Sol, tranquilidad, descanso...
¡Buenos días! Sol,
tranquilidad, horas de descanso y una novela que fluye despacio, con
sentimientos encontrados que vapulean mi interior y una historia intensa. Me
gusta el lugar donde me ha llevado la corriente, la manera en la que las
lecturas de un pasado remoto se ocupan de dirigir mis ideas actuales.
Ayer fue un día de
emociones, con amigas que se van, otras que regresan y charlas larguísimas a la
vera de una comida interesante. De las últimas reuniones de mediodía extraigo
conclusiones difíciles de acatar. Cuesta un mundo despegarte de tu zona de
confort para embarcarte en un rumbo incierto, sin tener claro qué te depara el
mañana ni trazar un esquema del futuro.
Para avanzar hay que
arriesgarse, aunque te cueste un ataque de ansiedad y signifique vencer el miedo
a lo desconocido. Más vale un salto al vacío que no moverse del sitio donde te
sientes a salvo. No se sabe qué hay bajo tus pies cuando te decides a cerrar
los ojos y lanzarte por un precipicio, puede que encuentres un colchón que te
recibe con los brazos abiertos…
Llevo demasiados años
anclada en una cala donde el agua es serena, con una calma chicha que ahoga de
calor y no permite que el barco surque los mares. He hecho algunos amagos de
capitanear el timón que han acabado por mover unos metros la embarcación, pero
no es suficiente.
Cada día recibo más
propuestas para buscar alternativas diferentes a las comunes, pero sigo con un
resquicio de miedo a lo desconocido, con la sensación de que estoy bien en mi
espacio, de que quizás esta vez las cosas fructifiquen. Aunque la evidencias
son otras…
Hace sol, tengo a mi marido
en la otra punta del mundo, a mis hijos durmiendo apaciblemente en sus camas y
una mañana entera para dedicarla a lo que me apasiona de verdad. Quiero acabar
DUO cuanto antes para corregir antiguos manuscritos y decidir si van a ver la
luz algún día de una mano o de otra. Se acabó el permitir que acumulen polvo en
el ordenador.
El día de Sant Jordi caminé
por las paraditas donde varios escritores conocidos firmaban sus libros. Había
cola en algunos y nadie en otros, cosa que me demostró la cara amarga de la
moneda. ¿Y si te pasa eso? ¿Y si consigues publicar y nadie viene a comprarte
el libro?
Antes veía a los escritores
como unas personas diferentes, grandes, inconmensurables. Ahora sé que somos
gente normal, con nuestras vidas cotidianas, nuestros trabajos, nuestras
familias y un sinfín de creatividad asomando por las frases que tejemos en el
papel.
Hay que enfrentarse a las
variables, no dejarse llevar por el miedo o la envidia o la egolatría. Lo mejor
es saber dónde te metes y no esperar demasiado, permitir que sea el tiempo
quien te muestre los serpenteos para que los vayas afrontando a medida que se
presenten.
¡Feliz día! J
¡Vaya! "No sé porqué, pero me recuerdas bastante a Juan Palomo".
ResponderEliminarEs evidente que tratas de transmitir algo que tus propias palabras contradicen: ellas intentan seguir fieles tus intenciones; pero, sin embargo, dejan evidencias de frustración, resquemor... En fin, mi comentario es con respecto a lo que percibo entre líneas.