Fin de semana...
¡Buenos
días! Es viernes… Para mí el mejor día de la semana… Siete horas intensivas de
trabajo y fin de semana, dos largos y preciosos días para continuar con mis
escritos, con la tranquilidad que otorga el no tener más obligaciones que las
familiares y la ilusión por descansar.
Este
fin de semana me lo tomo de vacaciones del blog… ¡Hasta el lunes no hay
entrada!
No
me iría mal encontrar el interruptor de ayer y pasarme el fin de semana vegetando
sin más, pero creo que va a ser que no. Aunque debería obligar a mi cabeza a
decidir cuál de las historias que elabora es la que debo escribir.
Tengo
ELE a medias, Júlia es una mujer interesante y su padre un hombre con un pasado
intenso… Y la nueva idea, con tintes romanticones… Ufff, es que me gustan las
dos. Casi podría intentar escribir a dos manos, aunque quizás acabaría loca o
con dolor de cabeza.
Ayer
tuve una comida súper interesante. La vida no deja de sorprenderme, lo que
antes me parecía doloroso ahora es agradable… Ya no pienso que mi futuro esté
entre letras, sé que mi faceta profesional es intensa y que tengo facilidad en
ella. Cada día tengo más responsabilidad, con mayores funciones y con un grado
de implicación elevado. Y no, no es un camino de rosas, pero es un trabajo.
Me
gustan estas comidas agradables, con conversaciones dispares y una valoración
de mis novelas. Pasó a la historia cuando solo esperaba un: «¡la he colocado!».
Ahora mi único anhelo es saber si he conseguido enganchar con mi último
manuscrito.
Está
claro que EDP es una novela para un público más joven. Quizás tiene una trama
un poco previsible, pero la tensión entre Jessie y Noah acaba convirtiéndose en
una odisea que nos lleva a descubrir secretos del pasado. Y quizás el que más
atormenta el lector es el de la madre de Jessie…
No
consigo alejarme de los crímenes, los serial
killers o las personas con instintos asesinos. No sé, a veces pienso que en
otra vida debí ser una persona violenta, porque a veces se me ocurren unas
cosas…
Jejeje,
cuando escribía La Baraja y cogía un
cuchillo de la cocina mi marido me decía: «¡das miedo!». Claro, el Asesino de la Cuneta apuñalaba a sus
víctimas con un cuchillo… Pero en el fondo soy buena e incapaz de matar ni a
una mosca. Si cuando veo una araña en mi casa de la Cerdanya llamo a mi hijo o
a mi marido para que se ocupen de ella…
¡Pasad
un feliz fin de semana! J
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