El edificio

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! El viernes se presenta como siempre, cargadito de trabajo y con un sinfín de emociones pendientes para el fin de semana. Parece que el frío remite un poquito y que quizás salga el sol… Como mínimo es lo que anuncian en el tiempo para mañana.
No habrá entrada hasta el lunes, últimamente me tomo libres los fines de semana. Quizás cuando regrese la inspiración quiera compartir con vosotros un poquito de mis sábados y domingos, pero en estos momentos me cuesta un poco encontrar temas y palabras para dejar la huella impresa de mi paso por el día.
Ayer el trabajo se complicó, salí tardísimo de la oficina, sin acabar las mil tareas pendientes que parecen luces parpadeantes sobre mi mesa. En estas épocas es cuando necesitaría que los días tuvieran treinta y cinco horas…
Cada mañana paso con mi moto frente al edificio Planeta. Hace años trabajaba justo enfrente, en el Pedralbes Centre. Aparcaba frente a él, lo miraba de reojo y soñaba con entrar en sus fauces con mis manuscritos bajo el brazo, en plan escritora desaliñada y despistada.
Aixxxxxx, ¡qué bonito era pensar de esa manera! Un día me dejé las llaves puestas en la moto y al ir a buscarla había una nota que me decía: «Te he recogido las llaves y las he dejado en recepción del edificio Planeta». Me saltaron dos lágrimas, para mí fue como una señal que nunca se materializó en una realidad.
Eso sucedió hace un montón de tiempo, ha llovido mucho desde entonces, me he hecho mayor, he aparcado esa ilusoria sensación de que la vida es algo más de lo que vemos a simple vista y he madurado tanto que ahora solo miro de soslayo el edificio algunas mañanas, cuando me acuerdo de que está ahí.
¡Ay! Suspiro largo y melancólico. No sé en qué instante del camino di un giro en mis percepciones para descubrir un mundo nuevo ante mi mirada, fue fabuloso sonreír por lo que me envuelve y no pasarme las horas deseando lo que no tenía, un cambio radical en mi manera de encarar las jornadas, un alivio constante.
Esta mañana me he fijado en el edificio Planeta con una mirada curiosa, sin esa esperanza antigua que solía llenar mi mente de metas inalcanzables. Me he imaginado a mi antigua agente traspasar cada mañana esas puertas, llegar a su despacho en alguna planta dispuesta para las editoras de ficción, enterrarse bajo lecturas larguísimas. Entonces me he dado cuenta de que ya hace más de un mes que no tengo noticias suyas, que la vida sigue, que a pesar de su cierre de la agencia yo continúo sonriendo.
Quizás algún día atraviese esas puertas con la emoción de visitarla o nunca llegue un email o una llamada o una comunicación. ¡Qué más da! Lo importante es encontrar alegrías en las pequeñas cosas, compartir momentos con los míos, regalar unas cuantas palabras bonitas a las personas a las que quiero.

¡Feliz día! J

You Might Also Like

0 comentarios: