasé el día en Barcelona aporreando las teclas con una intensidad increíble… Escribí dos capítulos, seis mil seiscientas palabras… Es un lujazo cuando mi cabeza colabora…

¡Feliz día! J

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