¿De dónde vienen las ideas?
¡Buenos días!
Mañana gris, apática y triste, con nubarrones grisáceos que invaden el cielo y
una fina llovizna que moja las baldosas de mi terraza. Tenía ganas de sol,
hamaca, olor a primavera, sonido plácido de un día claro, calor…
Toca quedarse
en casa con el ordenador en el regazo y las ideas traspasando las fronteras que
las retienen en mi mundo paralelo, calzarse con los sentimientos de mis nuevos protagonistas
y permitirles que se expresen, que
caminen por un sendero zozobrante hacia un horizonte incierto.
Las horas
libres son el mejor regalo para la inspiración. Saber que no hay obligación de
exprimir las neuronas en el trabajo para llegar a todos los frentes es un bálsamo
para una mente hiperactiva como la mía y permite abrir las compuertas que
retienen las ideas.
Palabras,
frases, emociones, trocitos de una vida que aparece en las hojas con un sinfín
de matices y de pequeños retazos de personalidad… Una persona a la que le
atrapa el pasado, otra que se enfrenta a su verdadera naturaleza, otra que
investiga…
No quiero
escribir sobre temas paranormales durante un tiempo. Es extraña mi mente,
durante años solo era capaz de imaginar un mundo donde los misterios de la
parapsicología eran el centro de las historias. Ahora, con veintitrés folios de
F escritos, la idea en mi cabeza y los personajes definidos, me doy cuenta de
que no quiero escribir esa novela, de que necesito realismo, tramas tangibles, cotidianeidad.
Hay veces en
los que las experiencias vividas te ayudan a vestir de sentimientos a tus
personajes. Es una manera ejemplar de exorcizar los fantasmas que guardas en tu
baúl de los recuerdos, de darle una continuidad a una historia que se quedó a
medias, de cambiar un final o simplemente de revivir un pasaje importante.
Al principio,
cuando mis dedos teclearon por primera vez, necesitaba escribir sin parar, sin
pensar en el proceso de la narración. Las historias que anidaban en mi cabeza
desde niña encontraron la manera de fluir sin tregua y de llenar hojas y hojas.
Ahora sé cómo encontrar el equilibrio, cómo utilizar mis experiencias para
dotar de verosimilitud a los personajes, cómo aprovechar esas experiencias
pasadas para recrear una escena importante.
El bagaje
emocional que arrastramos es una fuente inagotable de recursos a la hora de escribir.
¿Quién no tiene experiencias para sentir o contar o utilizar a la hora de crear
un personaje? Si buscamos en nuestro interior somos capaces de encontrar esa inspiración
que nos ayuda a racionalizar instantes de nuestra vida y de darles la vuelta
para que encajen con la historia.
Ayer me
preguntaron de dónde sacaba las ideas. No lo sé, lo cierto es que ellas se
instalan en mi cabeza y me bombardean sin descanso. Creo que mi creatividad es
innata, que convive conmigo tanto si lo deseo como si no. Hay veces que me
encantaría desenchufarla, otras me siento pletórica cuando me conduce por los
laberintos de la narración.
Hoy quiero
ser mi protagonista, cada uno de los personajes que componen LMR. ¡Qué emoción!
¡Feliz día! J
Me alegra mucho que dejes la parasicología un poco de lado... egoísmo puro, ya sabes que no es un tema que me llame la atención, bueno, llamar la atención igual sí; pero no como lectura ;-)
ResponderEliminarUn muy FELIZ sábado "invernal".
Bueno, la parte positiva es que tengo horas para escribir... ¡Feliz día! :-)
Eliminarquiero que sepas, me gusta leerte aunque no haga un comentario en cada entrada.
ResponderEliminarte leo desde colombia pat. saludos.
¡Pues gracias por estar ahí! :-)
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