Exorcizar los desvelos

10:01 Pat Casalà 2 Comments


¡Buenos días! Quería tumbarme en una hamaca para leer el libro que me regalaron el otro día, uno que habla acerca de la relación madre-hija, pero parece que las nubes han decidido encapotar el cielo y dejarme metida entre las sábanas con el ordenador en el regazo.
Esta noche los sueños revueltos se han encargado de dirigir las horas de insomnio. Hay demasiadas cosas rondando en mi cabeza para que se desenchufe y descanse. No puedo detener el engranaje cerebral cuando quiero. ¡Ojalá tuviera un botón de apagado!
Años de espera, de anhelos, de sueños postergados, de ilusiones marchitas. Años de levantar expectativas sin una base sólida y de recibir ráfagas de viento huracanado que deshacían los edificios de un plumazo, sin darme tiempo a pensar ni a digerir ni a entender.
El dolor y la ansiedad de las esperas infructuosas se han diluido en litros de realidad y sosiego. Las trazas que conformaban mi futuro ideal ya no pintan un cuadro con colores intensos, ahora son retazos de un croquis que se forma día a día, sin deseos, sin angustias, sin esperas.
Hay mañanas en las que los últimos meses se zarandean al son de las ilusiones y las penas que deciden regresar a mi cabeza momentáneamente, es como el sol que acaba de esconderse tras las nubes, un conato de recuerdo de otros tiempos, de otros anhelos, de mis verdaderos sueños.
¡Qué difícil es desprenderse de una emoción! Deseo desde niña llegar a una meta y a medida que los años avanzan maduro hacia un lugar mejor, donde las arenas movedizas de los anhelos se convierten en tierra sólida cimentada con realidades.   
A veces caminamos en busca de la felicidad, creemos que es una quimera alcanzable solo si logramos nuestros sueños, pero los años acaban demostrando que está en los pequeños logros, en las cosas cotidianas, en los gestos pequeños que son grandes batallas ganadas.
La escritura de LME fue gratificante. Por primera vez desde que siento las palabras fluir con facilidad en la hoja del Word conseguí sentir la emoción de crear un mundo paralelo donde los personajes adquirían forma y color a través de mi imaginación. No esperaba que nadie la comprara, no sentía la necesidad de llegar al público, no esperaba a que el email trajera noticias enredadas en la imposibilidad de llegar… ¡Disfruté tanto que valió la pena!
¿Veis? Hay mañanas en las que me despierto con un conato de tristeza, como si la decisión de dejarme llevar por el destino me vapuleara con la necesidad de luchar de nuevo, de retomar la intención de convertirme en aquella escritora que se iba a Hollywood de la mano de su agente… ¡Qué recuerdos!
Escribir la entrada diaria me aporta vitalidad, me ayuda a deshacerme de los nubarrones que no me dejan ver el azul del cielo. Plasmar mis sentimientos en párrafos exorciza mis desvelos. ¡Ahora ya estoy preparada para encarar el domingo!
¡Feliz día! J  

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