¿Letras o ciencias?
¡Buenos días! El sol quiere
irrumpir con fiereza en un cielo azul y nítido. Estoy feliz, a pesar de las mil
historias de trabajo diarias que me ocupan, sonrío. Me encantan los días
azules, con luz y llenos de ilusión.
Ayer trabajé hasta las siete y
media sin descansar más que unos minutos, pero cundió, por fin desencallé
algunos de los temas pendientes y fue tan productivo que me fui a dormir con
una mezcla e sensaciones. Estrés por tanto esfuerzo y satisfacción por el
trabajo bien hecho.
Hoy tengo un largo día por
delante, espero aprovecharlo para avanzar sin tregua, con la emoción de saber
que las cosas encuentran su cauce. Supongo que a mediados de esta semana
recobraré el ritmo de escritura necesario para darle un empujón a la novela.
Vivir sin las presiones
autoimpuestas de antaño me reporta una serenidad extrema, es perfecto dedicarme
a los manuscritos solo cuando tengo verdaderos deseos de hacerlo. Aunque ayer
me había propuesto dedicarme un par de horas a la escritura y no a trabajar en
casa el resto de la tarde…
En estos últimos años de
dedicación parcial a los números y a las letras he encontrado un perfecto
equilibrio entre las dos partes de la balanza. Me gusta cuadrar balances,
presupuestos, desviaciones… Los Excels llenos de retos me parecen emocionantes,
desentrañar cualquier error que hay en ellos, encontrar la manera de equilibrar
los gastos, de rascar para descubrir cómo mejorar las expectativas de
resultados es gratificante.
Cuando mi cabeza se adentra en
las emocionantes historias que invento descubro otra emoción distinta, una que
me lleva a explorar mundos desconocidos, donde queda inmersa en las
personalidades de personajes irreales a los que puedo dotar de emociones.
Supongo que ser géminis ayuda a
vivir intensamente esas dos facetas encontradas de mi vida. Antes creía que era
importante elegir una de ellas, ahora sé que la convivencia entre las dos
consigue levantarme esa sonrisa matutina que ahora me acompaña.
Con la edad te templas, miras
atrás y descubres la estela de tus logros, aunque sean pequeños. Ya no soy
aquella idealista que soñaba con quimeras imposibles, pero no he perdido el
rumbo de mis ilusiones ni aquella emoción intensa a la hora de intentar
alcanzar mis sueños.
Gracias por acompañarme en el
camino.
¡Feliz día! J
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