Un gran día
¡Buenos días! Me levanto con resaca de felicidad. Las
cifras alucinantes de felicitaciones de cumpleaños me ilusionaron, la cercanía
de mis compañeros de trabajo, la emoción de tener a mi familia cerca, las
llamadas… ¡Uauuuu! Estoy impactada por la cantidad de personas que estuvieron
cerca ayer.
¡Trecientas cincuenta felicitaciones en Facebook!!!
¡Increíble! A cada hora aumentaban aritméticamente, como si se multiplicaran
constantemente… ¡Me pasé casi una hora contestando una a una! Y luego vinieron
las felicitaciones vía Whatsapp, en el blog, por teléfono… ¡Ufff! Mi móvil se
quedó dos veces sin batería… ¡Tengo tantos grupos! ¡Tanta gente que demuestra
su cercanía!
Pasé el día genial, traje pastas a la oficina,
bajé con los compañeros a desayunar, mi jefe me trajo un precioso tiesto con
flores y me dijo que cada una de ellas representaba algo bueno que había hecho
durante el año, fui a comer con la oficina al completo a un restaurante
cercano, me cantaron el cumpleaños feliz frente a una vela, pensé un deseo,
soplé…
Y por la noche me fui con mi familia a un
restaurante a acabar de llenar mi barriga de manjares exquisitos. Fue un día
inolvidable, con mil emociones y un sinfín de momentos mágicos.
A veces un poquito de calor de tus allegados y de
personas anónimas consigue arrancarte sonrisas constantes, con la emoción de
caminar acompañada y sin necesidad de agobiarte por los malos momentos.
No hubo propuestas editoriales ni más ventas de
las habituales ni una propuesta para ir a Hollywood… ¡Jajajajaja! ¡De ilusión
también se vive! Pero a medida que el tiempo pasa y descubro la maravillosa
vida que tengo, me percato de lo afortunada que soy y ya no anhelo cambiar nada
ni alcanzar unas metas imposibles.
Si algún día llego al lugar donde moran mis
mayores esperanzas seré inmensamente feliz, pero si no lo hago también lo seré.
Porque lo importante es caminar hacia el destino disfrutando de cada instante,
de cada palabra escrita, de cada personaje…
Recuerdo cuando me sentía sola, cuando pensaba que
nadie me acompañaría nunca en la travesía por el desierto de la escritura… ¡Qué
equivocada estaba!
Últimamente parece que me haya tragado una píldora
de la felicidad, porque sonrío con emoción constantemente, con la serenidad
propia del sosiego interno, sin el agobio de desear lo que no puedo tener y disfrutando
de lo que tengo. ¡Ojalá consiga mantenerme así durante el resto de mi vida!
Gracias por hacer posible mi sonrisa, por leer mis
letras, por estar ahí. ¡Sois increíbles!
¡Feliz día! J
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