Mañana.....
Mañana se celebra el día del libro, ¡Sant Jordi! Cuando era pequeña era un día especial para mí. Cada año presentaba un escrito al concurso literario de mi escuela con la esperanza de que mis sueños se hicieran realidad. Y cada año, mientras iban concediendo los premios a mis compañeros, yo esperaba en vano que se descubrieran mis dotes literarias. Pero, ¿quién iba a conceder un premio a un escrito plagado de faltas de ortografía y con una letra inteligible? ¡Siempre me iba de vacío! Sin embargo, nunca me rendía y lo volvía a intentar año tras año. Siempre pensé que si trabajas duro en algo al final llegas a tu meta.Y aquí me tenéis ahora, ilusionada porque Sant Jordi cae en Semana Santa y no lo voy a pasar en Barcelona. Porque durante muchos años he trabajado con ahínco para llegar a una meta que nunca llega y caminar por mi ciudad un día tan especial como mañana me produce una angustia indescriptible. Al contemplar las paradas con autores firmando libros me siento empequeñecer y la pena me va invadiendo. Es como si lo que he deseado tantos años se convirtiera en un dolor físico que me estruja el corazón y las tripas. Soplo al caminar por la librería, como si enfrentarme a los manuscritos encuadernados de otros autores, listos para vender, fueran la prueba palpable de que yo sigo en el banquillo, escribiendo para nada, luchando por un imposible.
¡Así que me alegro de estar fuera! ¡De caminar por las montañas! ¡De no tener que ver ni sentir lo de los últimos años!
Cuando vencí los miedos que me producía mi disortografía y decidí plantarle cara a los antiguos consejos de mis profesoras, estudiando y superando mis deficiencias gracias al tesón y al trabajo duro, nunca imaginé que llegar a publicar un libro fuera una tarea tan difícil. Mientras escribía mis tres primeras novelas no me paré a pensar en ello, simplemente me dejaba llevar por la intensidad de las emociones que despertaba en mí plasmar los mundos imaginarios que mi mente se encargaba de crear desde pequeña. ¡Fue mágico! ¡Algo que me producía una inmensa felicidad!
Ahora llevo más de seis meses sin sentir esa felicidad al escribir y al leer. Ni leo ni escribo demasiado, sólo en este blog dejo que las palabras se queden impresas en un papel y de tanto en cuando retomo mi novela. Escribir en el blog me gusta, es agradable volver a sentir las cosquillas al crear algo y terapéutico compartir mis experiencias con quien quiera leerlas, sin necesidad de darles una coherencia temporal ni una consistencia necesaria para constituir una historia. Tan sólo debo pensar en qué me inspira ese día y dejarlo fluir.
De todas maneras, creo que es importante para la industria editorial que la gente salga a la calle y compre libros, que lean, que se impliquen. Cuanto mejor esté el sector más probabilidades tendré de alcanzar mi meta algún día. ¡Así que mañana todos a comprar!
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