Un aniversario y una nevada matutina
¡Buenos días! Estoy sentada en mi sillón de la
casa de Estavar, al lado de la chimenea que acabo de encender, mirando por la
ventana algo insólito y precioso, sintiéndome feliz, serena, ilusionada y
absolutamente desestresada. ¡Está todo el jardín nevado!
Me he levantado temprano como siempre, acompañada
por el sonido del Whatsapp de mi hermana que como cada 30 de abril me manda un
mensaje de felicitación por mi aniversario de boda. La verdad es que en un
principio estaba un poco desanimada: mi marido está en un avión rumbo a China y
es mi primer aniversario sin él a mi lado. Pero cuando he bajado las escaleras
al ritmo que mi rodilla operada me permite y he fijado mis ojos en el exterior
una sonrisa inmensa ha aflorado en la comisura de mis labios: ¡Estaba nevando!
Fuera el espectáculo era maravilloso, ¡mirad las
fotos que he tomado con mi móvil! Unos copos enormes cayendo sobre el pequeño
jardín, cambiando la fisionomía verde de la primavera por un manto blanco más
propio del invierno y de la navidad,… ¡Y me he pasado un buen rato sentada al
lado del ventanal, observando la nieve!
Aquí el tiempo parece que transcurre a otro ritmo,
es como si las manecillas del reloj no avanzaran igual que en Barcelona, como
si el paso de las horas no significara nada más que un cambio en el color del
cielo. En esta casa me siento tranquila, soy capaz de aparcar durante unos días
los agobios, la ansiedad, la necesidad de visitar constantemente las redes
sociales, las ventas, el trabajo, el mail…
Hoy hace dieciséis años que me casé. Han sido
dieciséis años fantásticos, con un marido al lado que me ha apoyado en las
decisiones que he ido tomando y ha estado ahí cuando lo he necesitado.
A pesar de que mi círculo no lee y de que mis
novelas las he construido en solitario, mi marido siempre ha creído en mis
posibilidades y me ha animado a continuar luchando con sus palabras y sus
gestos. Cuando empecé enseguida decidió secundarme para comprar un portátil y
cuando ese primer Sony Vaio demostró ser demasiado pesado para que lo carreteara
de arriba abajo, fue él quien sugirió que lo cambiáramos por uno pequeñito que
no pesara.
Y sí,
quizás a veces necesitaría a alguien que quisiera escuchar las múltiples tramas
que mi cabeza teje sin cesar, que me ayudara a desmadejar alguna idea que se
lía sin encontrar el camino, que compartiera conmigo las angustias de los
personajes, las penas y las alegrías. Pero ser feliz con lo que uno tiene es la
mejor opción para conseguir una vida plena, una que nos satisfaga, una que nos
ayude a ver la parte positiva y no la negativa.
Ahora se ha puesto a llover. ¡Qué pena! Eso quiere
decir que en poco rato el manto blanco que cubre el exterior volverá a ser del
color primaveral que le corresponde y que todo volverá a la normalidad. ¡Con lo
bonito que es ver una nevada! El cielo está gris, oscuro, nublado, presagiando
tormenta durante horas.
¡Os deseo un gran día!
¡Qué bueno, Pat! ¡Feliz aniversario! De repente me he sentido mirando por la ventana contigo...
ResponderEliminarHa sido bonito.
¡Gracias Pilar! La verdad es que fue precioso, aquellos copos de nieve cayendo sobre el césped un día que no tocaba, el cielo grisáceo y en paisaje blanco... ¡De postal!
Eliminar¡Pasa un gran día!