¿Monje o demonio?
¡Buenos días! Último día antes de vacaciones… ¡Qué ilusión! Tengo
tantas ganas de colgar los hábitos de trabajo que no sé si voy a rendir durante
la jornada. Aunque, pensándolo bien, si no me apuro no podré irme, así que
mejor me centro, aparco las ganas que tengo de no atender a mis obligaciones y
me voy al despacho con una buena dosis de energía positiva.
Tengo que tomar bastantes decisiones importantes para avanzar en
la dirección correcta. Hay momentos en los que desearía iniciar algunas ideas
de las que me acompañan últimamente, pero entonces aparecen dos figuras
antepuestas que me susurran al oído.
Mi demonio particular me exhorta a continuar con mis sueños y
trabajar para alcanzarlos. Sus murmullos a veces me tientan, me dice que quizás
debería aparcar mis ideas y centrarme en escribir para que algún día pueda
vivir de la literatura.
Luego está el monje budista que analiza la realidad para avisarme
de que no puedo regresar al punto anterior y pasarme el día esperando algo que
quizás no llegue nunca. Sus cuchicheos ahogados me instan a lanzarme a la
piscina para hacer realidad otras ideas.
Y yo estoy en el medio, vapuleada por esas realidades
contradictorias, tentada de creerme capaz de dedicarme a lo que me apasiona,
pero consciente de que no podrá ser… O como mínimo no en un futuro próximo.
Tiendo a racionalizar cada instante, a buscar una manera de
encuadrar las cosas en un orden programado y a no dejarme llevar por la
corriente. Me gusta saber cuál es el suelo por el que piso, darle una
continuidad a mis acciones y conocer de antemano los riesgos implícitos en cada
una de ellas. Por eso le doy tantísimas vueltas a cada pensamiento que me surge.
La escritura es un medio para plasmar cualquier idea que se me
pasa por la cabeza sin rendir cuentas a nadie. Es tan fácil… Solo necesito un
ordenador y mis ganas de novelarlas… Me encanta esa sensación de libertad para
cambiar las cosas a mi antojo y experimentar futuros inciertos sin que afecten
realmente a mi presente.
Así que estos días encararé un debate abierto entre el demonio y el
monje, a ver cuál de los dos tiene argumentos con más peso…
¡Feliz día! J
Perdona por mi atrevimiento; pero hay algo en mí que me impide seguir en silencio después de leer tu día a día: Sí todo lo que manifiestas en este blog es meramente con la intencionalidad de mantener la posible audiencia. He de quitarme ante tí el sombrero y decir con voz altiva que ¡Chapó! Pero sí realmente así es como vives, en ese caso, no me queda otra que compadecerme de tí y hacerte una pregunta ¿realmente crees que te merece la pena seguir así el resto de tus días? Estoy más que convencido que de seguir así, tu mente se resentirá, y por desgracia para tí, no tardando mucho. Por último, a modo de consejo, recuerda que una retirada a tiempo puede ser equiparable a una victoria.
ResponderEliminarBuenos días Francisco. No es un atrevimiento, cada persona tiene su manera de ver las cosas y derecho a expresarlas. Si quisiera ganar lectores para el blog no escribiría cada mañana a las seis antes de irme a trabajar, lo haría con más tiempo, pensando con antelación el contenido de las entradas y sin dejarme llevar por mis pensamientos matutinos. Hace años me propuse escribir cada mañana y así lo hago, sin buscar nada más que compartir mis inquietudes. Y sí, soy dual, pienso demasiado y le doy muchísimas vueltas a las cosas, pero soy feliz porque me acepto tal y como soy, que en el fondo es lo importante, ser capaz de vivir contigo mismo. Y si mi cabeza es hiperactiva, pues convivo con ella sin perder la sonrisa. ¡Te deseo unos felices días de Semana Santa!
EliminarUno de los castigos más grandes que el ser humano se puede autoimponer es convertir en obsesión un anhelo.
ResponderEliminarAntes estaba obsesionada con publicar, nunca lo he escondido. Ahora solo le doy vueltas a la situación y valoro otras opciones, pero ya no me angustia llegar a las librerías. ¡Feliz día!
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