¡Oda a mi hermana!!!!
Falta muy poquito para que se cumplan dos meses de la chocante muerte de Alberto, el chico que vivía con mi hermana desde hacía cuatro años. Así que hoy voy a abandonar por un momentito las alusiones a mi trabajo y centrarme en admirar el coraje con el que Carla ha encarado el gran reto de quedarse viuda a los 32 años.
Todo empezó una tarde de febrero, cuando mi cuñado se fue a caminar por la Carretera de les Aigües (en Barcelona) y decidió cortar por una trialera, una de tantas donde los ciclistas, los motoristas y los caminantes remontan la montaña sin imaginarse los peligros que esconde. El suelo estaba fangoso por las lluvias que habían caído los días previos, tan fangoso que cuando Alberto pisó en una zona en concreto el barro se lo tragó. Cayó en un pozo natural de 10 metros de profundidad porque el suelo se había hundido a su paso. La providencia le proporcionó la fuerza de voluntad suficiente como para recomponer el móvil, que se había partido en la caída, y llamar a mi hermana para que avisara a los bomberos. ¡Lo increíble fue que tuviera cobertura!
Tras un rescate difícil, la zona era un tanto inaccesible para los bomberos, un desmayo de mi hermana y muchos nervios, mi cuñado llegó al hospital. Dos días después fue trasladado a otro, donde le operaron el pie y le estiraron en una cama a la espera de que sus cinco roturas de cadera fueran soldando. Hasta aquí es una historia increíble, pero con un pronóstico favorable. Fueron dieciocho días de cama en el hospital sin poderse mover ni un ápice, con el consiguiente trastorno para la vida de mi hermana y de su suegro, quien, al vivir en Madrid, y gracias a estar jubilado, tomó el AVE y se instaló en Barcelona.
Ahora empieza la parte surrealista: de repente Alberto se empezó a encontrar mal. Durante dos días seguidos no paró de quejarse de dolor en los intestinos y en un glúteo. Y la madrugada del segundo día un paro cardíaco se lo llevó a la UCI. ¡Tenía una bacteria de hospital! ¡Una de esas que mata en cuestión de horas! Y esa misma tarde falleció.
Ahora quiero alabar a mi hermana, quien, en vez de caer en un pozo más profundo que él, ha sabido encarar el dolor con una entereza envidiable y ha decidido continuar con su vida capeando el temporal que azota en su interior. La he visto llorar en muchos momentos, experimentar picos de ansiedad, descomponerse al recordar. Pero también he logrado arrancarle una sonrisa, un comentario alegre y una promesa de recomponer los pedazos rotos de su interior.
Desde aquí le envío toda mi fuerza, mi cariño y mi consuelo. ¡Eres una luchadora, Carla!
No tinc paraules, gràcies
ResponderEliminarDe res preciosa!!!! Muack!!!!
ResponderEliminarHas ayudado mucho a Carla. Gracias Pat.
ResponderEliminarPapá.
Carla, has demostrado una entereza imprezionante, como diría Jesulín! Sigue así y apóyate en tu familia y en tu hermana Pat que te quiere un montonazo.
ResponderEliminarBesos!