Madurar...

10:01 Pat Casalà 6 Comments


¡Buenos días! El sol no aparece por mi ventana, aunque el día es largo y las posibilidades de que se asome por el horizonte son altas. ¡Así que esperaré paciente para tumbarme bajo sus rayos y permitir que mi imaginación me lleve a lugares lejanos e insospechados!
El tiempo avanza tan rápido que muchas veces no contamos con tiempo de detenernos y mirar la senda recorrida. Caminamos hacia delante sin pensar en el pasado más que con nostalgia y no nos percatamos de que muchos de nuestros pasos nos acercan a un ahora distinto a los anteriores.
Madurar es algo difícil, a veces nos cuesta la ingenuidad y los sueños, otras la terquedad de la adolescencia y muchas otras nos aporta una nueva visión del mundo, demasiado alejada del pasado como para reconocernos en él.
Los cambios son inevitables, el entorno evoluciona y cada uno de mostros debe encontrar un sitio en él. Y hay sueños, ideales, ambiciones y anhelos que se quedan atrás, atascados en una mente pueril del pasado que no se parece en nada a la actual.
Madurar a veces duele, otras ayuda a descubrir la fortaleza suficiente como para continuar caminando sin desfallecer, algunas cambia a las personas y les descubre que han vivido el espejismo de estar en la cima, pero que en la vida real su lugar es otro.
Nunca sabemos cuáles serán los cambios experimentados en nuestras personalidades a la hora de alcanzar la edad adulta ni imaginamos qué lugar vamos a ocupar en la escala de la vida, pero en la adolescencia todo duele, todo emociona y todo nos convierte en luchadores por causas de lo más dispares.
Al crecer arrinconamos en un lugar lejano las experiencias que conforman nuestro ahora, unas experiencias que nos llenan de riqueza, de recuerdos, de momentos, de mecha para nuestra entrada en la edad adulta.
Aunque no seamos conscientes de la realidad del pasado, muchas veces nos encontramos que los malos momentos no superados nos obligan a comportarnos de una manera determinada o que las ilusiones pasadas se desdibujan ante unas nuevas expectativas.
 Luchar por seguir la estela de tus esperanzas puede convertirse en un camino lleno de zarzas que te arañan la piel en cada recodo, puede llevarte a sufrir, a llorar o a ilusionarte con cada hito conseguido.
Hay momentos para batallar con todas tus fuerzas, para vencer tus limitaciones, para darlo todo. Y hay instantes en los que debes detener tu engranaje y recalibrar tus aspiraciones para adaptarlas a la realidad que te envuelve.
  Mi proceso de madurar fue doloroso, nunca fui una niña convencional y mi desbordante imaginación me convirtió en alguien diferente, con sentimientos demasiado intensos como para comprenderlos y deseos desorbitados que me llevaron a lugares equivocados.
Pero maduré. Y cambié mi manera de ver, de comportarme, de mostrar mis sentimientos y de interactuar con los demás. No fue un camino fácil ni agradable, siempre me mantuve fiel a mis principios y los ideales de la niñez me acompañaron en todo momento.
Mis profesores sentenciaron que jamás lograría escribir una hoja sin faltas ni coherencia, la dislexia era una traba demasiado intrincada como para vencerla. Dijeron que a pesar de ser inteligente no podría sacarme una carrera ni mucho menos dedicarme a la escritura.
Durante años esa lacra me acompañó, impidiéndome escribir sin sentir el peso de las sentencias, sin pensar que cada frase estaba plagada de faltas e incongruencias, que mi gramática era detestable y que mi sueño de ser escritora no era más que una quimera inalcanzable.
  Con fuerza, perseverancia y mucha constancia logré terminar una carrera, escribir siete novelas, trabajar ocho horas fuera de casa, construir un hogar y vivir con ilusión. No fue fácil, la dislexia sigue ahí, todavía siento sudores fríos cuando he de escribir con el bolígrafo y sin corrector, tembleques cuando me veo frente a la pantalla del móvil para enviar un mensaje y no acabo de recordar las normas ortográficas que tardé un año de mi vida adulta en aprenderme de memoria,… ¡Pero aquí estoy! ¡Escribiendo cada mañana y soñando! Aunque ahora veo el cambio de rumbo…
¡Feliz día! 

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6 comentarios:

  1. ¡Joerrrrrrrrrrrrrrrrr!
    ¡Pues vaya con tus profesores: no dieron una!

    ¡FELICIDADES por tus logros, por tu perseverancia, por tu alegría...!

    Un muy feliz domingo y ojalá salga el sol y puedas tumbarte bajo él.

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    1. ¡Eso mismo digo yo! Jajajajaja, aunque ahora falta ver qué pasa en el futuro,¿no?
      ¡BESOS enormes y feliz domingo!!!

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    2. El futuro tiene una pinta prometedora, ¿qué no? ;-)

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    3. Ya te contaré... En cuanto al sol, ¡chungo! BESOSSS

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