Un cordero asado

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Vuelvo al trabajo con la ilusión de un magnífico fin de semana en familia. Estos encuentros son el motor para conseguir un sinfín de sonrisas y recargar las pilas necesarias para encarar las funciones laborales con una emoción intensa.
El sábado teníamos celebración en La Cerdanya, en un sitio maravilloso. Un conocido nuestro ha alquilado un local perfecto para esta clase de encuentros, con un jardín precioso, una sala interior recubierta de piedra y un primer piso alumbrado por las enormes vidrieras que se nutren de luz natural.
Mario es argentino y sabe preparar un magnífico cordero asado de la manera tradicional de su tierra. Lo cuelga durante cuatro horas, horneándolo con una brasa natural, de troncos. Mónica, su mujer, prepara la mesa con mimo, cuidando los detalles.
Nos citamos a las doce de la mañana para caminar un rato antes de enfrentarnos a la comilona. El local está en Talltorta, un pequeño pueblo situado cerca de Bolvir, en medio de campos y con la naturaleza exudando emoción a raudales.
Nos decidimos por la ruta más tranquila, recorriendo el camino de asfalto dirección a Bolvir. Empezamos a avanzar con la ilusión de estar juntos y de ver los matices de verde que llenaban las montañas. Se encuentra una plácida sensación de bienestar acompañados por el silencio únicamente roto por los sonidos de la naturaleza.
Al legar a Bolvir, tres cuartos de hora después, unas nubes amenazantes de tormenta llenaron el cielo. Decidimos volver lo más rápido posible, pero veinte minutos después una fina llovizna empezó a repiquetear en el suelo. A medida que pasaban los minutos  la tormenta arreciaba, hasta que nos caló completamente.
Llegamos al lugar de la comida completamente empapados, pero disfrutamos del cordero, la butifarra, las morcillas, la ternera y los pasteles sentados a una mesa perfecta, todos juntos, explicando chistes, escuchando comunicados, charlando alegremente…
De sobremesa mi padre, mi hija y Óscar habían preparado una tarde musical. Los tres tocaron, cantaron y nos ofrecieron un recital digno de reyes. La familia entera llenamos la pista de baile, escuchamos la magnífica voz de Irene y no paramos de mover el esqueleto al ritmo del rock, del twist y de algunas emblemáticas canciones de The Beatles.
¡Gran fin de semana con maravillosa compañía!

¡Feliz día! J

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