Escribir, un extraña vocación...

11:11 Pat Casalà 4 Comments


¡Buenos días! Hoy parece que no voy a poder tumbarme al sol con mi Kindle y disfrutar de unas horitas tranquila en me pequeño jardín. El sol me aporta vitaminas, serenidad, alegría, sonrisas y un montón de emociones positivas. ¡Es como si recargara las pilas de la ilusión!
Escribir es un proceso extraño, muchas veces me pregunto de dónde me viene esa necesidad de contar historias, de permitir que unos personajes desconocidos cobren vida y se trasladen al papel a través de las pulsaciones en el teclado…
Cuando cualquier artista crea, su mente funciona de catalizador, inhibe las percepciones exteriores y se sumerge en su mundo paralelo para plasmar ese otro universo en su obra. Se nutre de sus experiencias personales, de sus lecturas, de sus visitas a museos, de la realidad que lo envuelve, de la tele, el cine, los ordenadores,… ¡Hay tantas influencias!
Caminar por la calle puede convertirse en toda una aventura si quieres ver más allá de lo que percibe tu vista. El andar de una persona te puede dar alguna pista acerca de su carácter, la cara tensionada de alguien pie a una historia de enfados, las lágrimas en un transeúnte una escena dramática, escuchar conversaciones ajenas puede dotar de verosimilitud tus diálogos…
Vivencias, niñez, observación, momentos y personas conforman un bagaje emocional que nos ayuda a plasmar en una obra todos y cada uno de los retazos que nos convierten en un ente pensante con recuerdos, anécdotas y mucho que contar.
Supe que quería ser escritora desde que me dijeron que la única manera de vencer mis limitaciones con la lecto-escritura era leer. En las páginas de los libros encontraba algo que le faltaba a mi vida real, vivía en la piel de otros, analizaba cada uno de los finales, sentía emociones intensas, momentos mágicos, amores imposibles. Entendí enseguida que aquellas horas posteriores a la lectura que dedicaba a cambiar la historia como a mí me gustaba, a recomponer las partes del argumento que consideraba flojas o a diseccionar los manuscritos ajenos era un grito de claridad en mi mente: yo quería ser la autora de muchísimas novelas, quería que la gente vibrara con mis tramas y no dejar nada al azar, construir mis propias historias, dotarlas de emoción y que ocuparan un espacio en las estanterías.
Ese acto consciente de saber qué quería en la vida fue una revelación. Tras veintiséis entrevistas a escritores de diversas temáticas y ámbitos literarios me he percatado de algo importante: cada uno de nosotros toma consciencia de su vocación en instantes diferentes. Los hay que como yo lo supieron de pequeños, pero también hay algunos a los que un hecho concreto les ha llevado por la senda de la creatividad escrita.
Esa vocación que nos impulsa a escribir, a contar, a estructurar, a pasarnos todas las horas libres frente a una pantalla o un folio o una máquina de escribir para llenar la blancura con palabras es algo mágico, un proceso mental complejo, uno que no aleja muchísimas veces de la realidad y nos impulsa a viajar con la mente a otros lugares lejanos e inaccesibles por nuestros seres queridos.
Por eso decimos que escribir es una tarea solitaria, quizás por esa razón las horas en las que escribo mejor son las que lo hago en silencio o en soledad, cuando consigo aislarme en un reducto olvidado de mi existencia y aterrizo en la mente de los personajes, en el ambiente cargado, tenso, feliz o ilusionado que los envuelve, en sus palabras, en sus gestos, en sus deseos.
Recuerdo cuando de pequeña me dedicaba a imaginar la vida de los escritores de éxito, aquellos que llenaban mi cabeza con mundos imaginarios y me proporcionaban la fuerza para encarar mi día a día. Para mi mente infantil eran personas maravillosas, con un corazón inmenso y un deseo de ayudar a los demás que los impulsaba a crear obras maravillosas. ¡Era una visión idealista de la realidad!
El idealismo mueve mi vida. A pesar de que en el mundo real las personas buscan constantemente dobles sentidos en las palabras o en los gestos de los demás. A pesar de que en el mundo de la literatura muchas veces encuentras a personas dispuestas a todo por mantener su lugar en la cima de las ventas, a pesar de enfrentarme a muchas situaciones dolorosas y duras, sigo creyendo en esa buena fe que se extrae de las páginas de La Luna de Ónixon, en esa bondad inherente a todo ser humano que le proporciona un conato de ilusión.
Desear, pensar, vivir y soñar son las bases de la quimérica felicidad que todos buscamos durante años. Aunque hay instantes de dolor al descubrir la máscara que ocultaba las verdaderas intenciones de alguien a quien apreciabas o enfrentarse a una realidad que no has visto porque en tu interior no cabe esa posibilidad.
Quiero, deseo, vivo y anhelo que disfrutéis con mis palabras, con mis frases, con mis tramas. ¡La vida hay que vivirla a tope! ¡Exprimir cada momento con energía! ¡Traspasar los límites que nos retienen en un lugar para llegar a la cima!
¡Me voy a vivir mi día a tope! ¡Feliz domingo! J


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4 comentarios:

  1. Desde luego que por este lado puedo asegurarte que disfruto con todo lo tuyo. El comenzar la mañana con tu nueva entrada y tus buenos días en Twutter ya es algo que sigue al café y el cigarrillo nada más levantarme.
    Lo disfruto porque es un chute de optimismo y jovialidad.
    Feliz domingo.

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    1. ¡Pues besos, abrazos y una dosis de optimismo para ti! BESOSSSS

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  2. Desde luego los que estudiamos económicas, con ese otro yo interior que deseaba crear obras de literatura no cejamos en nuestro intento nunca. Me encanta que exista gente que a pesar de la crisis y los pesares que inventemos quiera publicar. Te invito a pasar por mi blog http://elhpc.blogspot.com.es/ donde pasan cosas parecidas y quiero al menos ahora escuchar opiniones.

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    1. ¡Un gran blog! En cuanto tenga un poquito de tiempo te doy opiniones, ¿vale? ¡Feliz día!

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