Soñar despiertos

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Parece que nunca me alcanza el tiempo para acabar los mil proyectos que me llenan la cabeza. Ayer pasé una tarde muy agradable con mis compañeros de trabajo y se me iluminó una bombilla de aquellas que no debería encenderse cuando tengo un manuscrito en la cabeza.
Pero ahora creo que ya no hay vuelta atrás…
Cuando llegué a casa me puse un poco de música mientras preparaba la cena para mis hijos, con los sentimientos a flor de piel. Hay algunas canciones que me recuerdan irremediablemente a una escena concreta y soy capaz incluso de llorar, reír o suspirar al escucharlas una y otra vez.


No hace falta cerrar los ojos ni estar estirada ni en un sitio especial, solo necesito dejar vagar la imaginación mientras canturreo en silencio, gesticulando, como si pudiera sentir cada acorde vibrar en mi interior. Es tan fácil como conectar con la música, sentirla y permitirle que cruce el puente entre mis dos mundos para llevarme a un lugar que únicamente me pertenece a mí.
Hace un par de años mi manera de escribir cambió. Aprendí que hay mil estímulos importantes para inspirarme, como la música, las imágenes, las series, las películas, otros libros… Antes un bloqueo me llenaba de ansiedad, ahora me concede la posibilidad de sumergirme en cualquier otra historia para recuperar la chispa de la inspiración.


Quizás era el salto necesario para entender la magia de la creación. La sincronía entre una escena,  una foto y una canción me permite alargar la mano y sentir como si realmente fuera parte de la novela y por unos minutos mis protagonistas salieran de las páginas para mostrarme un mundo lleno de excitantes posibilidades, donde la única titiritera soy yo.
De niña esta capacidad, junto con los mil sentimientos que atesoraba, me llenaba de una manera demasiado intensa como para entenderlo, y mucho menos sabía cómo canalizarlo hacia algo positivo. Las historias me ahogaban, sin dejarme salir a la superficie en muchas ocasiones.


La escritura no solo es algo maravilloso y necesario para mí, es una forma de expresión, un lugar donde moran esos personajes que se convierten en mis amigos durante un tiempo, acompañándome a lo largo del camino y creciendo en mi interior hasta convertirse en parte de mí.
Ojalá esta capacidad para conectar con el mundo paralelo no desaparezca nunca, se quede conmigo y me permita seguir escuchando una canción en bucle para escribir sin medida, darles vida a esos protagonistas que me llenan de emociones y vibrar con cada novela.
¡Feliz día! J

   

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