Libros, mails y Sara
¡Estoy con el séptimo libro! El Máster avanza a una buena velocidad, aunque he decidido que si me cuesta demasiado esfuerzo leer uno de los libros de la lista lo voy a dejar sin terminar. El hecho de leer por obligación es difícil y no me llena nada, así que no puede aportarme algo positivo.
Ayer recibí un mail de mi agente y, aunque me explicaba que no podría mirarse el primer capítulo hasta setiembre, estoy súper contenta, porque por una vez sé a qué atenerme y eso me ayuda a no mirar el mail con insistencia, esperando a que llegue una contestación que hasta pasado verano no llegará. ¡Así que hemos avanzado! ¡Y es todo un alivio!
Tenemos una descripción de Ignacio y un poquito de su vida: esconde un secreto del pasado, tiene poderes para leer en las caras de los demás, domina el fuego de una extraña manera y nunca ha mantenido una relación con una mujer salvo de niño, cuando él y Sara eran inseparables y todavía no podía leer en su rostro.
Úrsula quedó bastante definida. Es una mujer con ambición, un odio visceral hacia la pobreza, sin sentimientos hacia sus allegados y con una maldad intrínseca a su naturaleza cruel y despiadada. Tarde o temprano le encontraremos un lado humano, ¡es necesario!
También contamos con Andrea, la hermana pequeña de Úrsula, quien lleva toda su vida siguiéndole la pista, con la venganza incrustada en sus ojos avellana y la necesidad de meter entre rejas a la culpable de tanta tristeza que anida en su corazón. Se hizo policía con la esperanza de encontrar pistas de su hermana con mayor facilidad y su destreza la ha convertido en una agente de élite de la secreta.
Y necesitaríamos darle una identidad a Sara, la huérfana encerrada en la mansión de su padre, una muchacha con apariencia frágil y delicada, con la piel blanquecina, de aquellas a las que el sol sólo enrojece y nunca ensucia, una cabellera color paja que fluye en cascada hasta la cintura, lisa, reluciente, brillante. Cuando una cortina de luz vertical procedente del sol se posa en sus cabellos, éstos refulgen con diminutas chispas doradas. Sus ojos son azules, de un azul nítido y muy claro, como un trocito de cielo sin nubes que despierta en un día de verano. La nariz respingona es pequeña y perfecta, los labios anchos y carnosos, de una palidez extrema, siempre perfilados con un carmín rojo pasión, el único maquillaje que se permite, el mismo que llevaba su difunta madre, una mujer con sus mismos rasgos y su misma palidez.
Sara es una joven de estatura media, un tanto esmirriada por la falta de ejercicio y de apetito. De pequeña su cuerpo estaba un tanto más rellenito, con unos quilos de más que mostraban su ilusión por la vida y por la comida, pero tras tantos años de encierro se siente sin apetito y sin deseos de luchar.
Cuando su padre murió todo su mundo se vino abajo, por eso se avino a tomarse la medicación que el médico de la familia le recetó, sin sospechar siquiera en la influencia de Úrsula en él. Una tarde de verano olvidó la medicación sin querer. Nadie se percató de que la pastilla se había caído de la bandeja de la merienda y se había quedado oculta bajo el sofá.
Esa tarde Sara recuperó por unas horas la conciencia de la realidad. Y esa tarde el médico se había quedado un poco más de la cuenta, acompañando a la señora de la casa en su siesta diaria. La mente de Sara, todavía embotada por tantos meses de medicación, tardó unas horas en atar cabos, en dilucidar las palabras sueltas que oyó por casualidad mientras miraba la tele en el salón de la casa. Entonces descubrió el plan maquiavélico de Úrsula y el doctor y decidió no tomar más pastillas e investigar. Ambos la habían declarado incapaz por desequilibrio mental y estaban dispuestos a encerrarla en una institución para salud mental si era necesario, aunque la prioridad era descubrir el secreto de Jaime y el dinero.
Durante los últimos años no se ha atrevido a dar ningún paso en falso, siempre con el miedo en el cuerpo a que Úrsula diera con ella si se escapaba y la encerrara en un manicomio, por eso no se decide a utilizar los pasadizos secretos hasta que ve a su antiguo amigo en la tele. Ignacio fue su confidente cuando eran pequeños, su amigo, su novio, una persona muy importante en su vida hasta que desapareció a los dieciséis años…..
Uhhh!!Este podría ser el principio de la historia!! Podrías empezar con una conversación entre el doctor y Úrsula y como Sara derrepente se da cuenta de que es capaz de entender lo que dicen, que es como si despertara!! Y empezar a tramar la historia desde hay: sin que se sepa quienes son los malos ni los buenos.
ResponderEliminarYo no haría a Andrea policia, los policias tienen muchos casos como para poder dedicar toda una vida a uno concreto. Quizás puedas hacerla una especie de McGiver que instala cámaras secretas y microfonos ocultos o hacerla una criada de la casa sin que nadie sospeche su identidad!!
Bien, un bonito comienzo de la historia. Sara despierta de golpe de un letargo y el lector se pasa varias páginas sin saber qué ha pasado previamente.
ResponderEliminarEn cuanto a Andrea, pues vale, no es policía. ¿Qué tal un genio de la informática? Una hacker consumada, con un alto coeficiente intelectual. Gracias a sus dotes ha creado una mega empresa a nivel internacional y se esconde bajo un holding empresarial sin dar nuca la cara. Espera sigilosa al momento propicio para asestarle un golpe mortal a su hermana y cuenta con un capital increíble para cualquier paso que desee dar.
¿Mejor así? Mañana lo perfilo. ¡Un beso!
Perfecto! Lo de poli no me cuadro mucho tampoco, pero lo demas me gusta muchissimo!
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