Un cordero asado
¡Buenos días! Vuelvo al trabajo con la ilusión de
un magnífico fin de semana en familia. Estos encuentros son el motor para
conseguir un sinfín de sonrisas y recargar las pilas necesarias para encarar
las funciones laborales con una emoción intensa.
El sábado teníamos celebración en La Cerdanya, en un
sitio maravilloso. Un conocido nuestro ha alquilado un local perfecto para esta
clase de encuentros, con un jardín precioso, una sala interior recubierta de
piedra y un primer piso alumbrado por las enormes vidrieras que se nutren de
luz natural.
Mario es argentino y sabe preparar un magnífico
cordero asado de la manera tradicional de su tierra. Lo cuelga durante cuatro
horas, horneándolo con una brasa natural, de troncos. Mónica, su mujer, prepara
la mesa con mimo, cuidando los detalles.
Nos citamos a las doce de la mañana para caminar
un rato antes de enfrentarnos a la comilona. El local está en Talltorta, un
pequeño pueblo situado cerca de Bolvir, en medio de campos y con la naturaleza
exudando emoción a raudales.
Nos decidimos por la ruta más tranquila,
recorriendo el camino de asfalto dirección a Bolvir. Empezamos a avanzar con la
ilusión de estar juntos y de ver los matices de verde que llenaban las
montañas. Se encuentra una plácida sensación de bienestar acompañados por el
silencio únicamente roto por los sonidos de la naturaleza.
Al legar a Bolvir, tres cuartos de hora después,
unas nubes amenazantes de tormenta llenaron el cielo. Decidimos volver lo más
rápido posible, pero veinte minutos después una fina llovizna empezó a
repiquetear en el suelo. A medida que pasaban los minutos la tormenta arreciaba, hasta que nos caló
completamente.
Llegamos al lugar de la comida completamente
empapados, pero disfrutamos del cordero, la butifarra, las morcillas, la
ternera y los pasteles sentados a una mesa perfecta, todos juntos, explicando
chistes, escuchando comunicados, charlando alegremente…
De sobremesa mi padre, mi hija y Óscar habían
preparado una tarde musical. Los tres tocaron, cantaron y nos ofrecieron un
recital digno de reyes. La familia entera llenamos la pista de baile,
escuchamos la magnífica voz de Irene y no paramos de mover el esqueleto al
ritmo del rock, del twist y de algunas emblemáticas canciones de The Beatles.
¡Gran fin de semana con maravillosa compañía!
¡Feliz día! J
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