Brillando
¡Buenos días! Hoy el sol
brilla con una emoción intensa, parece que se prepara para un magnífico sábado
de primavera de aquellos que te inducen a sonreír sin parar.
Parece mentira cómo el
tiempo influye en mi estado de ánimo. Cuando la lluvia y las nubes amenazan con
su textura húmeda mi corazón se apaga, como si fuera una bombilla decrépita que
cuelga de un techo desconchado. En cambio con el sol soy un halógeno firmemente
incrustado en un lugar brillante.
Escribir, sentir que los
personajes crecen en mi interior, imaginar, acompañarlos por intrincados
laberintos y emocionar a mis compañeros de trabajo con el resultado, es algo
mágico. A mí me encanta hacerlo en soledad, acompañada de la música que suele
ser repetitiva y lenta, con una taza humeante de una infusión especiada y la
visión de un día claro.
Antes creía que solo podía
decidir un género de novela para deambular por él en mis horas de ocio, ahora
sé que se puede evolucionar y tocar muchas teclas para conformar un bagaje de
manuscritos de diversa índole.
Al fin he llegado a las
novelas que de niña pensaba que serían las que yo escribiría. Me gusta el rosa
pastel, llevar los hilos de los protagonistas de manera que su historia de amor
traspase las páginas para emocionar a alguien, quién más da quién…
Es curioso cómo algo que
antes pensaba que era esencial ahora descubro que es trivial. Lo importante, lo
que realmente trasciende de mi adicción a las historias es la emoción que
subyace de cada párrafo, mis sentimientos intensos al darle forma a una
situación que me intriga y me desvela.
¡Qué bonito se ve el cielo
desde mi ventana! Quizás Iris y André lograrán descubrir ese misterio familiar
que les intriga, puede que su atracción sea fruto del Destino, es posible que
sean felices… Seguro que hoy logro escribir un trocito de sus andaduras por
Nueva York, tengo los sentimientos a flor de piel y la ilusión como compañera.
Ayer hablaba con una amiga
acerca del cansancio que arrastramos de esperar a que la vida nos otorgue una
oportunidad en el mundo literario. Agota saber que alguien está leyendo tus
novelas para valorar si se editarán o no, estresa si se lo permites.
Hace tiempo que decidí
aparcar esa obsesión, que renací de mis cenizas cuál Ave Fénix para dedicar mis
horas libres a novelar los mundos paralelos que conviven conmigo desde niña.
Ahora aporreo el teclado para sentirme feliz, ya no hay un cielo imaginario
esperándome, solo mis personajes, mis historias, el portátil, la música y yo.
¡Qué lejos queda aquella
web que pedía! Ayer recordé el soyidiota.com, mis desvelos y frustraciones
absurdas… Es tan sencillo dejarse llevar por los sueños rotos, aunque cuando
recompones las piezas consigues caminar de nuevo con tanta emoción…
¡Feliz día! J
Es evidente que no a todos nos mueven los mismos intereses o ideales. Considero que no se es mejor o peor escritor por la cantidad de libros que se puedan vender. Es evidente que hay quienes venden muchos libros sin ningún valor literario y lo que es lamentable es que la mayoría de las editoriales se presten a públicar los libros solo por las posibles ventasy, por tanto, los pingües beneficios sin importarles lo más mínimo la calidad literaria.
ResponderEliminarEn cuanto al escritor que lo hace pensando en esos mismo intereses, considero que por muy bien que se sepa expresar, deja evidencias de que carece lo lo más elemental: tener madera de escritor, es decir, escribir por sentir necesidad de expresar lo que le nace dentro con la intencion de hacerlo público sin importarle en absoluto el plano económico.
No soy amigo de citar a grandes autores; pero hoy, voy a hacer una excepcción. La obra de Gustavo Adolfo Bécquer se editó de manera postuma, y gracias a que un íntimo amigo suyo consideró que su obra no podía morir sin que esta se hiciese pública.
Para mí un escritor es quien necesita escribir sus historias... No importa si es inédito o publicado, lo importante es saber que tiene la facilidad de crear tramas en el papel. ¡Feliz día!
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