Vienen y van...
¡Buenos días! Por fin pasó el
martes y todos los nervios acumulados durante días se relajaron. No vale la
pena angustiarse por cosas futuras, luego no suceden como me temía y siempre
son más tranquilas.
Pasan los días y sigo sin las
galeradas de El Secreto de las Cuartetas,
prometidas para finales de la semana pasada o principios de esta. Estoy
contenta con la apuesta de Javisa23 por mi novela, pero también cansada por
tanta espera infructuosa. El libro tenía que salir en octubre y los meses suman
sin noticias fructificadoras.
No malinterpretéis mis palabras,
sigo feliz, con la ilusión por avanzar en la novela actual, la emoción de
prosperar en el trabajo y la misma energía positiva de cada día. Sin embargo no
me gusta esta falta de información y formalidad, a pesar de la felicidad
intrínseca a la publicación.
Hace unos meses mantuve contacto
con una agencia literaria que parecía interesada en representarme. Me ilusioné,
porque pensaba en positivo, como siempre. La ausencia de nuevas llamadas me
indica que posiblemente no les acabe de encajar. No quiero volver a lo mismo de
antaño, prefiero continuar como estoy ahora, sin la ausencia total de comunicación.
En la vida hay personas que
vienen y van, algunas entablan una intensa amistad conmigo y se quedan, otras
desaparecen con el tiempo y muchas me acompañan durante un largo periodo. Con
los años he aprendido a valorar cada una de esas aportaciones a mi vida y a
saber qué compañeras suman y cuáles restan.
Soy más bien solitaria, me gusta
pasarme horas libres frente a una pantalla de ordenador, inventando historias
que en otros tiempos plasmaba de manera errónea, pero a veces me gusta sentirme
acompañada, buscar instantes para sonreír junto a amigas, contar momentos de
viva voz y saber que no estoy caminando sola.
Cuando la nostalgia de otros
tiempos me invade y siento que he perdido a alguien importante miro a mi
alrededor, con la emoción de ver el cambio imperado en mi carácter, la manera
tan distinta de encarar los días y la amistad. Entonces suspiro, dándome cuenta
de que si alguien se quedó atrás fue porque no valía la pena conservarle.
Hoy me he despertado sentimental…
Debe ser el bajón de la presión, tras la tormenta siempre viene la calma y la
quietud que traen reminiscencias de otros tiempos. Me queda serenarme lo
suficiente como para buscar un sendero para las novelas que moran en el disco
duro del Mac, decidir si me arriesgo en tierras amazónicas de nuevo o me
decanto por un concurso, hablar con las personas que valoran mis escritos para
ver si vale la pena esperar más…
¡Feliz día! J
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