La magia de la creación
¡Buenos días! A veces tengo la impresión de que el
tiempo corre demasiado rápido, como si no lo pudiera detener en ningún instante
y me faltaran horas para acabar llevar al papel las mil ideas que mi cabeza
teje sin cesar.
Me encantaría tener el poder de Hiro Nakamura en
la serie Héroes y detener los
instantes para observar desde todos los ángulos la escena para luego darle vida
en un papel.
Uno de los retos de la escritura es ponerse en la
piel de un personaje y sentir diferente a como lo haría yo en situaciones
determinadas. Construir sus caracteres es increíble, porque a veces toman las
riendas de la escritura y se amotinan contra mis percepciones.
La personalidad de cada personaje es un misterio
para mí al iniciar la narración. Normalmente tengo un título, una vaga idea de
qué quiero escribir y cosquillas en la piel. Normalmente la trama fluye al
avanzar, sin encontrar obstáculos a parte de mis momentos de falta de
inspiración.
No me es difícil construir una historia ni dejarla
crecer en mi mente ni encontrar conexiones para hacer creíble una trama y que
tenga consistencia, lo que me cuesta más es encontrar las palabras para
describir cada circunstancia. Pero con el tiempo voy puliendo ese déficit.
Nunca renunciaré a explorar hasta límites
insospechados la posibilidad de crear un mundo para mis personajes, de sonreír
con sus ocurrencias, de vivir aventuras más allá de los límites conocidos, de
suspirar durante horas al pensar en ellos.
Esa capacidad de soñar despierta es un don
precioso. Desde niña soy capaz de hacer varias cosas a la vez, mi memoria suele
funcionar como un catalizador y repasa constantemente lo escrito para no dejar
cabos sueltos, dándole una estructura a mis ideas y ordenándolas en el papel
para convertirse en una historia con lógica.
De niña me encantaba leer, me enganchaba a las
tramas con una necesidad imperiosa de descubrir cada escena, como si los
personajes se convirtieran en parte de mí. Era mi manera de evadirme del presente
para explorar mundos lejanos y vibrar con las desventuras de otros.
Al escribir siento esa misma ansiedad, con anhelo
por saber qué pasará a continuación. Por eso no utilizo esquemas ni fichas de
personajes. Me gusta ese hormigueo en la piel que me insta a avanzar para
averiguar cada escena a medida que suceden, como si me sorprendieran.
Esa es la verdadera magia de la creación.
¡Feliz día! J
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