Uffffffffff

7:07 Pat Casalà 4 Comments

      ¡Buenos días! Hay momentos en la vida que cuesta quedarse quieto esperando, con la sensación de que las horas encadenan un montón de segundos angustiados y ansiosos, con la mirada puesta en el teléfono, deseando que emita un sonido anunciante de un mensaje.
      Cuando era joven y empezaba una relación me sentaba frente al aparato de mi casa con la necesidad absoluta de escuchar el timbre. No existían los móviles ni Internet ni nada que me acercara remotamente a monitorizar a la otra persona, sencillamente tenía el teléfono fijo y la sensación de que si no sonaba me moriría de desesperación.
      Le animaba con un: «suena, suena, suena ya». Las palabras me salían atropelladas, con un deje de hiperventilación. Mi corazón parecía un tambor aporreando la selva en mitad de la noche y sudaba a mares.
       Me recuerdo sentada en el sillón frente a la mesilla, con el alma en vilo y una obsesión casi enfermiza con ese sonido que no llegaba.
      Algunas veces el timbre del teléfono me sobresaltaba, entonces alargaba la mano temblorosa para contestar con un hilo de voz casi invisible. Si era él las lágrimas se encargaban de llenarme los ojos mientras intentaba recuperar el aplomo perdido. Si contestaba una persona ajena a mis pensamientos la frustración desencadenaba un sentimiento incómodo. Le hablaba educadamente, pero con el regusto amargo de la decepción. Y mientras la conversación con otro miembro de mi familia se desarrollaba yo pensaba: «cuelga ya, si llama estaré comunicando».
      ¡Qué tiempos aquellos! Todos hemos pasado por situaciones similares en la juventud y al final hemos conseguido salir a flote…
      Al ser una persona altamente imaginativa y que tiende a pensar demasiado mi mente inventaba constantemente ideas acerca de qué hacía él, de cómo eran sus pensamientos y de cuándo decidiría llamarme… Ufffffff, ¡era una tortura! Suerte que mi vida sentimental está perfectamente encaminada y este año cumpliré la mayoría de edad en mi matrimonio…
      Soy de la opinión que la incertidumbre es el peor estado en el que podemos vivir. Más vale un “no” rotundo que un “a lo mejor”. Por eso las situaciones en las que me toca esperar acaban convirtiéndose en una odisea de inquietudes y ansiedades.
      Tengo una idea para otra novela, aunque primero me gustaría terminar ELE. Estoy convencida de que esta tensión que acabo de plasmar en la entrada de hoy puede darme pie a una historia interesante, una parecida a EDP. Quiero que mis escritos sean intensos, que el lector desee continuar leyendo, con el anhelo de saber qué pasará a continuación. Y estoy en una etapa romántica, con ideas locas acerca de las relaciones…
      ¡Feliz día! J

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4 comentarios:

  1. La espera desespera si, pero facilita la reflexión. Pat no es lo mismo tener 18 años a tener unos pocos mas, las cosas se ven de otra manera. La percepción del amor cambia, así como los anhelos y deseos van cambiando con los años. Lo que no cambia es la sensación de cosquilleo que sientes al conectar con alguien, es una agradable sensación que se mete en tu piel como dice aquella canción...

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    1. Sí, quizás yo solo recuerdo cuando era una teenager... Claro, conocí a mi marido con dieciocho y me casé a los veintitrés...

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  2. Por cierto EDP me está gustando...

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