¿A qué saben las emociones?
¡Buenos
días! ¿A qué sabe la ilusión? ¿Y la amargura? ¿Y el amor? ¿Y el odio? ¿Y el
deseo?... A veces me pregunto cómo darle una dimensión de sentidos a las
emociones para expresar con claridad las sensaciones que me recorren cuando me
encuentro en una situación concreta. Edificar las novelas con palabras y vestir
a los personajes con frases requiere una solidez de ideas acerca de cómo se
sienten y cómo piensan.
Para
mí la ilusión es como si comiera un plato de chocolate y lo fuera degustando
lentamente, con el sabor dulzón y un poco amargo llenándome la boca. Mmmmm,
sonrío solo con pensar en un coluant o unas trufas llenándome el paladar, la
ancha sonrisa en mis labios y los ojos refulgiendo chispas de emoción son la
prueba viviente de mi ensueño.
La
amargura me recuerda a un limón exprimido, a una tónica (no me gusta nada…), a
un zumo de naranja natural hecho hace unas horas… Levanto el labio superior
hacia arriba y hago una mueca incómoda, como dando a entender que me disgusta.
El
amor es una explosión de sabores de distintas tonalidades, con matices dulces,
otros amargos y algunos potentes y especiados. El corazón se acelera y las
papilas gustativas salivan más que de costumbre, envolviendo cada pedacito de
comida con su pasionalidad. Si las cosas salen bien nos tomamos un vaso de buen
vino y acabamos embriagados… Si sale mal pasamos al apartado del odio o de la
amagura…
Cuando
odiamos nuestra boca se llena de especias picantes, como un buen pellizco de
pimienta de cayena. Soplamos por la nariz y apretamos los puños con fiereza,
deseando que el fuego que nos quema por dentro se escape por la boca. Luego
pasamos a la fase de rabia, una en la que el gusto se empapa de sabores fuertes
como si acabaras de darle un buen trago a un aguardiente.
Mmmmm.
¡el deseo! Volvemos irremediablemente al chocolate… Sentada en la mesa, con
ansias de levantarse e ir a la cocina a darle un mordisco a aquella tableta que
tienes escondida en la despensa, pero con los remordimientos de las calorías
acosándote… Ufffff, te muerdes el labio inferior y suspiras, la boca se llena
de las sensaciones intensas que tendrías si tuvieras un pedacito de la tableta…
Cuando al final te levantas y lo saboreas sonríes con emoción mientras tu boca
se llena de felicidad.
¿Y
a vosotros? ¿A qué os saben las emociones?
¡Feliz
día! J
Que bonita es tu entrada de hoy! Un beso: M.
ResponderEliminarJejejeje, ¡gracias guapa! :-)
EliminarPues... a mi me gusta el chocolate con sal ;)! La amargura forma parte del amor.
ResponderEliminarSip! Eso de la amargura a veces es lo que hay... ¡Pero también tiene mucho chocolate!
EliminarMuy buen artículo, Pat.
ResponderEliminarUn placer leerte.
Saludos.
¡Gracias Pilar!!!! ¡Un beso! :-)
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