La soledad

9:09 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Sigue el clima primaveral… ¡Qué ilusión me hace mirar por la ventana y descubrir el cielo iluminado por un sol intenso! En los días claros el sonido del silencio es distinto, como si los rayos solares consiguieran transmitirle su paz. Incluso los olores son serenos…
Mi mente funciona con energía solar, cuando absorbe una gran cantidad de ella se interna en maravillosas historias con giros inesperados y sensaciones excitantes. En cambio, con la lluvia y el mal tiempo se queda inerte, sin ideas, yermo de tramas interesantes.
De pequeña idealizaba la figura del escritor. Para mí era una persona solitaria que se encerraba en su estudio al margen de la vida cotidiana para llevar a su mente a hilvanar las mil novelas que le ametrallaban durante las noches en una cabaña perdida en algún lugar aislado.
Me imaginaba a mí misma en un salón con chimenea, calentándome las manos antes de lanzarme a escribir a la antigua una historia. Lo hacía con mi pluma granate, aquella que mi padre me regaló a los once años y que acabé perdiendo cuando aparecieron los ordenadores.
A medida que los años avanzan descubro cuán alejada estaba esa imagen de la realidad. Para mí los escritores publicados eran personas increíbles que estaban por encima de las normales. Tenían la capacidad de llegar al público, de compartir con él sus ideas, de pasarse el día inmersos en los manuscritos que no paraban de crear.
He de admitir que la soledad y el aislamiento mejoran notablemente la inspiración. Hace años lo experimenté mientras escribía El Secreto de los Cristales y el final de La Baraja unos meses de julio en mi casa de la montaña. Entonces todavía creía que era posible dedicarme únicamente a escribir.
Esos días de dedicación exclusiva a las letras, con mis hijos en el casal de Llívia durante cuatro horas al día y las tardes en la riba del río aporreando las teclas con frenesí, descubrí el poder de la soledad, de la naturaleza, de la serenidad que aporta un lugar lleno de parajes increíbles y sin demasiadas obligaciones.
Durante años creí que esa soledad inherente al acto creativo era una lacra. A veces pensaba que mi familia no me entendía o no me escuchaba lo suficiente. Ahora valoro positivamente la libertad que me otorga el sentarme frente a la pantalla y permitirle a mi mente hilvanar historias. Ya no pesa estar sola ante los manuscritos, lo disfruto, es parte de la esencia de crear.
Ayer me propusieron que reactivara mi lucha en los medios para vender novelas, que buscara la manera de regresar a la idea de vivir de las letras. Sé que debería escuchar, que cuando El Secreto de las Cuartetas sea una realidad en papel deberé esforzarme por reactivar las acciones de marketing, pero antes de nada he de calibrar el efecto en mi psique de esa acción. Con lo tranquila y feliz que estoy ahora…
¡Feliz día! J


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